Por Augusto Nogués
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Dos patrias enfrentadas, dos pueblos antagónicos. El pueblo kirchnerista y el pueblo libertario nacieron como consecuencia de una crisis económica que golpeaba al país. El kirchnerismo tomó la bandera peronista y el liderazgo del pueblo argentino a través de las figuras de Néstor y Cristina Kirchner, que gracias a la “década ganada”, hasta el día de hoy representa a una gran parte de la sociedad. Pero pareciera que el ideal de justicia social peronista-kirchnerista empezó a derrumbarse con la irrupción de un nuevo fenómeno de masas liderado por un “mesías”, Javier Milei. Él vino a liberar a los argentinos de la casta política y que promete ser quien salve al pueblo del “nido de ratas” que sometió al país en un espiral de crisis económicas y sociales. La aparición de Javier Milei en escena, ¿puede considerarse como el nuevo enemigo al proyecto kirchnerista? ¿Un nuevo momento populista?
DOS patrias enfrentadas, dos pueblos antagónicos. El pueblo kirchnerista y el pueblo libertario nacieron como consecuencia de una crisis económica que golpeaba al país. El kirchnerismo tomó la bandera peronista y el liderazgo del pueblo argentino a través de las figuras de Néstor y Cristina Kirchner, que gracias a la “década ganada”, hasta el día de hoy representa a una gran parte de la sociedad. Pero pareciera que el ideal de justicia social peronista-kirchnerista empezó a derrumbarse con la irrupción de un nuevo fenómeno de masas liderado por un “mesías”, Javier Milei. Él vino a liberar a los argentinos de la casta política y que promete ser quien salve al pueblo del “nido de ratas” que sometió al país en un espiral de crisis económicas y sociales: “Hoy es un día histórico porque dos tercios 2/3 de los argentinos votaron por un cambio (…) Los argentinos de bien tenemos que elegir si queremos kirchnerismo o libertad” (como sé cita en Ávalos, 2023).
La estructura política kirchnerista se construyó en base a 3 pilares: la amenaza del neoliberalismo como enemigo de los argentinos; la identificación de la crisis del 2001 como consecuencia de las acciones de los actores neoliberales y la salvación de la sociedad a través de un proyecto popular y nacional. En el proyecto, el Estado asume como actor central en la articulación de las demandas e intereses del pueblo, con el fin de lograr el bien común (Varesi, 2024) entendido, como un desarrollo e inclusión social basado en la justicia social peronista.
El 1 de marzo de 2013, en la apertura de las sesiones legislativas, CFK bautizaba la década que empezó en 2003 con su esposo NK como la “década ganada”. Bajo su proyecto político nacional lograron la reconquista social, cultural y económica argentina. A su vez, identificaba a su proyecto con la lucha por la vuelta a la democracia, cumplidas las 3 décadas. La lucha militante de los años ´70 y ´80 por la vuelta a la democracia y la lucha kirchnerista por reconstruir a la sociedad de los efectos de la crisis del 2001, “el infierno de todos los argentinos”, eran equiparables. El enemigo y líder del proyecto antagónico eran los actores neoliberales de la última dictadura militar, de la década del 90’, y en la actualidad los organismos financieros capitalistas internacionales que quieren dominar a los países débiles (Varesi, 2024). Su proyecto nacional popular coincide con la democracia, el neoliberalismo del pasado y el que amenaza el futuro con la antidemocracia (Varesi, 2024).
En esta construcción discursiva lo que busca la ex-presidente es identificar al sujeto político kirchnerista como el responsable del bienestar nacional. A través de su discurso, busca presentarse a sí misma y al kirchnerismo como la solución a los problemas de la sociedad. CFK en sus discursos explica el éxito de su proyecto político en satisfacer las demandas sociales, asume un rol de experta en la economía, cultura y política. Con el objetivo de persuadir, asume “una posición enunciativa pedagógica con la finalidad de exponer al auditorio aquello que no puede entender o aquello que otros le ocultan” (Varesi, 2024, p.7). Se trata de la “educación política de quien no sabe” de la cual habla Gramsci (Varesi, 2024, p.7). El líder populista debe asumir ese rol para dirigir cultural, política e ideológicamente a su pueblo. Combina elementos empíricos con emociones y mitos históricos para contar la lucha de un líder por la emancipación de su pueblo. Su discurso se basa entonces en 3 momentos: mostrar a la sociedad como víctima de una situación desastrosa, definir al actor responsable y anunciar quien puede lograr la solución (Varesi, 2024). CFK cierra su discurso del 22 de octubre de 2013 diciendo:
Yo creo que hemos salido del infierno. Y quiero decirles que en nombre de él, de los que ya no están, de todos ustedes y de los 40 millones de argentinos, me voy a jugar la vida en no volver a descender en esa escalera al infierno de todos los argentinos, porque nos merecemos vivir en una patria mejor, en un país mejor.
CFK crea y sostiene un “mito populista” (Casullo, 2019, p.47) con la centralidad de la palabra del líder, que “actúa como punto focal de la identificación de sus seguidores [...] un rasgo común en todos los populismos” (Casullo, 2019, p.49). ¿Por qué se puede considerar al discurso de CFK y la construcción de la “década ganada” como un mito?
Por un lado, se relata la década de gobierno kirchnerista como una “verdadera” conquista social, cultural y económica del país. Es una narración que relata “algo que sucedió efectivamente en el pasado” (Casullo, 2019, p.50). Y su héroe colectivo es el sujeto político kirchnerista que arrancó con el gobierno de NK y siguió con ella. Un sujeto anclado al pueblo argentino de la vuelta a la democracia que sufrió los males del neoliberalismo y vió su infierno en la crisis del 2001, pero que fue salvado por su héroe. La narrativa de la década ganada es la continuación de la juventud militante peronista de la década del ‘70, identificada en las figuras de NK, CFK y el legado kirchnerista. Constituye el sostén espiritual para los militantes del kirchnerismo, engendrando “un efecto político porque genera entusiasmo y un sentido de identidad en los seguidores” (Casullo, 2019, p.51). El pueblo argentino bajo un cielo kirchnerista es un pueblo militante. Induce a la sociedad a estar a favor de su proyecto o a ser su adversario.
La líder política es la representación de la “voluntad colectiva nacional-popular” (Varesi, 2024, p.13) y la herramienta para lograr la salvación del pueblo. Pero, frente a la imposibilidad de su reelección como líder, CFK plantea la cuestión del empoderamiento del pueblo para garantizar que el proyecto que trajo la salvación perdure frente a un futuro incierto. Un futuro que puede traer de vuelta al enemigo neoliberal, una minoría que busca restablecer sus privilegios en detrimento de las conquistas y derechos del pueblo (Varesi, 2024). “Es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad de estas reformas y de estas conquistas para que ya nunca nadie más pueda arrebatárselas” (CFK, 25 de mayo de 2013).
La aparición de Javier Milei en escena, ¿puede considerarse como el nuevo enemigo al proyecto kirchnerista? ¿Un nuevo momento populista? Antes de la llegada de Javier Milei al Poder Ejecutivo el 10 de diciembre de 2023, hubo un gobierno no peronista dirigido por Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Bajo el espacio de Juntos por el Cambio, Macri lideró la oposición anti-kirchnerista que incluía a sectores políticos y sociales variados. La famosa grieta. Macri no pudo lograr la reelección por la crisis socioeconómica, ni tampoco ser una estructura lo suficientemente poderosa como para vencer y reemplazar al proyecto kirchnerista. Como consecuencia, la sociedad retornó a un gobierno peronista con una peor crisis económica y política durante la gestión de Alberto Fernandez. El pueblo argentino desgastado por una crisis que ya involucra tanto a Macri como a Cristina perdió fe en ambos proyectos antagónicos, y se definió por un nuevo líder y representante de su voluntad popular.
Milei no formaba parte de la grieta, era un “outsider”, una salida de escape para el fracaso de las fuerzas políticas tradicionales que no pudieron satisfacer las demandas del pueblo. Pero, aunque no haya formado parte de Juntos por el Cambio, Milei sí se pronunció como el proyecto antagónico al kirchnerismo, culpable de todos los males que pesan sobre la sociedad. La plataforma ideológica que Milei usa para persuadir a las masas de apoyar su liderazgo es la propuesta liberal-libertaria entroncada en la Escuela Austríaca (Ávalos, 2023). Exalta al individuo como principal actor de la sociedad y soberano de su proyecto irrestricto de vida.
A diferencia del kirchnerismo, Milei se posiciona como opositor a cualquier visión colectiva de la sociedad. Reduce al Estado como garante de la ley y los derechos de vida, propiedad y libertad (Ávalos, 2023). A su vez, utiliza como anclaje social e histórico para la construcción de su relato, dos figuras del siglo XIX: J.B. Alberdi, como el responsable en redactar la Constitución Nacional de carácter liberal con un Estado poco intervencionista en la economía y libertad de los ciudadanos (Santamarina y Lidl, 2023). La otra figura es J.A. Roca y su gobierno de “orden y progreso” que permitió que la Nación viviera sus años de mayor crecimiento económico. Milei aspira a que el país vuelva a esa época de esplendor, y condena a la mayoría de los gobiernos de los últimos 120 años por la decadencia argentina, principalmente los peronistas y kirchneristas como los peores de todos los tiempos (Konstantinovsky, 2024). Una verdadera batalla por la historia. Dos argentinas enfrentadas: la liberal del siglo XIX y la justicialista del siglo XX. JM y CFK asumen sus encarnaciones en el siglo XXI.
Ahora bien, Milei obtuvo el apoyo del 55,65% de los votos en el balotaje de 2023, ¿De qué manera Milei pudo absorber las necesidades y demandas de la sociedad frente a un pueblo que sigue militando por la década ganada y la justicia social?
La respuesta está en la construcción de un pueblo sometido a los privilegios de un grupo minoritario: “la casta” (Ávalos, 2023, p.120). Milei lucha contra el kirchnerismo, bajo un nuevo frente de batalla político, social y cultural. No les declara la guerra a los kirchneristas únicamente, sino a toda la elite política corrupta. Formó una fuerza política transversal que atraviesa toda la grieta y clases sociales. Amplía el adversario antagónico. Si la grieta tradicional era vertical, en la izquierda los kirchneristas y en la derecha los neoliberales de Juntos por el Cambio, la grieta que Milei plantea es de corte horizontal. O sos el pueblo que aboga por la libertad, o sos parte del establishment estatal, empresarios prebendarios, sindicalistas y periodistas dependientes del Estado que buscan privilegiar sus intereses en detrimento de la libertad de los ciudadanos: “Prefieren meterle el ajuste a la gente, ir sobre las libertades. No les importa nada con tal de defender sus privilegios de casta” (JM, 16 de mayo de 2022). Esto vuelve a romper con la visión comunitarista estatal del proyecto kirchnerista y de la política. Reafirmando lo anterior, JM (como se citó en Ávalos, 2023) expresó: “Todos hablan de empoderar, empoderar, empoderar… Yo verdaderamente quiero empoderar al pueblo. Lo que quiero buscar es tomar el poder para devolvérselo a la gente, no tomar el poder para esclavizar a la gente”.
Se trata de la construcción de una identidad nueva que rompe con la visión de la política, el rol del Estado, la visión colectiva de la sociedad y la antigua grieta. De hecho, si miramos la fractura interna en Juntos por el Cambio, podemos identificar, la grieta entre los liberales del Pro unidos al proyecto libertario de Milei, por un lado, y por el otro lado, quienes siguen reivindicando a la política tradicional basada en la negociación y consenso, asumido por los larretistas y radicales, la casta. JxC “perdió la capacidad de convertirse en una alternativa nítida” (Carlos Pagni, 24 de agosto de 2023). El voto se radicalizó y eso fragmento a las coaliciones UxP y JxC.
Milei supo aprovechar la crisis de representación política para absorber el apoyo de las fuerzas políticas tradicionales. Aunque haya tenido que moderar y redefinir su concepto de casta política a lo largo de la campaña, limitándose solo a quienes se oponían a su proyecto. Asumió un rol pedagógico al explicar en innumerables entrevistas y discursos, qué medidas económicas había que tomar para sacar al país de, según él, la peor herencia económica de la historia argentina. A su vez, expresó de la manera más honesta el sentimiento de insatisfacción de la sociedad frente a la casta política: “los demás me dicen que entienden cómo estoy. Milei, no. Milei está como estoy yo” (Carlos Pagni, 24 de agosto de 2023). Se convirtió en la voz y la cara de un pueblo que ya se estaba gestando en el seno de la sociedad. Su relato de la realidad persuadió al pueblo a seguir sus direcciones. No es un pueblo militante homogéneo, sino un conjunto de individuos que con un mismo deseo y enemigo que atenta contra sus derechos individuales, eligen a un líder como el representante de su voluntad y la solución a la crisis que los esclavizan.
Para concluir, podemos afirmar que tanto el kirchnerismo como ahora el mileismo son dos fenómenos populistas, “un fenómeno propiamente político” (Casullo, 2024, p.44) que implica una manera de construir poder político, que puede ponerse al servicio de diversos programas ideológicos (Casullo, 2019, p.44). Los programas sirven para hacer política y persuadir a las masas para que se unan al proyecto. Ambos presentan elementos propios de cualquier estructura populista: la división entre el pueblo y la elite; un liderazgo personalista; una crisis profunda y un “otro” amenazante opuesto al pueblo (Moffit, 2022).
En ambos casos prima el enfoque discursivo-performativo, pero se puede notar rasgos del enfoque estratégico en el caso mileista. Ambos tienen un enfoque discursivo porque existe un discurso político que divide la arena política en “pros y antis” (Casullo, 2019, p.45), y el líder en ambos casos se vuelve el representante de las demandas de sus respectivos pueblos. Y al mismo tiempo son performativos porque “tienen efectos sobre la sociedad” (Casullo, 2019, p.47), operan sobre ella a través de sus discursos. Tanto JM como CFK justifican “lo que hacen y por qué lo hacen” (Casullo, 2019, p.48) para sostener su apoyo. A través de un intercambio de palabras, emociones y sentidos profundizan el lazo entre el líder carismático y sus seguidores que permite justificar las acciones del líder.
Tanto el pueblo como la élite son “colectivos imaginados y discursivamente construidos” (Casullo, 2019, p.49), no son elementos objetivos de la realidad, pero no por ello dejan de ser verdaderos. Es el líder quien construye al pueblo en base a elementos materiales de la vida social sobre la cual el discurso se forma. Un modelo discursivo, el mito populista, que narra la historia de un pueblo y su contenido varía del modelo kirchnerista al mileista. En el kirchnerismo es el mito militante y en el mileismo es el mito de la libertad. Los dos tienen un efecto político que es la reacción y el entusiasmo de las masas en convertirse en seguidores o enemigos del nuevo líder y su proyecto nacional.
A su vez, el autor Moffit (2022) considera que ambos enfoques tienen puntos en común, ya que entienden al populismo como una práctica. Mientras que para el discursivo-performativo el fenómeno populista puede ser expresado por un líder individual, partidos o un movimiento colectivo, el enfoque estratégico está limitado al “foco necesario en el líder” (Moffit, 2022, p.49) personalista. Desde este punto de vista el modelo kirchnerista sería discursivo-performativo, mientras que el mileista sería estratégico, por las apelaciones cuasi directas del líder, sin intermediarios institucionales como un partido político o de medios de comunicación clásicos, aunque después haya hecho uso de ellos. Estas apelaciones se dan a través de las redes sociales que le brindan “un modo instantáneo y multidireccional” (Moffit, 2022, p.38) de contacto directo con sus seguidores lo que logró un acceso al poder imprevisto y desorganizado. A su vez, JM en el ejercicio del poder, modera su discurso para achicar la brecha entre lo que dice y lo que hace con el fin de “hacer cumplir las decisiones de autoridad” (Moffit, 2022, p.36). Aunque, en oposición a lo que postulan los defensores de este enfoque, lo llamativo de Milei y lo que logró que gane las elecciones fue, en gran parte, su ideología novedosa y su discurso anti-kirchnerista, anti casta y anti política. Logró persuadir y movilizar a las masas bajo su liderazgo y constituyó un nuevo fenómeno que le disputa el cielo argentino al kirchnerismo.
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