El narcotráfico y la política

   Hace unas semanas, el ministro de seguridad de la Nación Aníbal Fernández, se tuvo que disculpar con el comediante Nik, luego de escribir un tuit donde revelaba el colegio al que iban sus hijos. Las disculpas fueron parciales ya que la justificación de Aníbal fue que el no para de “agraviarlos”, por las criticas de Nik al gobierno, como si se tratara de una pelea de chicos y no del pedido de disculpas de un funcionario del gobierno ante una amenaza publica a un ciudadano. Su función en política siempre fue esa, la de patotear e intimidar, sin límites. Como cuando decía del fiscal Nisman ya muerto, que era un sinvergüenza y que usaba los fondos destinados a esclarecer el caso de la AMIA para “salir con minas y pagar ñoquis”.

     Pero en el historial de Aníbal, las intimidaciones y amenazas, son de lo menos grave que uno se encuentra. Si uno revisa los periodos del kirchnerismo, el narcotráfico creció y tomo protagonismo en la Argentina. Sobre todo, el negocio de la efedrina, en el que hubo algunas vinculaciones de los principales participes del negocio con el actual ministro de seguridad. Nada esta probado y la hipótesis de que Aníbal Fernández haya ocupado el rol de “la morsa” en la causa está descartada. Pero hay algunos datos y declaraciones confusas, mas aun teniendo en cuenta que hubo muchas trabas en la justicia con respecto al negocio de la efedrina y al triple crimen de General Rodríguez. Esta historia esta olvidada y nadie la tiene en cuenta al habar nada menos que del ministro de seguridad de a Nación, que a pesar de las declaraciones que lo comprometen, se lo investigo poco y nada. 

     La efedrina es una droga que sirve para hacer medicamentos y también para producir drogas sintéticas como la metanfetamina o el éxtasis. La venta de efedrina era legal, pero siempre que el comprador presente una receta medica y en determinadas cantidades. Como en México era difícil de conseguir y muy cara, la venta de comerciantes argentinos a los carteles mexicanos comenzó a ser un negocio muy rentable. Acá la efedrina se vendía en farmacias y droguerías, por lo tanto, se podía comprar una parte en el marco de la legalidad y otra en paralelo a la ley. La legalidad del producto culmino cuando se conoció que el triple crimen de General Rodríguez estaba asociado al narcotráfico de efedrina.

      La competencia en el comercio de la droga explica el asesinato de Sebastián Forza, Damián ferrón y Leopoldo Bina, cuyos cadáveres aparecieron en un descampado en General Rodríguez un 13 de agosto de 2008. Los tres desaparecieron el 7 de agosto del mismo año, los peritos probaron que fueron asesinados ese mismo día y que los cuerpos fueron refrigerados hasta el día que los encontraron en el descampado. Los tres fueron llevados a un lugar en zona sur del conurbano bonaerense para concretar una venta millonaria de efedrina que en realidad no existía, fue la excusa para luego llevarlos a un lugar más recóndito y allí matarlos. Los cuerpos fueron plantados en General Rodríguez, dicen algunas versiones que para que se disocie el hecho con la ciudad de Quilmes, donde se supone que fueron asesinados. A Forza lo habían hecho consumir cocaína y a Bina le cortaron una oreja. A partir de este crimen empieza a investigarse sobre la ruta de la efedrina y como funciono el negocio. Los acusados como participes necesarios del crimen fueron los hermanos Martin y Cristian Lanatta, y Marcelo y Víctor Schillaci. 

      Martin Lanatta cuenta desde la cárcel, que cuando él se encargaba de la recaudaciones paralelas y portaciones no registradas del Renar (Registro Nacional de Armas) que respondía al ministerio de Aníbal Fernández, le hace la firma de la portación a Sebastián Forza (ya metido en el negocio de las drogas) y genera un vínculo a partir de algunos encuentros. En una de sus reuniones Forza le comenta Lanatta que la policía le respiraba la nuca y que necesitaba que el lo junte con alguna autoridad para sacarlo de aprietos. Como Forza tenía la portación dada por el Renar, para evitar problemas Lanatta tiene una reunión con Andrés Meiszner, el encargado de Renar y hombre de Aníbal Fernández, y también con él, para comentarles de la situación de Forza y que ellos tomaran una decisión. Debido a las desprolijidades de Forza, Fernández le exige 250.000 dólares para empezar la gestión y una vez reunidos Lanatta, Forza y Aníbal Fernández, Forza entrega la plata y Fernández le pide que le pase toda la información del negocio de la efedrina. Ahí lo pone en contacto con un agente de inteligencia que respondía a Aníbal. El agente de inteligencia se mete de lleno en el negocio aprovechando los contactos con los que ya contaba Sebastián Forza.

    Tiempo después Forza aparece muerto junto con sus socios Ferrón y Bina, y Lanatta asegura que orden la dio Aníbal Fernández. Consta en la causa que hubo 688 llamadas entre Alejandro Giancristoforo, secretario de Meiszner, y Martin Lanatta acusado de la autoría del triple crimen, alrededor de dos meses antes de que el mismo sea cometido. Además de las 25 llamadas entre Giancristoforo y Aníbal Fernández. Tiempo antes del tripe asesinato, Forza, que según Lanatta se había vuelto un estorbo para el negocio, por miedo a lo que pueda pasar tiene una entrevista con Christian Sanz, un periodista, en donde le cuenta en lo que estaba involucrado y con quienes, esto confirmado por el propio periodista que nunca fue llamado a declarar. En gran parte de los negocios que cuenta Forza estaba vinculado el Estado y le menciona al periodista el nombre de Aníbal Fernández. Después de que se filtre información acerca de este encuentro se termina enterando Aníbal de que Forza estaba hablando y de ahí la explicación del crimen.

   El otro apuntado como autor intelectual del crimen fue Esteban Pérez Corradi, otro de los que estaba asentado en la venta de efedrina a carteles mexicanos y le compro la misma por un tiempo a una farmacia que pertenecía a Luis Salerno y a su socio Damián Ferrón, uno de los asesinados. Según declaraciones de Salerno, le vendían la efedrina a Pérez Corradi, pero dentro de las cantidades autorizadas. En una de las conversaciones, Corradi le comenta a Salerno que necesitaba efedrina en más cantidad porque lo había contactado gente del gobierno para manejar la recaudación del producto. En varias ocasiones le menciono “la morsa”, y cuando Salerno pregunto quien era, Corradi le dijo que era Aníbal Fernández. La morsa era la pata política que permitía la entrada de efedrina en grandes cantidades desde China o India a la Argentina, así como su importación a México. Mas adelante alguien le empieza a sacar parte del negocio de Pérez Corradi que lo cita a Salerno anticipando que alguien lo había traicionado y estaba vendiendo efedrina a sus espaldas. Al acusar a Salerno y este negarlo, la otra opción probable era su socio en la farmacia, Damián Ferrón que se lo negó a Salerno. A pesar de negárselo a su socio, Ferrón estaba formando una sociedad con Bina y Forza, y se habían metido en el comercio de efedrina. Dice Salerno, que uno o dos días después de que desaparecieron los tres asesinados, recibió un llamado a la farmacia de Aníbal Fernández preguntando por él, que no se encontraba en ese momento. Esto se supo cierto porque en la indagatoria en el juzgado federal de campana le preguntan a Salerno porque había recibido una llamada desde el teléfono personal de Fernández.

      Por lo que cuentan los participes de la historia, había dos bandos en el negocio, uno el de los tres asesinados y otro el de Pérez Corradi. Según algunas declaraciones el gobierno hacia negocios con Pérez Corradi y también se había vinculado con Forza que era el que le informaba todo al agente de inteligencia que respondería a Aníbal Fernández.

   Estas son versiones de la historia contada por algunos de sus protagonistas que hacen mención al rol de Aníbal Fernández como “la morsa”, aunque nada este probado. Otros testimonios indicaron que “la morsa” era un agente de los servicios de inteligencia. Lo cierto es que la entrada de efedrina a la Argentina creció exponencialmente de 2003 a 2008, excediendo burdamente el sustento sanitario que permitía su importación. La importación de efedrina paso de una tonelada y media en 2003 a 20 toneladas en 2007 sin ningún tipo de control por parte del Estado, periodo en el que el ministro del interior era Aníbal Fernández. Esto presume que como mínimo hubo inoperancia y un silencio cómplice por parte de las autoridades en ese momento, además de las suposiciones por lo menos atinadas, que dicen que desde algún lugar de la política se facilitaba la entrada del producto. Además, desde la justicia no se quiso investigar los lazos políticos del caso. 

       Como se manifestó en la anterior nota de La Argentina Joven, el nuevo epicentro del narcotráfico en la Argentina es en la provincia de Rosario, absolutamente tomada por los narcos. La nueva amenaza es que esto se extienda a la Provincia de Buenos Aires. Ojalá ningún sector del Estado coopere con el narcotráfico, sino que por el contrario lo combata con determinación. Ruego al flamante ministro de Seguridad de la Nación, que se dedique a lo que le compete y cumpla el rol fundamental que se le asigno. Su historial no ayuda a la credibilidad de muchísimos de los argentinos y si continua con sus amenazas perderá la poca confianza que le queda.

Por Juan Urien



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