Se acercan las elecciones legislativas 2021 y en campaña hay muchas caras nuevas, ya no sólo se disputan las elecciones entre Juntos por el cambio y el Frente de todos. Pareciera que hay candidatos nuevos que atraen más que los dos partidos que hace algunos años se vienen disputando la mayor cantidad de votos. Creo que esto se debe a un hartazgo generalizado de la sociedad con los mandatarios que gobiernan hace años y con la política en general. A mi juicio, esto se debe a que ninguno de los dos partidos políticos pudo mantener constante una línea ideológica clara, ni transmitir ideas concretas para salir de la decadencia. Ni cuando gobernaron, ni cuando fueron oposición. Ya sea porque no cumplieron lo prometido o, porque en busca de votos venden constantemente su ideal de país. Por eso como votante pienso que no tienen mucho para ofrecer debido a que no hay ideas claras, sólo políticos con poder para cumplirlas.
No pretendo caer en el discurso demagógico de que lo único importante son las ideas, y las personas que las interpretan son secundarias. Las personas son importantísimas, porque las ideas hay que llevarlas a cabo, ponerlas en práctica y para eso hay que tener las capacidades necesarias. El problema es que los políticos tradicionales quieren representar a todos y eso no es posible. Se nota en sus discursos de campaña y en sus constantes contradicciones ideológicas, varían de acuerdo al clamor popular. Por sobre todo se ponen en evidencia en campaña, pero tener tantos años en política tampoco los favorece. Muchos se cruzaron de partido a conveniencia personal y cambiaron sus ideas por las que le convenían en cada momento.
Sergio Massa paso de decir que iba a barrer a los “ñoquis de La Cámpora”, a candidatearse dentro del kirchnerismo. El actual presidente de la Nación un día dice ser revolucionario y al otro el más liberal de todos. Pichetto unos años después de ser un fiel soldado de Cristina y votar a favor de la 125, es candidato a vicepresidente por Juntos por el cambio y ahora habla de una fuerte reducción impositiva. Macri habla de liberalismo, reformas laborales, reducción impositiva y en su gobierno no ocurrió nada de ello. Los ejemplos continúan y muy pocos resisten los archivos. El punto es que, si ayer tienen una idea y hoy otra, el siguiente interrogante es qué van a pensar mañana. Y eso como votante me desorienta, ya no sé para que idea de país juega cada uno.
También entiendo que esto en parte se debe a integrar coaliciones grandes, donde hay diferencias ideológicas y opiniones disidentes. Pero creo que debe haber acuerdos básicos en los puntos más importantes. De lo contrario, los partidos pierden y ganan representación constantemente y sus ideas no son generales, son de cada integrante. Los que entran a los partidos como candidatos no es porque compartan convicciones con el mismo, sino porque en ese momento miden bien en las encuestas y tienen posibilidades de ser candidatos a algo. El partido les brinda poder político y ellos se aseguran un cargo.
El problema hoy es que las ideas más claras están en manos de las personas con menos poder político, aunque creo que de a poco empiezan a ganar terreno. Por ejemplo, el Frente de izquierda, o los mas nuevos como Javier Milei o Gómez Centurión. Sus ideas pueden gustar o no, pero la propuesta de país es clara y concreta. Tienen su diagnóstico de país y plantean cómo se saldría adelante, sin vueltas ni matices. No les tiembla el pulso a la hora de hablar de valores e ideales, y no tienen complejos ideológicos ni políticos.
Las elecciones de este año van a tener dos tipos de votantes: los que siguen confiando en las grandes coaliciones que tienen más poder político para crear leyes y tomar medidas, pero hasta ahora lo han hecho guiados más por conveniencia personal que por convicciones. Y los segundos, que van a dar su voto de confianza a una tercera vía con propuestas concisas, pero con escaso poder político para concretarlas.
Por Juan Urien
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