En defensa del Peso Argentino

 Por Eduardo Pantaleón Casares

IG: @Eddpant

X: @MonteCristo133

Composición por Eduardo Pantaleón Casares;  Imagen por Maksym Kapliuk / stock.adobe.com.

DEL CUANTIOSO número de reformas que propone el presidente Javier Milei y sus partidarios, la más destacada es por lejos la dolarización. En este breve artículo explicaré por qué la dolarización trae consigo más vicios y males que virtudes a la Argentina –cuyos males son más bien institucionales y sociales que económicos- y la solución que encuentro a esta situación.

Formalmente conocida como la libre elección de monedas, la teoría de la dolarización establece que, debido a la incompetencia de los argentinos para mantener su moneda por razones políticas, económicas y sociales, el peso debe ser eliminado para dar lugar a la adopción de la moneda extranjera que sea más demandada en el mercado interno. En este caso, la moneda adoptada (ley mediante) sería el dólar, puesto que es la más utilizada para la compra y venta de bienes de alto valor, como inmuebles o automóviles: De ahí proviene el nombre por el que es más conocida: Dolarización.

Este argumento es la principal espada del libertarianismo para sostener la dolarización: La incapacidad del argentino para hacerse cargo de su propia materia económica. Lo que es, en analogía, lo que el esquinero de un mueble es para un niño que recién empieza a caminar.

El problema, siguiendo la analogía, es que el niño argentino tiene ya doscientos años: Y debe aprender, ante todo, la importancia de cuidar su integridad física.

Si Argentina quiere ser realmente soberana, y conformarse como una república, deberá hacerse cargo de las obligaciones que impone establecerse como una nación independiente: Instituciones fuertes y controladas por el estado argentino, actuando en representación y por elección de la población. Sólo si la población se hace responsable de sus instituciones, preocupándose al votar, de los valores morales y cuidado de la república que mantengan los candidatos a los que eligen, se podrá entonces sostener una moneda propia: Por medio de políticos que cuiden la institución del peso argentino, no devalúen el peso por medio de la emisión monetaria y sostengan la implementación de una carta orgánica del Banco Central centrada en el cuidado de la divisa nacional. Podría ocurrir, incluso, que se pase a otro sistema monetario. Pero cuyos fines sean los mismos: Sostener un sistema monetario que cumpla la condición verdadera de moneda, es decir, como medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta. Así lo han hecho, con su propia moneda, países como Japón, Corea, Estados Unidos, Alemania, Chile y tantos otros países del globo.

La dolarización podría traer, en efecto y como nos relatan los ideólogos libertarios, innumerables beneficios económicos que sólo una moneda estable y valorada puede proveer: Facilidad en los intercambios monetarios, capacidad de ahorro, previsibilidad en las inversiones y niveles bajos de inflación. Pero el problema será entonces mucho mayor, debido a que habremos perdido una de nuestras instituciones, y con ella, parte de la libertad que obtuvimos en nuestro proceso de independencia: No sólo la capacidad de decidir como pueblo soberano, sino también de hacerse cargo de los deberes que implica la libertad política.

Nuestro país debe aprender a cuidar de sí mismo, sin evadir sus obligaciones como una nación soberana. La dolarización implica escapar del cuidado de nuestra moneda, y entregar parte de nuestra libertad a un tercero. Que la población le exija el máximo de virtudes a su escenario político será la única forma en la que se pueda salir de la catástrofe económica, que azota a nuestro país hace tantos años.

 

Comentarios