A 48 años de su muerte, Juan Domingo Perón continúa en el centro del escenario político argentino. Ningún candidato puede escapar de su sombra ni ignorar la tracción política que su figura posee. El peronismo, aún 48 años después, logra movilizar multitudes y protagonizar la mayoría de los reclamos sociales. Su vigencia persiste, a pesar de que su líder ya no esté. Pero ¿cómo puede ser que casi medio siglo después Juan Domingo Perón se mantenga relevante?
Debemos comenzar por definir al peronismo como un movimiento populista, es decir, un fenómeno político que se nutre de los antagonismos y encuentra sus raíces en profundas crisis económicas, brechas entre los gobernantes y la ciudadanía, democracias cada vez menos participativas y en el rol de los medios de comunicación y las redes sociales.
Para comprender la vigencia del peronismo, nos remontaremos a su origen mediático, pues su comienzo no respondió a otra cosa que a una iniciativa de los opositores de Juan Domingo Perón.
Un 16 de junio de 1945, el entonces vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón, fue blanco de una oleada de solicitadas en los diarios, publicadas en nombre de asociaciones empresariales que se oponían a las reformas que su cartera llevaba adelante.
Frente a la irrupción mediática, Perón se vio obligado a conseguir el apoyo de su bloque social, que para entonces no era amplio, teniendo en cuenta que el año anterior había fracasado un intento de acto que él mismo había convocado en celebración por su primer año de gestión.
Así, un 12 de julio de 1945 las organizaciones gremiales más afines a Perón salieron a la calle a defenderlo. Por lo que podemos afirmar que la oleada de críticas empresariales públicas fue la primera chispa del calor social que daría origen al fenómeno peronista.
Perón, como todo líder populista, utilizó lo sucedido y lo presentó como una batalla del peronismo contra el periodismo.
Algo similar sucedió en octubre de ese año, cuando el líder fue detenido por el gobierno. No pasó mucho tiempo hasta que la presión social obligó a la liberación de Juan Domingo Perón, pues el 17 de octubre de 1945, con una multitud de por medio, el líder resurgió.
Habiendo dejado en claro el origen netamente populista del peronismo, nos toca analizar la vigencia del movimiento.
A lo largo de los años, el peronismo se ha teñido de distintos colores y ha enarbolado variedad de banderas. Podemos encontrarnos con “peronistas del primer Perón”, “peronistas revolucionarios”, “peronistas conservadores”, “kirchneristas” y, hasta, “menemistas”. El abanico de ideologías peronistas no tiene fin. Hasta Montoneros, que fue una guerrilla autoproclamada peronista, reclamó el regreso del mismo líder que luego los echaría de la plaza.
Lo puramente peronista hoy parecería no existir, y aun así la mayoría de los líderes políticos argentinos no dudan en invocar a Juan Domingo Perón para legitimar sus discursos.
Carlos Saúl Menem se pasó la mayoría de su presidencia diciendo que Perón hubiese apoyado su política de privatizaciones, argumentando que las privatizaciones son peronistas. La actual vicepresidente Cristina Kirchner, reiteradas veces, afirmó que si Perón y Evita vivieran votarían a su espacio político. Y finalmente, el expresidente Mauricio Macri también ha afirmado que si Perón estuviese vivo se anotaría en Juntos por el Cambio.
Entonces, ¿qué es el peronismo? ¿cómo puede esta ideología ser menemista, kirchnerista, albertista y macrista a la vez?
Esto es posible porque, al igual que otros populismos, el peronismo se presenta como el “todo”. Como bien decía Juan Domingo Perón “uno puede ser radical, conservador, socialista pero finalmente somos todos peronistas”.
El peronismo logra reinventarse elección tras elección porque todos pueden ser identificados como peronistas. El peronismo puede ser de derecha o de izquierda, católico o laico, conservador o progresista, pro-Fuerzas Armadas o anti-Fuerzas Armadas. Las categorías no sirven para los fenómenos populistas, por lo que tampoco podemos encasillar ni definir al peronismo.
Al autopercibirse como el todo, como la sociedad en su totalidad, el discurso peronista triunfa tanto con la derecha como con la izquierda, entre obreros y empresarios, y básicamente puede hacerse de cualquier sector de la comunidad.
Volviendo a la pregunta inicial, ¿cómo puede ser que, casi medio siglo después, Juan Domingo Perón se mantenga relevante?
De acuerdo con el catedrático italiano Loris Zanata existen dos respuestas.
La primera es coyuntural y es que cuando el peronismo cayó por la fuerza en 1955 no había cumplido su recorrido, por lo que fue muy fácil que se transformara en mito cuando los regímenes que lo sucedieron no lograron consolidarse.
La segunda explicación que brinda es estructural, pues si el peronismo sigue teniendo vigencia es porque refleja una cultura difundida entre la mayoría de los argentinos. Según Zanata, la visión unanimista del peronismo se ve reflejada en la cosmovisión de una buena parte de los argentinos. Y esto se debe a que la Argentina, debido a factores históricos, suele resistirse al pluralismo y tiene una obsesión con la identidad, producto de la masiva inmigración que el país recibió a principios del siglo XX.
A 48 años de su muerte, Juan Domingo Perón sigue teniendo la habilidad de movilizar a millones de argentinos. Su nombre nunca dejó de resonar en la política nacional porque su doctrina fue manipulada por muchos para justificar diversas ideologías, que al fin y al cabo no se parecen en nada a la que tuvo su origen en junio de 1945. El fenómeno peronista sin dudas es interesante y digno de analizar, pues no pareciera que fuese a caducar pronto.
Josefina Köhler
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