Fútbol y política

    Según el ensayista Juan José Sebreli, en su libro La era del futbol, este deporte es una carnada para alejar a la sociedad de los problemas reales. Son frecuentes los ejemplos en la historia donde los eventos deportivos fueron utilizados por las elites políticas para dar cierta imagen de la situación de un país, ocultando la realidad. Algunos ejemplos son el mundial de futbol en 1934 en la Italia de Mussolini, las Olimpíadas en la Alemania Nazi de 1936, sobre las cuales Goebbels consideraba que eran “una oportunidad de propaganda como nunca se han visto en el mundo”, el mundial de fútbol en Argentina en 1978, considerado una gran oportunidad para mostrar “que los argentinos somos derechos y humanos” y probablemente el mundial venidero de Qatar. Así como cualquier evento deportivo de grandes magnitudes, tiene intenciones políticas detrás. 

    Pero en cierta disidencia con esta visión, considero que en las organizaciones más chicas, como pueden ser torneos nacionales u otros, aquellas que no son vistas de forma internacional, tenemos más bien un espejo, una radiografía de la realidad del país.

    En la cancha de Gimnasia de la Plata, el pasado jueves 6 de octubre, por excesiva violencia e inútil represión policial (balas de goma y utilización de gases lacrimógenos que luego, por el viento, llegaron al estadio) se terminó provocando un incidente donde murió un hombre y hubo decenas de heridos. En una de las filmaciones se puede ver como un policía dispara hacía unos periodistas que solo estaban filmando lo que ocurría. Esto ocurrió en un marco donde no se sabe si hubo excesivas ventas de entradas para el partido, pero donde solamente había hinchada local, ya que desde hace varios años en el fútbol argentino no hay hinchada visitante para evitar incidentes, pero estos ,lejos de extinguirse, siguen existiendo.

    Este lamentable hecho, nos remite a uno de los momentos más tristes del fútbol argentino: El incidente de puerta 12, en 1968, donde murieron 71 personas fruto de una avalancha, cuyas causas todavía no son certeras. Esta tragedia no es nombrada, tampoco es recordada en sus aniversarios, sin memoria ante semejante desastre no se les rinde respeto a las víctimas. 

    De menor intensidad, podemos recordar lo ocurrido en la final entre los equipos más importantes de fútbol argentino, River y Boca, en la Copa Libertadores en el año 2018. Cuando en el partido de vuelta, el equipo xeneize se dirigía a la cancha su colectivo fue apedreado y varios jugadores resultaron heridos. Como resultado, por la imposibilidad de dar las garantías de seguridad para que se pueda desarrollar el partido de vuelta, se tuvo que jugar el partido en Madrid. Una verdadera vergüenza para la fiesta del fútbol. 

    No solo incidentes de violencia física, otros de carácter más institucional, nos llevan a pensar en la realidad de nuestro país. En el torneo que corre actualmente, en el que ya pasaron la gran mayoría de sus fechas, todavía se tienen dudas respecto a si van a haber descensos, lo más probable es que no, pero esto nos remite a la falta de solidez y el constante cambio de las reglas de juego que sufrimos a nivel económico y político. Como dice en una nota de opinión en el diario La Nación:

    En la Argentina se regula y fiscaliza el fútbol profesional de la misma manera que los gobiernos nos hacen vivir, con medidas improvisadas y arbitrarias –cuando no sospechadas de corrupción–, y con cambios permanentes en las reglas de juego de acuerdo con la conveniencia del momento. 

    Como conclusión, nos perdemos en muchos casos “la fiesta del fútbol” porque debería ser un momento de unión, de alegría, y al mismo tiempo nos perdemos la fiesta de los argentinos para tener un país mejor. El fútbol argentino (a nivel interno), lejos de ser una carnada para ocultar la realidad del país, nos muestra la parte más oscura. 

Por Javier Viegener



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