La política y la cancha

    El fútbol es un deporte que en Argentina mueve masas. Es un deporte tan integrado en

nuestra sociedad, nuestras costumbres, que cada cuatro años el país se paraliza ante la Copa

Mundial. Esas tardes de partidos los chicos no van a la escuela, los negocios cierran temprano, no

hay ruido en la calle. El fútbol es un fenómeno que trasciende el deporte, e invita a cualquier

clase, cualquier persona y cualquier ideología política a participar. La política nunca se ha

quedado fuera de la cancha. El fútbol ha sido funcional en la historia argentina: ha dado paso a

líderes políticos, ha sido eje de políticas públicas y ha creado importantes organizaciones donde

se disputan altos cargos de poder.

     Para muchos, cuando se piensa en fútbol y política se piensa en los memorables

mundiales de los años 1978 y 1986. Se piensa en aquello que Argentina presentaba y ocultaba

ante el mundo, se piensa en la simbología encarnada en ambos momentos. Sin embargo, la

historia política de nuestro país y el fútbol no empieza ni acaba en esos años. Durante el segundo

peronismo, el fútbol era la actividad deportiva por excelencia en todas las escuelas del país. Se

celebraban los “Campeonatos de Evita” que reunía colegios de diversas zonas e instalaba al fútbol

como un acto socializador y social. El antropólogo Eduardo Archetti describía a las políticas

públicas peronistas como los esfuerzos sistemáticos de vincular al deporte con la nación y

presentarlo ante el mundo como tal. A dichos esfuerzos le sigue la primera ley organizadora del

deporte, durante la presidencia de Onganía y la creación de la Secretaría de Deportes durante la

última dictadura. Así, el fútbol se convierte en el deporte de las mayorías, respaldado no solo por

el amor de la gente sino también por lineamientos políticos.

      Pero la historia política del fútbol en Argentina no solo conduce a la creación de “Fútbol

para Todos”, sino que afianzan el vínculo social y político que convierte al deporte en un

patrimonio cultural nacional. El fútbol se mezcla con medios de comunicación, universidades,

empresas y también partidos políticos. Los centros de poder comienzan a desbordar la esfera

política y a invadir asociaciones como la AFA, donde las rivalidades dejaron de ser solamente

deportivas hace años. Quien gobierna la AFA no solamente posee intereses relacionados con la

actividad deportiva, ya que se necesita mucho más que eso para llegar a dicha posición. Dentro

de la organización se abre un espacio de lucha para muchos dirigentes. Actualmente la AFA es

presidida por Claudio Tapia, quien casualmente es el yerno de Hugo Moyano, uno de los

sindicalistas más conocidos en todo el país y presidente del Club Independiente.

     Pero Moyano no es la única cara política asociada al fútbol. Nuestro ministro de Turismo y

Deporte, Matias Lammens, fue presidente del Club San Lorenzo hasta 2019. Muricio Macri,

ex-presidente argentino, fue la cabeza de Boca Juniors desde 1995 hasta 2008. No es casual,

entonces, la relación entre el deporte más querido por los argentinos y los políticos del momento.

La llegada a la gente que poseen los clubes deportivos es utilizada como estrategia política. Se

comienza a armar la campaña desde los partidos, las asociaciones, los encuentros con el hincha..

Y los clubes se ven sumamente beneficiados, ya que comienzan a ingresar fondos que sirven

para satisfacer las necesidades internas de cada institución. El fútbol es un deporte millonario, y

para que un club se mantenga andando se necesita mucho más que llegada a los hinchas.

También aquellos clubes que tienen afinidad con ciertos políticos poseen la ventaja de aceleración

de trámites, asesoramiento, entre otros.

      Se observa, entonces, las distintas áreas de la política en donde el fútbol parece tener un

espacio. A veces dichos lugares son más fáciles de identificar, como cuando se acerca una

elección y los debates acerca de las políticas deportivas resurgen. Algunas políticas son tan

fuertes, que ni grandes cambios en la ideología del gobernante pueden desplazarlas. El gran

ejemplo es Maurico Macri y su gobierno, quien no pudo eliminar el programa “Fútbol para Todos”

hasta 2019, un programa creado durante la segunda presidencia de Cristina Kirchner, debido a la

cantidad de clubes y fanáticos que defienden su continuidad.

        Innegablemente el fútbol en nuestro país mueve masas, dinero y poder. Si bien las

conexiones entre la política y el fútbol no son difíciles de encontrar, es fácil olvidarse de ellas.

Cada vez que se disputa un nuevo cargo dentro de los clubes más importantes en el país, hay

muchos intereses en juego, más de los que la ciudadanía puede imaginarse. Cuando se acercan

cualquier tipo de elecciones, afloran las afinidades. Y cuando se gobierna, se hace tanto dentro

como fuera de la cancha.

                                                                                                                             Magdalena Napolitano




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