Un día como hoy en 1982, se detonaba el conflicto bélico entre el bando argentino y el británico. La República Argentina (durante su último régimen dictatorial, liderado por Leopolgo F. Galtieri) y el Reino Unido (bajo el mandato de Margaret H. Thatcher), nación que usurpó las Islas Malvinas en 1833 y provocó el posterior reclamo por vías diplomáticas de la Argentina. A su vez, significó el combate armado más importante en el que se involucró nuestra nación en el siglo pasado, y uno de los ínfimos casos de nuestra vasta historia. La República Argentina, reconocida histórica, local e internacionalmente por su búsqueda persecutoria de la paz mediante el diálogo, los recursos diplomáticos, el cercano vínculo con la manutención de la seguridad internacional y la revalorización de los DD. HH., había interrumpido un proceso democrático que devino en suspender, e incluso, accionar en contra de dichas cuestiones, lo que fue trasladado al asunto de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, en un contexto de descontento social creciente y con una ascendente serie de incidentes militares desde décadas anteriores, lo que posiblemente llevó a una sucesión de errores de cálculos estratégicos.
Siendo las Malvinas un archipiélago de 11.700km2, con dos islas principales (Soledad y Gran Malvina), las Islas pertenecen al Departamento Islas del Atlántico Sur de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, “sujeta a los tratados con potencias extranjeras que celebre el gobierno federal” según el Art. 2 de la Constitución Provincial. Las islas poseen una amplia diversidad de flora, fauna y otros recursos naturales, similares a los que podemos observar en la superficie continental santacruceña (aproximadamente a 600km de las Islas) donde igualmente, destacan los hidrocarburos, aún no explotados, y la pesca: se estima que el yacimiento de las Islas Malvinas podría producir más de 70.000 barriles diarios de petróleo, y a su vez, la pesca ya generaría unos US$ 271 millones al año.
Las acciones tomadas por la dictadura militar no sólo resquebrajaron el orden democrático interno, sino que también terminaron por afectar a los ideales nacionales históricos en materia de política exterior. La cuestión Malvinas, en la Argentina, no sólo implicó una guerra frente a una potencia extranjera; la mencionada cuestión es una historia larga de reclamos diplomáticos, como así también una historia de pertenencia, de cultura, de unión y de desacuerdos. Es una parte de nuestra identidad como Nación. La política, histórica y actualmente, no es ajena a esto.
“La cuestión Malvinas no debe ser cuestión de un gobierno, sino que es una política de Estado” mencionó el actual presidente de la nación, exactamente un año atrás. A pesar de que la cuestión Malvinas permaneció como una constante, a lo largo de la historia pueden identificarse dos cursos de acción predominantes: el primero, de cercanía con el Reino Unido y con los habitantes de las Islas (mayoría con descendencia y ciudadanía británica), como puede advertirse en los gobiernos tanto de Carlos Saúl Menem (mediante su Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Guido Di Tella), como también de Mauricio Macri, quien buscó promover vetas comerciales mediante el levantamiento de restricciones y el aumento de la frecuencia de vuelos a las Islas, así como el avance en la identificación de los caídos en el cementerio de Darwin. Por otro lado, una segunda visión política implica un método más restrictivo, retomando el camino de las sanciones en la pesca ilegal, la consolidación y protección de los derechos de soberanía y el fomento de las instituciones estatales destinadas a la cuestión estratégica. Ésta última visión puede observarse en la práctica de los gobiernos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández.
Si bien es habitual la mención política de la temática “Malvinas”, igual de común es el reclamo de los excombatientes que, frente a diversos gobiernos, no desistieron en la búsqueda de un justo resarcimiento y el aseguramiento de derechos básicos. Tal es así, que durante el año 2004 existió un acampe de más de 100 días frente a la Casa de Gobierno, donde se logró, mediante el decreto 1357/2004, una pensión equivalente a tres jubilaciones mínimas, lo que de todas formas, equivale al 24% del salario mensual percibido por un Diputado/a Nacional, o el 9% de las jubilaciones de privilegio mensuales percibidas por los ex presidentes de la Nación, mediante la Ley Nº 24.018.
A su vez, en el marco de los 40 años del conflicto, se creó la “Agenda Malvinas”, donde se buscó, mediante un plan de nivel nacional, generar acciones que resalten el reconocimiento a los veteranos como también la visibilización de los derechos soberanos argentinos respecto de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Esta acción estatal se conjuga con el ámbito educativo, donde desde la Reforma Educativa de 1941 se enseña Malvinas mediante un enfoque que promueva la identidad, el sentido de pertenencia y haga resonar el sentimiento nacional, combinando éstos intereses con la necesidad de que las nuevas generaciones conozcan la importancia de mantener vigente el reclamo, como también los argumentos destinados a defender la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas.
Según el material “Malvinas en la escuela”, un artículo promovido desde el Ministerio de Educación que propone actividades para todos los niveles educativos, un 64% de los jóvenes que consideran que las Malvinas son argentinas no logra señalar los argumentos que sostienen el reclamo; y dentro de los que sí lo hacen, el 80% únicamente logra identificar el elemento geográfico. Cabe recordar, en este tramo de la nota, que las Islas Malvinas pertenecen a la República Argentina debido a: A) La continuidad y contigüidad geológica de la zona: las Islas son parte de la plataforma continental de la costa patagónica B) La variedad de títulos jurídicos que posee la Argentina en relación a Malvinas C) El descubrimiento y la ocupación efectiva en las Islas y D) El principio de Uti possidetis iuris (los límites territoriales al momento de la independencia se mantienen en el surgimiento de la Nación); principio que ha sido reconocido internacionalmente en casos similares.
Es por estas cuestiones que Malvinas trascendió transversalmente a generaciones, sectores políticos y ámbitos sociales, generando la simbolización y la resignificación constante de la identidad nacional, y retroalimentando permanentemente una movilización cultural. Las Islas Malvinas no sólo son parte de nuestro vasto territorio, sino que están presentes en cada ciudadano argentino; en cada acto escolar, bandera y escarapela identitaria, como así también en la memoria de los 649 héroes nacionales fallecidos, y en cada excombatiente presente en nuestro territorio.
Tal como la Constitución Nacional lo indica, la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. Es nuestro deber como Nación generar consensos y políticas que no sólo reafirmen la soberanía, sino que también promuevan un desarrollo económico, educativo, social y militar en favor de la autonomía, donde la política de Estado no sea únicamente Malvinas, sino donde sea un conjunto de políticas de Estado transversales a todas las áreas estatales lo que nos permita obtener una mayor probabilidad de éxito mediante las vías diplomáticas, las cuales nunca se debieron dejar de lado.
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