91.536 votos reunió Cinthia Fernandez en las elecciones legislativas del año pasado, en lo que fue su debut como política tras años de carrera como vedette y bailarina en la televisión argentina. Su precandidatura como diputada nacional generó reacciones de todo tipo, pero sobre todo, logró revivir un debate milenario acerca de la política y el espectáculo.
Durante los últimos años, varias figuras de los medios y la televisión argentina fueron convocadas por partidos políticos con el fin de impulsar una nueva carrera. Fue a finales del año pasado que el cantante David Martinez, más conocido como el “Dipy”, anunció el lanzamiento de su carrera política, poniéndose a disposición de cualquier partido político. Años atrás fue Amalia Granata, originalmente conocida por ser panelista televisiba, quien informaba acerca de su nueva carrera política tras participar y opinar recurrentemente en el debate publico acerca de la legalización del aborto. Granata es ahora diputada nacional por el partido Unite por la Familia y La Vida, juntando más de 270 mil votos en las elecciones de 2019.
La fusión del espectáculo y la política parece ser un fenómeno actual, impulsado por el “boom” de las redes sociales y el descontento con la política -podríamos llamarla- tradicional argentina. Sin embargo, es un fenómeno que no da sus inicios en los años 2000. Casos emblemáticos de actores del espectáculo que dan su paso en la política hay varios, tanto en Argentina como en el resto del mundo. Podemos mencionar a Luis Brandoni, quien posee años de trayectoria tanto en el teatro como en el espacio político. Si buscamos ejemplos en el exterior, no puede faltar hacer mención a Ronald Reagan, ex presidente de los Estado Unidos, que antes de llegar a Washington D.C había dejado su huella en Hollywood.
¿Qué hace, entonces, que la política y el espectáculo logren fusionarse de manera constante? Muchos recalcan la tendencia de la ciudadanía en transformar a los políticos en celebridades. Se ha perdido la noción de los políticos como servidores públicos, sobre todo en Argentina. Ahora, la ciudadanía espera que los políticos hagan apariciones en los medios. Esta necesidad va de la mano de los altibajos que experimentan las personas respecto a su nivel de confianza en los medios. Aquellos interesados en proyectos e ideas políticas buscan información por su cuenta, eligiendo las redes sociales como una de sus fuentes. También, se une con la idea de la democratización de pareceres que permiten las redes sociales, donde cada usuario publica y opina lo que quiere. En las redes, los políticos, candidatos, funcionarios de gobierno, etc no solo expresan sus logros, críticas y opiniones, sino que también muestran detalles de su vida personal, su familia, su situación amorosa. Se mimetiza lo público y lo privado, y comienza a forjarse la idea del político como un tipo de celebridad. Y de la idea de celebridad, surge la idea de élite, la cual también está asociada al inalcanzable espectáculo.
Las noticias, los twits, las publicaciones en instagram subrayan lo personal de sí mismas. Imprimen en la memoria pública nombres propios alrededor de una polémica con el objetivo de ascender al juego de la política, diría Natalia Aruguete, investigadora del CONICET. De esta forma se personalizan ideas, se construyen prejuicios, se imponen agendas, se ocupa el espacio político con un proceso de mediatización. Esta mediatización logra atraer a personas propias del mundo del espectáculo, ya que la búsqueda directa de la ciudadanía en las redes coincide con cómo se muestran muchas otras figuras que progresivamente dirigen su discurso hacia un lado político. Discursos cargados de pasión y muchas veces poca instrucción, ya que muchos comienzan como descargas y críticas en momentos de descontento. Sin embargo, aquellas voces del espectáculo que logran reunir apoyo en la sociedad, carecen de ciertos marcos formales, por lo que es usual que los partidos políticos sean aquellos en acercarse. Es a través de la unión de ambos que se traza el nuevo camino de la persona, cuya imagen comienza a transformarse.
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