El puente de Londres ha caído: el fin de una era

    “London Bridge is down” es el código asignado a Elizabeth II para el momento en el que su secretario privado deba anunciar el fallecimiento de la monarca al primer ministro del país. Con esa frase se inicia la “Operación Puente de Londres”, el operativo organizado hace más de seis décadas para cuando se produzca el deceso de la reina. El mismo prevé el anuncio de la muerte, así como también el luto y los detalles del funeral.

    “El Palacio de Buckingham anuncia el fallecimiento de Su Majestad la Reina Elizabeth II”, informó esta tarde la BBC, fiel a lo establecido por dicho Operativo. 

    El deceso de la monarca de 96 años hace florecer las sensaciones de todo un reino que hoy se encuentra consternado por su partida. La importancia de la Corona para el pueblo y la cultura británica es conocida, pero la figura de Elizabeth tiene, entre la población, un lugar especial. Apenas aparecían las primeras informaciones, decenas de personas se acercaban a las inmediaciones del Buckingham Palace, en Londres.

    Coronada en 1952, su reinado fue el más largo del Reino Unido, y durante él debió enfrentar los diversos desafíos que los tiempos modernos le imponían a la Corona como institución. A ellos, la Reina respondió convirtiendo a una monarquía distante en una que comenzó a interactuar con el público, incluidas las visitas reales en diversos escenarios de la vida cotidiana de los británicos o la organización y asistencia a eventos públicos. Cabe mencionar también su relación con los países de la Commonwealth: en su carácter de jefa de Estado de los mismos, los visitó al menos una vez a cada uno.

    El impacto de los cambios de Elizabeth en la monarquía es la respuesta a la pregunta de por qué más de la mitad de los británicos no solo aprueban su labor, sino que también abogan por la continuidad de la Corona. Todos aquellos que hoy son adultos crecieron a la luz de esta “nueva era real”, y experimentaron en carne propia los aires de cambio que la Reina traía consigo a una Corona con muchos años de historia. 
Durante sus 70 años en el ejercicio del poder, su reinado ha sido contemporáneo al surgimeinto de nuevas culturas, nuevas ideas y movimientos; y cada generación ha sido capaz de verlo (y verla) a la luz de sus propias preocupaciones.

    Cuando un rey muere en el Reino Unido, automáticamente el primero en la línea de sucesión se convierte en monarca, sin necesidad de una ceremonia de por medio. En esa posición se encontraba hasta hace unas horas el Príncipe de Gales, quien a partir de ese momento se convirtió en el Rey Carlos III.

    La figura de “matriarca de la nación” que tenía la Reina Isabel la convertía en la persona amortiguadora de los conflictos y las cuestiones complejas no solo producidas dentro de la propia familia real, sino también de muchas de las cuestiones acontecidas en el país. Por el lugar que ocupaba, la manera en la que ejercía su poder, y el significado de su figura entre los ciudadanos, hacía de punto convergente de muchos de los asuntos que acaecían en el Reino Unido.

    Es interesante pensar a futuro, por ejemplo, la situación de la Commonwealth: los países que la integran tuvieron durante setenta años, y hasta hoy, a la misma jefa de Estado. Pero sin descuidar las relaciones comerciales, eje principal de dicha organización, ¿podría impulsar, el cambio en el trono del Reino Unido, la posibilidad de que dichos países busquen convertirse en repúblicas?

    El mayor reto al que se enfrenta el nuevo rey es probablemente el de lidiar con el legado que deja su madre. La personalidad modesta, sensata, realista, los buenos modales y el particular sentido del humor de la Reina tal vez representaba mucho aquello que a los británicos les gusta pensar que es lo mejor de sí mismos. Eso convirtió a Elizabeth II en una depositaria de lo que la nación amaba de sí misma. Pero entonces, ¿es la convergencia algo propio de la monarquía, o del monarca?

    La segunda mujer en ocupar el trono del Reino Unido ha muerto hoy. No es el fin de la monarquía británica, pero sí el de una era, la cual estuvo repleta de acontecimientos que tuvieron como testigo a la misma persona, una monarca educada en el deber de servir a una nación, a la que dedicó su vida. Esta tarde el Puente de Londres ha caído, pero uno nuevo se está erigiendo, y sus pilares deberán ser bien sólidos para resistir todos los nuevos desafíos que se avecinen. 
Por: Santiago Argañin.



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