Bartolomé Mitre, además de ser el presidente de la república entre los años 1862 - 1868 mientras se desarrollaba la guerra contra el Paraguay, se destacó años más tarde por ser el fundador del diario La Nación que aún hoy sigue vigente, y por escribir las biografías de Manuel Belgrano y José de San Martín que tanto fueron discutidas en su época.
Mitre fue el pionero en escribir la historia argentina, transformó los acontecimientos en un relato dirigido a las nuevas generaciones, caracterizado por simplificaciones excesivas (donde los buenos son casi angelicales y los malos, absolutamente malignos), la falta de matices y de un análisis de las circunstancias, y, por encima de todo, una constante ideologización de los objetivos.
Nicolas Shumway, autor de Sonidos de la Patria, sostiene que Mitre encontró en el historicismo las claves simbólicas para construir una identidad nacional. Su obra histórica dio lugar a una épica estatal que, junto con la posterior monopolización del espacio público y la estandarización de los actos patrios por parte del Estado, apoyó a la historiografía oficial en su misión de “argentinizar” tanto a nativos como a inmigrantes, comprometiéndolos en el proyecto de construir el país moderno que se soñaba. Los héroes de Mitre se presentaron ante la opinión pública como modelos de las virtudes necesarias en el hombre público y el ciudadano, pues los valores e ideales de una nacionalidad debían encarnarse en “hombres representativos” y “líderes supremos” que unificaran el sentir y el quehacer de los pueblos.
Sin embargo, en los tiempos de Bartolomé Mitre no todos sus contemporáneos halagaron sus obras. La vida y la obra de Bartolomé Mitre han generado tanto debate en Argentina como las funciones públicas de Manuel Belgrano, las batallas de San Martín o la administración de Rivadavia. Estas cuestiones fueron analizadas por Sarmiento, Vicente Fidel López y Alberdi, y no siempre fueron objeto de un consenso unánime.
Para Alberdi, la Historia de Belgrano no es más que la construcción, en el ámbito discursivo, de lo que Mitre no logró concretar como presidente de la Argentina. En su crítica al argumento principal que Mitre presenta en la introducción de la obra, Alberdi cuestiona la idea de que lo relevante no es la inexistencia del Estado Nacional en 1864 o 1876, sino la afirmación de que la Argentina ya existía desde el siglo XVI con la llegada de los españoles al Rio de la Plata. Aunque, luego con la Historiografía Argentina más desarrollada, terminaron por sentarse dos posiciones donde una sostiene que la Argentina comienza a tener su empuje en 1810, mientras que la otra más bien, apoya que la Argentina comienza a existir como tal con su independencia en 1816.
Alberdi logró reconciliarse con Sarmiento, pero nunca con Mitre, quien persistió en desacreditarlo a través del diario La Nación y se opuso al proyecto del presidente Julio Argentino Roca de publicar sus *Obras Completas* a través del Estado Nacional, así como a su nombramiento como embajador en Francia.
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