Para pensar o dejar pasar: la autonomía de la Ciudad

     “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de Gobierno autónomo con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo de la ciudad”. De esta manera comienza el artículo 129 de la Constitución Nacional, establecido por la reforma de 1994.

  El conflicto acerca del régimen de la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires es histórico en Argentina. Podemos comenzar por 1776 cuando los Borbones crearon el llamado Virreinato del Río de la Plata y sentaron la capital allí. O en 1826 cuando Rivadavia presentó un proyecto para capitalizar la ciudad en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1880, cuando luego de un conflicto armado, se federaliza la ciudad y meses después, se declara la capital de la República. U otros casos emblemáticos como el intento de traslado de la Capital a la Patagonia, en 1987.

   El conflicto con la CABA es casi tan antiguo como el de unitarios y federales pero curiosamente, sigue vigente.

    El viernes pasado, en medio del caos socio-político, la vicepresidenta de la Nación afirmó que “deberíamos replantearnos el funcionamiento jurisdiccional, de cómo se debe ejercer la jurisdicción y cuál es el rol del Gobierno federal en una ciudad como esta, porque la Constitución no habla de autonomía, se habla de que se dicte un estatuto, y porque esta ciudad es la capital de todos los argentinos”. A decir verdad, la última parte de la frase (sobre la autonomía) es falsa, aclarada en el mencionado artículo de la Constitución Nacional.

    Además de ella, otros políticos hablaron acerca del tema. Carlos Bianco, jefe de asesores del gobernador de la provincia de Buenos Aires: “no se puede comportar la Ciudad como si tuviera autonomía plena”. El gobernador de La Rioja: “es urgente replantear la autonomía de CABA”. El santafesino Agustín Rossi: "hay que revisar los niveles de autonomía de la ciudad de Buenos Aires". Hasta Mara Brawer, diputada nacional por CABA: "cacarean autonomía pero se sostiene con aportes de todos los argentinos" y "tenemos que poner en evidencia estos temas".

    Actualmente, la CABA mantiene una constitución propia desde hace más de 25 años. Posterior a la reforma de 1994, su autonomía había sido limitada por la Ley Cafiero, la cual fue modificada y algunos de sus artículos considerados inconstitucionales. Así, desde la Constituyente de 1996 el Gobierno Federal le fue traspasando a la Ciudad diversas funciones, entre ellas la policía y la justicia. La primera, otorgada en su totalidad. Sorprendentemente, no sólo Cristina Kirchner votó a favor de la autonomía de la ciudad en 1994 sino también los senadores kirchneristas en 2008 por unanimidad reformaron la Ley Cafiero permitiendo al Gobierno porteño crear su propia Policía. Sobre lo segundo, todavía no fue traspasado enteramente, sino que algunos fueros siguen en manos de la vieja justicia “nacional” (sí, ya después de 25 años...).

    Es más, si nos atenemos a la Constitución Nacional, la CABA se encuentra mencionada explícitamente en el título segundo “Gobiernos de Provincia” y participa en el régimen de coparticipación de impuestos. Así como la constitución, en el año 2021 la Corte Suprema de Justicia de la Nación falló en favor de la CABA acerca de la educación primaria y secundaria, instalando una jurisprudencia importante respecto a su autonomía. De esta forma, parece ser que, y según muchos constitucionalistas, la única manera de modificar su estatus jurídico es mediante una reforma constitucional. Cuando CFK habló del tema, ¿habrá pensado en esta implicancia?

    ¿La vicepresidenta presentó el tema por aprovechamiento político (“hablar por hablar”) o en verdad cree en continuar la discusión histórica de la autonomía de la CABA? Si es lo primero, veremos como en unos días el hecho dejará de escucharse en los medios. Si es lo segundo, podría ser una interesante oportunidad para la sociedad y dirigencia argentina de entablar debates constructivos de forma seria. Por eso, para no hablar únicamente del oficialismo, sorprendió la respuesta de la oposición sobre la apertura al debate, desechando el tema diciendo que “ella quisiera controlar y manejar la ciudad de Buenos Aires" (Horacio Rodríguez Larreta). El distrito es un bastión electoral clave de Juntos por el Cambio, lo cual es lógico que no quieran abrir el debate sobre esta cuestión aunque eso consecuentemente habilita al Frente de Todos a no hablar de ciertos temas, volviendo a una lógica de círculo vicioso.

    Estas discusiones sobre problemáticas estructurales hacen alejarnos de la instalada “grieta” y de las discusiones coyunturales que carecen de sentido. La solución a estos debates arquitectónicos del país son una manera del tan escuchado “cambiarle la vida a la gente” y especialmente a las futuras generaciones. A partir de allí podremos dialogar sobre temas existenciales para el país: coparticipación, la organización de la provincia de Buenos Aires, el número de diputados, el centralismo socio-mediático del AMBA, la macroeconomía, la política exterior argentina, entre otros.

    Terminando el texto, me pregunto cuándo terminaremos de discutir asuntos que conservan más de 200 años y comenzar a pensar la Argentina del nuevo siglo.

Por Valentín Olavarría

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