La inseguridad, una sensación cada vez más fuerte

 La semana pasada, Daniel Barrientos, un chofer de colectivo, fue asesinado de un disparo en el pecho durante un robo. Si bien no deja de ser indignante, este caso pasa a formar parte de una cruda realidad delictiva, cada vez más cotidiana. Noticias como estas, indignan sí, pero ya no sorprenden. 

Luego del asesinato, la UTA se movilizó exigiendo justicia y seguridad. Frente a este escenario, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, se hizo presente en el lugar de los disturbios con una notoria voluntad de dialogar, pero sin mucha precaución ni medición de riesgos. Al encontrarse cara a cara con los colectiveros que exigían seguridad y justicia por su compañero asesinado, se desató el caos. 

Rápidamente Berni fue blanco de gritos, golpes y piedrazos, teniendo que ser escoltado por la Policía de la Ciudad, aunque no sin antes probar en primera persona un poco de bronca popular acumulada. 

 Las imágenes del ministro siendo golpeado por la muchedumbre no tardaron en viralizarse, provocando distintas reacciones entre los sectores de la política argentina. Si bien los principales dirigentes de la oposición repudiaron la golpiza de la que fue víctima Sergio Berni, no dejaron de hacer hincapié en la mala gestión del ministro, así como en la compleja situación que atraviesa la provincia en materia de seguridad. 



El hecho suscitó reflexiones ya conocidas por todos, sintetizadas en la deficiencia del Estado argentino para preservar el orden y la seguridad dentro del territorio.

Por su parte, el gobernador bonaerense Axel Kicillof, demostrando una vez más que su área de expertiz no está en las lecturas coyunturales, sostuvo que las circunstancias fueron raras: “Parecía un robo a un blindado”. Además, señaló que “hace unos días estuvo Bullrich hablando de la seguridad en los colectivos”, mezclando un acto político opositor con un asesinato. 

Días más tarde, en lo que pareció un intento por aumentar el malestar social, el gobernador ordenó controles y cacheos a los pasajeros en los colectivos de La Matanza, donde tuvo lugar el homicidio. Como era de esperarse, la medida no tuvo buena recepción… público difícil. Incluso el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, se mostró en desacuerdo con la decisión de Kicillof. 

El frente oficialista es más que diverso, y las internas están a la orden el día, pero la total falta de coordinación, tanto en el discurso como en la praxis, para responder de forma conjunta a las demandas sociales, les puede pasar factura en las urnas. 

Un funcionario peronista, golpeado por miembros de un sindicato peronista, en un distrito peronista. Está claro que los vínculos del oficialismo con su electorado -por más disciplinado que esté- pueden desgastarse. ¿Pero podrá este desgaste verse reflejado en las urnas? Este interrogante es una de las principales preocupaciones de la dirigencia. Mientras tanto, la ciudadanía está centrada en cuestiones un poco más banales, como ir a trabajar sin morir en el intento. 

Un océano separa a los argentinos de la clase política, se acercan las elecciones, y como siempre, las prioridades están ordenadas en torno a ello. Pero quizá sea tiempo de recordarles a unos cuantos, que sin 2023, no hay 2024.


Por Martín Porres (@tincho_porres)

Estudiante de Lic. en Relaciones Internacionales en la UCA 







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