Inflación y desconexión

Inflación y desconexión

A medida que nos adentramos en el mes de marzo y retomamos las actividades pausadas durante las vacaciones, encontramos un factor común en cada una de ellas: precios difíciles de encajar dentro de nuestros parámetros de barato o caro. ¿Qué significa esto? Uno de los principales síntomas de un proceso inflacionario constante es la pérdida de noción de precios. Imagino que más de uno de nosotros se ha encontrado frente al desafío de decidir a qué precios comprar sus productos o a qué precios vender sus insumos. Aumentan los precios fijados a dólar blue (frente a la desconfianza que genera el dólar oficial) y la incapacidad de programar presupuestos a largo plazo. 

¿Cuál es la gravedad de este ciclo interminable de remarcación de precios? La desconexión de los consumidores frente a los valores de los productos y el miedo de los productores a definir un precio y terminar perdiendo frente a la inflación. Podríamos hablar entonces de un problema de desconexión frente al sistema de valor de precios, pero de la cual también subyace una desconexión más profunda, a la que elijo llamar desconexión con la realidad tanto de nuestros líderes como de la sociedad en general. Nos resignamos (en cierta medida) a mantenernos a flote y subsistir, ya sea por desinterés o por el nivel de impotencia que nos genera la crisis económica del país. 

No es llamativo que programas del estilo Gran Hermano o de farándula y chimentos tengan picos de rating cuando el país se encuentra en sus momentos de mayor inestabilidad. Entiendo esto como una medida de escape que elige la gente frente a la frustración de no ver una salida. Frases como “este país no tiene futuro” o “la salida está en Ezeiza”, entre otras, solamente confirman una población agotada y desesperanzada. Debo admitir que incluso yo, como estudiante de Ciencias Políticas, a veces elijo tomarme un descanso de las noticias por lo abrumantes que me resultan y caigo en la banalidad de preferir hablar de las infidelidades de Fede Bal. ¿Podemos culpar a la sociedad por elegir distraerse frente a una constante cadena de malas noticias?

El ser humano promedio carece de recursos para hacerle frente al desanimo que nos genera un proceso inflacionario continuo, pero nuestros líderes no. Es ahí donde encuentro, lamentablemente, una gran falla por parte de nuestros políticos. Pareciese que mientras la población se distrae con banalidades, ellos también lo hacen o eso es lo que publicitan en los medios. El gran remedio para la inflación, o al menos una especie aspirina en nuestro caso, es generar confianza en la gente; pregunto yo: ¿De qué manera puede un líder político generar confianza si su foco de atención está en banalidades?

El mayor efecto de las políticas económicas, en especial de las que se toman en situaciones de crisis económicas, es el de generar estabilidad a partir de la tranquilidad que le pueden transmitir dichas medidas a los ciudadanos. Roosevelt entendió esto tras el crack del 29´ con sus “charlas junto al fuego”, donde comunicaba al ciudadano estadounidense con claridad y precisión todas las medidas que estaba tomando para enfrentar la recesión. ¿Qué fue lo que esto generó? Logró generar confianza en su figura política y, de esta manera, reconectar a las personas con la realidad de su país. Eso espero para nosotros en un futuro, que podamos reconectarnos a través de la confianza, la confianza que genera la transparencia plasmada en medidas simples y claras que perduren en el tiempo.   

Martina Schang

Estudiante de Ciencias Políticas en UCA




Comentarios

  1. Muy buena reflexión. La mayoría ya no confiamos en los gobernantes, quienes deberían transmitir planes de acción claros (primero deberían tenerlos)

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