Las palabras y la ley a la basura

El día 22 de septiembre del 2020, Alberto Fernández, frente a cámaras y asesores, haría su primera intervención como jefe de gobierno de la República Argentina ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. En aquellos pocos minutos, destacó a su país con respecto a la gestión sanitaria y, además, puso especialmente foco en las vacunas contra el COVID-19. Planteó que esta sea “un bien público mundial” para que alcance a todos de forma equitativa. Hoy, 20 de febrero del 2021, quizás estas palabras ya fueron olvidadas, pero en el archivo brota su putrefacción.

Argentina y el mundo encendieron la televisión con una lamentable noticia: el ministro de salud nacional, Ginés González García, había guardado aproximadamente 3000 dosis para familiares, “amigos” y compañeros de partido. Ginés los llamaba, le decía donde tenían que ir y les inyectaban la Sputnik-V. Aún la investigación acerca de este escándalo está iniciando, sin embargo, hay preguntas resonando: ¿Sólo Ginés sabía de esta operación? ¿Podía sólo él ejercer aquella gestión? Y si solo no podía, ¿Quiénes eran los cómplices?

En América Latina, Argentina no fue el primer país en el que se aplicaron vacunas VIP, sino que lo fue Perú donde tuvieron que renunciar los ministros de salud, el de relaciones exteriores, entre otros por dar la dosis de la vacuna a funcionarios previo a que llegaran oficialmente al país.

Muchas situaciones pasaron desde aquel día de septiembre en el que habló Fernández en la ONU: el país llegó a más de 50.000 muertos por coronavirus, terminó la aislamiento obligatorio, murió el expresidente Carlos Menem, comenzó el plan de vacunación (con sus subes y bajas), entre muchas otras cosas. De acuerdo a esto último, surgió el escándalo del vacunatorio VIP. Teniendo en cuenta entonces el discurso presidencial, no vemos en Argentina a la vacuna como un bien público que se otorga de manera equitativa, como tanto enfatizó el primer mandatario. Es más, es todo lo contrario, ya que múltiples funcionarios y figuras pasaron por alto las prioridades ciudadanas y se dieron la vacuna como prioritarios. Inicialmente, debían ser el personal de salud, las fuerzas de seguridad, los docentes, los mayores de 70 años y los grupos de riesgo. Sin embargo, poco fue así. Axel Kicillof fue el primero de los funcionarios en dársela. Luego siguieron otros gobernadores como Jorge Capitanich, Gustavo Bordet y otros. Además, muchos funcionarios se vacunaron, como Cristina Kirchner y, hace unos días, Felipe Solá (con la justificación de que, como Canciller, estaba en contacto con múltiples personas). No hay que olvidar tampoco a jefes sindicales como Hugo Moyano y su sobrino de 20 años. Estela de Carlotto, una de las jefas de Abuelas de Playa de Mayo contó que la llamaron del Gobierno para que se dé la vacuna, y así lo hizo. También hay que agregar los “nuevos vacunados” por el vacunatorio del ministerio de salud donde se dieron la Sputnik-V Horacio Verbitsky, Jorge Taiana, Eduardo Valdés y otros más. Estos son algunos de los muchos que se “colaron” en la fila de vacunación.

Luego del escándalo del ministro de salud nacional, tuvo que presentar su renuncia. Fue reemplazado por Carla Vizzotti, hasta ese entonces, viceministra de salud, es decir, la segunda al mando del ministerio. Esto nos hace pensar si ella sabía o no acerca de este vacunatorio dentro de esta misma institución puesto que, si tenía conocimiento, es cómplice y debería tener el mismo castigo que Ginés, y si no está al tanto, resulta de una incapacidad de su parte debido a que era ella quién se encargaba de este tema tan importante. La actual funcionaria, fue la misma que comenzó el plan de vacunación con un viaje secreto a Rusia, luego fue la que presentó los casos y fallecimientos diarios con un payaso que bailaba y cantaba.

Con todo esto en cuenta, queremos ponernos en el lugar de los argentinos, de la gente, del pueblo, de aquellos que están en sus casas observando este escándalo, de los abuelos que están encerrados en sus casas desde hace 11 meses esperando que les llegue la vacuna para poder vivir sus últimos años, de los miles de médicos que no llegaron a vacunarse, de los docentes que no pudieron acceder a un turno, de los policías que no se vacunaron y tienen altas posibilidades de contagiase. Pero, por sobre todo, de los millones de ciudadanos que día a día pagan sus impuestos y que, con aquel dinero, se compran estas vacunas. La indignación, el enojo, la impotencia, la tristeza que deben haber sentido. Fueron ellos los que le dieron la oportunidad al país de comprar esas escasas vacunas.

Por otro lado, esto nos demuestra algo mucho más profundo, la inmoralidad de muchos funcionarios elegidos y la corrupción de la palabras de los mandatarios públicos. ¿Cómo creerles ahora a los funcionarios que hablan de equidad, igualdad y prioridad en la vacuna? ¿Por qué se dan la vacuna primero los funcionarios y luego los ciudadanos corrientes?

Es más, nos hace contemplar que los bienes públicos pueden ser manipulados, de manera sencilla, por el partido político gobernante. Aún hoy continúan las demandas de miles de páginas periodísticas y de cuentas de Twitter acerca de los militantes del Frente de Todos y de La Cámpora que son vacunados con apenas 20, 30 y 40 años. Las vacunas no les pertenecen a ellos, son de los ciudadanos que están siempre, los funcionarios van y vienen por mandatos: un día esta un partido y otro día uno diferente.
Por último, cabe destacar la profundidad del cansancio con el gabinete del actual gobierno. Todos los días surgen escándalos sobre dichos (Cafiero sobre los DDHH), audios, chats de WhatsApp (Victoria Donda y suempleada doméstica), imágenes incongruentes (Alberto con Moyano sin tapaboca nidistancia social), escándalos (vacunatorio VIP), frases por fuera del micrófono (Guzmán en la presentación del presupuesto), internas dentro del poder (CFK-AF), entre muchos otras situaciones. Y esto sin agregar la creciente crisis económica. En otras palabras, Argentina vive en una constante crisis y parece ser que tanto el oficialismo como la oposición, aunque denuncien y hablen sobre los temas, no se ubican para dar decisiones explícitas, las cuales la “gente” pueda sentir en su cotidianeidad. Esta vez se llegó demasiado lejos, están jugando con la vida de los argentinos.

Entonces, en conclusión, tendría que haber sanciones más duras a los que participaron y participan de estos escándalos, no debería bastar con una sola renuncia. El pueblo está observando.

Escrito por Valentín Olavarría 


 

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