Madurez política para un momento político

  Siempre se dice que hay que mirar el proceso, no una situación, la película y no una foto. Sin embargo, al fin y al cabo, el proceso está comprendido por momentos que tienen un hilo conductor (y que se debería ver en cada foto).

  En el día de ayer se votó una ley de modificación de algunas partes del impuesto a Bienes Personales en Diputados, cuyo proyecto fue presentado por el oficialismo, pero el debate fue pedido por la oposición. Entre otras cuestiones, aumentaba el mínimo no imponible (menos personas pagarían el impuesto) y subía la alícuota para ciertos patrimonios. Finalmente, la ley tuvo media sanción, 127 frente a 126. La oposición mayoritaria (JxC) votando en contra y, el oficialismo junto algunos aliados, a favor.

  Lo curioso es que votaron 253 de 257 legisladores, ¿Dónde se encontraban los otros cuatro? Dos son del PRO, uno del bloque Evolución Radical y, el otro, del Frente de Todos. Según la tendencia, con estos votos, la ley no hubiera salido, con 129 de la oposición y 128 del oficialismo.

  Todo esto entendiendo que es una cámara sumamente renovada y con diputados con sólo días de mandato (algunos de ellos entre los ausentes). El presidente Alberto Fernández impulsó la prórroga de las sesiones ordinarias del 30 de noviembre hasta el 31 de diciembre con el objetivo de tratar temas cruciales (sino, no lo hubiera hecho). Las razones de estas ausencias no son entendibles del todo: provenimos de una campaña que generaron por parte de la oposición máximas expectativas, entre ellas, “le pondremos un freno al kirchnerismo”, “con 7 diputados más nos convertiremos en Venezuela”, “somos la única mayoría que puede ponerle un freno al kirchnerismo”.

  Y esto no significa que no “bancamos humanos en el Congreso, de esos que se enferman o que les importa su familia” como dijo la diputada de JxC, Sabrina Ajmechet. Podemos entender las razones de sus ausencias, pero no podemos entender la falta de previsión política para ellas. Un caso fue por un casamiento familiar, otro por un viaje familiar y el último por Covid-19. Bancamos a diputados que tengan voluntad e inteligencia política para contar los votos que tienen antes de pedir una reunión, observar quiénes faltan y quiénes podrían faltar. Sobre el tema del covid-19, ¿no hubiera sido lógico que las personas que tengan el virus puedan sesionar y dar su voto desde su casa? Debido a que es una situación incontrolable, extrema y excepcional con la que debemos convivir. Si Randazzo tuviera coronavirus y no podría sesionar, ¿dejaríamos a más de 280.000 personas (sus votos) sin voz ni voto? Todo esto en cuenta, aunque eran inevitables estos faltazos, era evitable la presentación del interbloque opositor al recinto y el pedido de reunión en este debate. Porque la política precisa de teoría (conceptos, miradas, ideologías, pensamientos) como la de “no subir impuestos”, pero también necesita de práctica (estratégica, presentación o no). 

  Además de esto, quiero hacer locución a otra imagen, la del Presupuesto 2022. La mirada sencilla y rápida nos podría decir que JxC fue inteligente políticamente para desactivar la sesión y no acompañar la vuelta a comisión. Pero ¿los intereses partidarios son iguales a los intereses ciudadanos? El interbloque de la oposición luego de no aprobar el presupuesto tuvo grandes beneficios como dejar “standalone” a Máximo Kirchner, dejar al gobierno con la única opción de prorrogar el Presupuesto 2021, no volver a sesionar este año por esta temática, una excusa sencilla, etc. No obstante, si comprendemos la lógica del discurso de Ritondo mientras no aprobaba la vuelta a comisión del proyecto (que podría generar nuevas modificaciones en éste y nuevas interpelaciones a ministros), es bastante extraña. Por un “pataleo” del presidente del interbloque opositor, se negaron a aprobar una moción que querían que suceda (la vuelta a comisión del proyecto). Esto es cierto debido a que discursos atrás como los de la UCR y la Coalición Cívica, se mostraron dispuestos a aprobar la moción expresada. Podríamos decir que JxC reaccionó de la misma forma que Máximo Kirchner, un descargo extremista, sin contexto y sin tener en cuenta las consecuencias de tal agravio. Un ejemplo cotidiano puede ser claro: cuando dos chicos se están peleando por el mismo juguete, una solución puede ser que lo compartan o que uno se lo saque al otro y, así, surjan las “piñas”. La situación con el Presupuesto fue esta última, a veces hay que ceder ante los agravios y más aún cuando te beneficias en la votación.

  En el oficialismo, desde las elecciones de noviembre, también observamos falta de madurez política, especialmente cuando en campaña pregonaban la búsqueda de un “acuerdo político con la oposición”. Entre algunas imágenes, visualizamos aquella que narró una elección diferente, con una supuesta “victoria” del oficialismo que dejó sin palabras a la opinión pública: ¿Cómo se puede ganar perdiendo? Claramente muestra la poca sensatez y la escasez democrática de un grupo que no termina de reconocer la legitimidad de otros (y que… va a acordar con ellos). Asimismo, se hallamos el Acto del Día de la Democracia, sin invitación de la parte más importante en este sistema político que son los contrincantes (si no, como se quizo ilustrar, sería una dictadura de un solo partido). No hay que olvidar tampoco el momento en que Carlos Heller apagó el micrófono a un diputado opositor. Así, podríamos seguir.

  Concluyendo, la idea de esta nota era mostrar diversas “imágenes” y “fotos” del escenario político argentino para ilustrar la falta de madurez política de ambos lados de la insoportable grieta. ¿La parte positiva? Que la inmadurez es solucionable, con práctica, con interés y con búsqueda. La falta de dirigentes políticos que miren más allá de sus propios ombligos modificaría la argentina no en el 2023 sino ahora, en el 2021. La Argentina precisa un cambio de rumbo y es con la política, la única que tiene las herramientas institucionales para cambiar la realidad (se ve que por ello Milei entró a la “casta”). Y la política es crear consensos, aceptando la legitimidad de los otros. Esto es porque, las dos fuerzas más importantes del país, JxC y el Fdt, obtuvieron en las elecciones pasadas el 75% de los votos (41 Y 33, respectivamente). Es decir, ambos tienen una representación popular mayúscula, y nadie puede negar a la otra, por lo que únicamente con acuerdo pueden desarrollar lo que la gran mayoría de los argentinos buscaron en las urnas.

Por Valentín Olavarría



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