Somos presos de nuestras palabras

El 3 de diciembre, a una semana de cumplirse un año desde la asunción del presidente Alberto Fernández, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA informó que la pobreza en la Argentina asciende al 44,2%. Sin embargo, los datos son más tristes si ponemos foco en los niños y jóvenes, donde 6 de cada 10 están en la línea de pobreza. Estos son, de forma general, los datos más alarmantes del estudio. El director de Investigación, Agustín Salvia, afirmó luego de la publicación: "Es necesario un crecimiento económico y un pacto económico-social para crear empleo porque sino no hay posibilidad de salir de la pobreza".  

De esta forma, para ubicarnos en perspectiva global, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apuntó que la Argentina será el país con la mayor recesión del G20, con un 12.9% de caída del PBI. Esto es así teniendo en cuenta que el promedio general de caída del producto mundial será del 4.2%. No obstante, el director de la OCDE fue contundente con su mensaje: "No estamos fuera de peligro. Todavía estamos en medio de una crisis pandémica, lo que significa que la política aún tiene mucho que hacer". 

Tomando esta última frase, ¿Qué es lo que hizo la política argentina para desacelerar esta crisis? Claramente, venimos de un 2019 en materia económica muy desfavorable, con una gran recesión, pero, durante el 2020, esto se aceleró. El mismo día que se informaron los datos del Observatorio de la UCA, el presidente dijo en El Destape Radio que, en relación a este año de gestión, “el saldo es muy positivo y hay que ser muy necio para no darse cuenta”. Sin tomar color político, podríamos preguntarnos a qué hará referencia Alberto Fernández ya que los índices más importantes, o, por lo menos, a los que más les importan a los argentinos, están en una profunda caída. Es más, podríamos decir que, en relación a la solución de la pandemia, Argentina no tuvo un buen desempeño a pesar de que tomó medidas tempranas, es, al día 3 de diciembre el noveno país con más muertes por millón a nivel global. Ginés González García, Ministro de Salud nacional, afirmó a principios de año que el pico llegaría “en junio”, aunque, tuvo que desdecirse públicamente ya que esto finalmente sucedió en octubre. También dijo, en enero de este año, que está “mucho más preocupado por el dengue que por el coronavirus". 

Persistiendo con el uso de los números de la ODSA, esta nos explica que hay un 10.1% de la población que está en la indigencia, pero, profundizando aún más, el 16% de los niños menores de 18 años son indigentes. Para ser más claros, es importante explicar a qué hace referencia el Indec y el mundo cuando habla de esta situación económico-social. La indigencia determina el total de la población y hogares que no logran en un mes los ingresos necesarios para poder comprar la canasta básica alimentaria (CBA). En otras palabras, son aquellas personas que no pueden acceder a los alimentos mínimos y necesarios para poder sobrevivir. El mismo tres de diciembre, el presidente de la Nación explicó en la Unión Industrial Argentina (UIA) que “en medio de semejante crisis, logramos que no haya argentinos con hambre”. 

Para ir finalizando, tampoco queríamos dejar de contemplar una frase de Alberto Fernández previo a resolver la importante reestructuración de la deuda con los acreedores privados en junio: "Si se resuelve el problema de la deuda, el despegue de la economía argentina va a ser magnífico". Al fin y al cabo, sí, se pudo llegar con gran éxito a un acuerdo con el sector privado externo. Aunque, hay que hacer notar que, pese a que todos esperaban que esta noticia genere gran confianza en la población, desde agosto fue creciendo el valor del tipo de cambio a niveles muy altos.

No es nuestra intención llegar a alguna conclusión, sino, darle importancia a lo que está sucediendo en el país. No creemos que las frases del presidente fueron con mala intención, sino que fueron muy desafortunadas. Hace algún tiempo parte de los medios y de la población cree que la dirigencia política está aislada, como en un cristal, de lo que les pasa a los argentinos en la realidad, que no es sencilla. Por ello, nos parece vital, como dice el título, comprender que somos presos de nuestras palabras, no hay vuelta atrás, pero podemos mejorar. La política argentina necesita retrotraerse e intentar comunicarse con la sociedad de una forma más real, sin intermedios, sin politizaciones, sin provocaciones, sólo con la verdad porque así podemos desanclarnos del pasado para ir hacia el futuro. La palabra es el canal que concreta la comunicación entre seres humanos, si perdemos eso, ¿Qué nos queda?

Escrito por Valentín Olavarría 



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