Para comenzar, es importante aclarar que el conflicto en la región es de larga data, por lo que no podemos analizar o tratar de comprender lo que está ocurriendo en la actualidad sin ahondar primero en su raíz.
Pasando por los acontecimientos que marcaron con extremada fuerza la historia del territorio como la Primera Guerra judeo-romana (año 66-73 d.C), el inicio de la Diáspora judía (año 130-135 d.C) que dio lugar al control árabe-musulmán del territorio, las famosas Cruzadas (año 1099-1291), y la Conquista de Jerusalén por parte del líder militar musulmán Saladino en 1187 d.C, llegamos a uno de los orígenes más contemporáneos y centrales del conflicto: el control del territorio por parte del Imperio Otomano, que desde 1516 a 1922 mantuvo a gran parte del mundo islámico y musulmán bajo su dominio, y su disolución y distribución por las potencias tras la Gran Guerra, también conocida como Primera Guerra Mundial.
¿Por qué podemos tomar la disolución del Imperio Otomano como una raíz crucial del conflicto? Porque una vez disuelto, el Sistema de Mandatos de la Liga de las Naciones otorgó a las potencias vencedoras el control y la responsabilidad de gobernar el territorio de Medio Oriente perteneciente al Imperio. Es así como Siria quedó dividida en dos, fomándose el territorio de Siria y el del Líbano, ambos con mandato francés, y con mandato británico se crearon los territorios de Palestina, Transjordania e Irak. Además, la Liga de las Naciones estableció que se facilitaría el retorno e inmigración de judíos a Palestina, logrando que en un período de 17 años (1922-1939) las colonias judías pasaran de 47 a 200 en la región, empezando así la creación de un protoestado judío con establecimientos de escuelas, como la Universidad Hebrea de Jerusalén, y del ejército secreto judío la Haganah.
En 1931, el mundo árabe se reunió en el Congreso Musulmán en Jerusalén para advertir los riesgos que el sionismo y la creciente presencia judía en Palestina implicaba, desde su punto de vista, para su existencia. Sin embargo, no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, que se estableció finalmente en 1948 el Estado de Israel, impulsado por el movimiento sionista liderado por Theodor Herz, que buscaba el establecimiento de un estado judío como respuesta a la discriminación y persecución histórica de estos en Europa y otros lugares del mundo, sin mencionar el terror del Holocausto.
Si bien la ONU trató de llevar a cabo un Plan de Partición para calmar las aguas de una región que comenzaba una marcada escalada de tensiones, este no logró su cometido debido al desacuerdo de la parte palestina en que el pueblo judío recibiera el 55% del territorio de Palestina en el cual se encontraban la mayoría de las llanuras fértiles y el acceso a los recursos hídricos del Mar Muerto y el Mar de Galilea, mientras ellos recibirían el 45% del territorio restante de Palestina; y debido al estallido de la Primera Guerra Árabe-Israelí, que terminó con un tablero distribuido de tal forma que solo el 21% del territorio originalmente asignado a los árabes quedó bajo su control. Si bien muchos otros actores trataron a lo largo de la historia de proponer una solución, como el gobierno británico, presidentes de EEUU desde Clinton a Trump y la ONU, no se ha podido debido a la tarea ardua que implica encontrar un punto medio en el que los actores en conflicto queden medianamente satisfechos. Sobre todo, si a esta ardua tarea se le suma que, en la mayoría de los casos, los mediadores no conocen realmente la historia de ambos pueblos y el territorio per se, y que ambos pueblos no tienen realmente interés en ceder y realizar concesiones. Esto ha derivado en continuas escaladas de tensiones en la región y a un constante desdibujamiento de las fronteras divisorias.
¿Qué hace tan conflictivo a este territorio? El hecho de que en 125,1 km2, dentro de la Ciudad de Jerusalén (Tierra Santa), se encuentran los principales monumentos y lugares sagrados históricos de tres religiones abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Esta situación tan controversial, sumada a la puja de los actores de la región por obtener la mayor parte de los recursos naturales del territorio, dio (y sigue dando) lugar a incontables conflictos, como las conocidas Guerra de los Seis Días, Guerra del Sinaí, Guerra de Yom Kippur, entre otras.
¿Pero quienes son estos actores que se enfrentan en la actualidad? ¿Cuáles son sus objetivos e intereses en el territorio?
Por un lado, nos encontramos con el pueblo judío, el cual en 1948 estableció el Estado de Israel, donde según las creencias y la historia judía se encuentra la tierra histórica y santa de Israel descripta en las Sagradas Escrituras. A lo largo de los siglos, los judíos han mantenido una fuerte presencia en la región, a pesar de las famosas diásporas y la dispersión de gran parte de la población en el mundo. Los israelíes buscan la seguridad y preservación del estado judío alegando vínculos históricos y religiosos dentro del territorio, ya que Jerusalén es un lugar central para la religión judía debido a que alberga, por ejemplo, el Muro de los Lamentos y el Monte del Templo. Dentro de sus argumentos sostienen el derecho histórico y legal en la región y la legitimidad que posee el Estado de Israel debido al reconocimiento internacional de este, tanto por otros Estados como por las Naciones Unidas, organismo del cual es miembro.
Del otro lado, los palestinos son un pueblo árabe que históricamente han vivido en la región conocida como Palestina, la cual integra los territorios de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este. Muchos son descendientes de los habitantes originales de la región denominados como Cananeos y Filisteos, y pertenecen en su mayoría a la rama suní del Islam, aunque también hay una gran presencia cristiana palestina en las ciudades de Belén y Nazaret. Su objetivo central como comunidad es la de establecer un Estado Palestino. Dentro de los argumentos que sostienen para la reivindicación del territorio se encuentran la legitimidad histórica, debido a que alegan tener en él lazos culturales, históricos y religiosos, ya que dentro del territorio se encuentran por ejemplo la Explanada de las Mezquitas y el Domo de la Roca; y el derecho a la autodeterminación de los pueblos para lograr establecer su propio estado independiente.
La cuestión es que dentro del mundo árabe se desprenden grupos terroristas que dicen representar y defender los intereses de los pueblos en conflicto. Tal es el caso de Hamas, creada por los Hermanos Musulmanes, que ante un vacío de poder por parte de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) decidieron tomar cartas en el asunto. Las Brigadas Ezzedin al Qassan, aparato miliatr de Hamas, buscan recurrir al terror y a la lucha armada. La complejidad de la lucha contra el terrorismo radica no solo en la imprevisibilidad de su accionar, sino también en las tácticas que este utiliza. La autoinmolación humana proveniente del suicidio o la muerte por “la causa”, los métodos baratos de creación de armamento, la guerra llevada a cabo en el ciberespacio mediante las “info wars”, los ejercitos de trolls y las fake news son ejemplos clave. Es muy común que se utilice la propaganda y la difusión de contenidos para manipular la opinión pública generando, mediante el factor psicológico, miedo y desinformación en la población. Otro factor extremadamente delicado, es que el campo de batalla terrenal es librado en medio de la población civil, a la cual se la ve como parte del enemigo. Por esta razón, como bien explica Mary Kaldor, “los daños colaterales de antes ahora son los objetivos finales de la táctica”. Esto da lugar a un enorme entramado de violaciones de derechos humanos que se intensifican con el pasar del conflicto. Sin embargo, es necesario también entender que esta crisis humanitaria que vemos actualmente por los medios no inició con la guerra (si bien se intensificó), sino que siempre está presente, sobre todo en el terreno de la Franja de Gaza, donde hay un continuo enfrentamiento entre Hamas e Israel, y por lo tanto, donde hay una gran cantidad de victimas civiles y rotura de infraestructura, hecho que es denunciado constantemente por la comunidad internacional.
Es crucial comprender la complejidad del conflicto que nos acontece para observar la realidad desde un lugar integral. Hamas ha decidido entrar a Israel por la fuerza y comenzar a aplicar sus tácticas terroristas sobre la población civil, lo que deriva en una alerta internacional. Tanto el pueblo palestino como el pueblo israelí se han manifestado a lo largo del mundo en contra de la lucha armada pidiendo un cese de hostilidades, que no han ido más que en escalada. Debemos estar atentos al rol que países de Medio Oriente como Irán, y las potencias decidan ocupar, y al cada vez más posicionado rol de Qatar como un mediador en la región, que viene pisando fuerte desde hace años y que ha conseguido la liberación de varios rehenes americanos en los pasados días. Nos queda esperar entonces y ver el desenvolvimiento del día a día del conflicto, confiando en que pronto se dé un alto al fuego.
Por Luana Vera del Rio.
Excelente Luli!!!👏🏻👏🏻👏🏻
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