En el día 10 de diciembre del 2020, a más de dos años de la última sesión en Diputados acerca del proyecto para legalizar el aborto, la misma Cámara discute, nuevamente, la intención de avalar o no la interrupción voluntaria del embarazo a nivel nacional.
De esta forma, Argentina se vuelve a plantear un tema que involucra a todos. Aquí, presentaré argumentos para expresar por qué la ley no debería aprobarse.
En primer lugar, es de público conocimiento que estamos viviendo una de las crisis sanitarias más grandes de la historia mundial debido a la pandemia del COVID-19. Argentina, tiene al día de hoy, más de 40.000 muertes y un millón y medio de casos. Siendo así, nuestro país está numero 11vo en el ranking de países con mayor cantidad de fallecidos y 12vo en muertos por millón de habitantes. ¿Es necesario discutir una ley acerca del aborto cuando los argentinos están sufriendo otras cuestiones? En fin, la política y la realidad otra vez alejadas.
En segundo lugar, estamos viviendo una gran crisis económica. Hoy en día, hay niveles altos de desempleo, de pobreza (44.2%), de indigencia y de inflación que afectan gravemente el bolsillo de la gente. Con esto en cuenta, hay personas que no tienen los recursos suficientes para comer el alimento básico diario. La ciencia económica tiene un concepto que describe esto: el costo de oportunidad, entendido como “el coste de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una determinada decisión, incluyendo los beneficios que podríamos haber obtenido de haber escogido la opción alternativa”. ¿Cuál es el costo de oportunidad de aprobar la ley con niveles altos de indigencia y pobreza? ¿Qué medidas para aprobar estamos excluyendo para aprobar el aborto?
Continuando con esto, muchos afirman que este no es el momento para que se formule un debate de esta magnitud ya que lo que ocasiona es un gran quiebre y polarización de la sociedad que se viene agrietado desde hace décadas y que, con estas crisis, se profundizó.
En cuarto lugar, es importante destacar que, según diversos estudios, más del 75% de los argentinos se autodenominan católico. Es decir, siguen los dogmas y creencias de esta religión la cual rechaza, en toda forma, la aceptación del aborto legal.
Además de esto, hay que hacer notar que en el articulo 2 de nuestra Constitución Nacional se dice que el “Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”. Y, es más, en el artículo 75 inciso 22 se aceptan diversos tratados internacionales y regionales que afirman que la vida comienza desde la concepción (por lo que, con el aborto, estaríamos yendo en contra del derecho a vivir, básico en toda comunidad política). Ejemplo de estos son La Convención de los Derechos del Niño y la Convención Americana de Derechos Humanos. De esta forma, estaríamos rechazando lo que años atrás juramos aceptar. ¿Queremos que la Argentina tenga una política exterior coherente y previsible?
Asimismo, no existen cifras claras acerca de cuantos abortos se hacen por año en Argentina y cuántas argentinas mueren por ello ya que los datos oficiales dependen de cómo son identificados y registrados los casos en los diferentes hospitales. No obstante, este no es argumento para rechazar el debate sino más bien para tener en cuenta que los números presentados por Diputados de ambos polos pueden estar por delante o detrás de las cifras reales.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es que, por fuera de toda matiz religiosa o “fanatismo”, como dirían algunos, podemos establecer que la legalización del aborto es ilógico estructuralmente. Así, tengo entendido que todos estamos de acuerdo que, de modo absoluto, en algún momento comienza la vida del ser humano, es decir, a partir de un tiempo determinado podemos afirmar que existe vida humana. Si contradecimos esta hipótesis, entonces aceptaríamos decir que el conocimiento por la vida no es absoluto sino relativo, de esta manera, cualquiera puede definir cuando comienza la vida (en la adultez, en la niñez, en la adolescencia, etc.) lo que avalaría cualquier tipo de extremismo que el mundo rechazó durante el siglo XX. Continuando, también debemos afirmar que, aunque todos deseamos saber la respuesta, no sabemos ni de qué forma conocerla ni cuando es el momento. En tal caso, aunque la discusión entre celestes y verdes son o desde la concepción o desde las 14 semanas (como lo estipula el proyecto de ley), respectivamente, el debate sobre la concepción de la vida es totalmente inútil e infundado ya que nunca se podría llegar a la cruda y absoluta verdad. Ante esto, nos quedan pocas opciones. En primer lugar, guiarnos en meras opiniones, sin embargo, estas son cambiantes entonces deberíamos preguntarnos sobre el aborto constantemente. Por otro lado, una opción podría ser dejar afuera el tema de la vida del debate, pero, no solo sería inmoral, sino que, aunque se lo desligue, continuaría latente. En cambio, si decimos que comienza en las 14 semanas, y esto termina siendo falso, nuestras manos se llenarían de sangre ya que mataríamos a miles y millones de niños que en realidad sí estaban vivos. Solamente estaríamos aprobando que vivan niños que no eran buscados (y existen múltiples alternativas a esto como la adopción). Ahora, si tenemos en cuenta que el ser humano tiene vida desde la concepción, y esto luego seria falso, nunca habremos matado a nadie, y no tendríamos sangre sobre nuestras manos. En otras palabras, el debate sobre la perspectiva de cuándo comienza la vida es inútil, pero sería ilógico creernos superpoderosos y aceptar que comienza en las 14 semanas.
Para finalizar, me parece importante destacar que la problemática que se debate es algo que hay que prestar gran atención porque es un problema de muchos adolescentes y niños. Por ello, es vital contemplar que la educación tiene aquí la solución. Y esto no debería ser un eslogan, sino que los diputados y senadores tienen que presentar proyectos de ley que favorezcan la educación sexual integral para beneficio de la población.
Continuando con esto, muchos afirman que este no es el momento para que se formule un debate de esta magnitud ya que lo que ocasiona es un gran quiebre y polarización de la sociedad que se viene agrietado desde hace décadas y que, con estas crisis, se profundizó.
Asimismo, no existen cifras claras acerca de cuantos abortos se hacen por año en Argentina y cuántas argentinas mueren por ello ya que los datos oficiales dependen de cómo son identificados y registrados los casos en los diferentes hospitales. No obstante, este no es argumento para rechazar el debate sino más bien para tener en cuenta que los números presentados por Diputados de ambos polos pueden estar por delante o detrás de las cifras reales.
Existen muchos otros argumentos (como por ejemplo el que establece que esto es un negocio para grandes empresas) para decir que aprobar esta ley es un crudo rechazo a la vida y legalidad de todo el sistema argentino y de los argentinos, no obstante, sin color político e ideológico, pienso que el rechazo a la ley de legalización del aborto es el único camino hacia una Argentina más y mejor.
Escrito por Valentín Olavarría
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