Hacia un reordenamiento del sistema de partidos en Argentina

 


Por Segundo Huczok
@segundohuczok
Imagen de portada cortesía de iProfesional


Introducción.

 

El presente escrito busca explicar el sistema de partidos producto del reordenamiento ideológico a la luz del triunfo de Milei. Hoy, el Congreso no es el mismo que el año pasado. Comparando el color de las bancas, estas dejan de tener su característico amarillo o azul. Este ahora es un congreso fragmentado y cambiante. ¿A qué se podría deber esto? A que el sistema de partidos está cambiando. 

Para explicar este reordenamiento ideológico, me limitaré a aplicar el criterio de clasificación de Giovani Sartori. Sin embargo, el presente trabajo demuestra una dificultad, que es la de bajar la teoría a un caso de estudio práctico. Sartori escribe su “Partidos y sistemas de partidos” en 1980. Hoy, la realidad refleja un sistema de partidos muy distinto del que explicaba el italiano. Por dar un ejemplo, cuando cataloga a México y al PRI como un sistema de partido hegemónico, no tiene en cuenta, claro, que desde el 2000 hasta el día de hoy, ha existido una alternancia entre el PRI, el PAN y Morena, acabando con 71 años de dominio del PRI y girando hacia un pluralismo más moderado. Es por eso que, para el análisis de nuestro tema, está la necesidad de llevar estos autores a la realidad política y coyuntural de hoy.

 

Un acercamiento a los sistemas de partidos.

 

Siguiendo su definición física, un sistema es un agregado en donde las diversas partes interactúan entre sí. En este sentido, dice Malamud, que los partidos políticos no actúan solos “en un medio aislado”, sino que estos “están en interacción permanente con las otras partes (partidos) del ambiente”. (2003, p. 14)

 

Al referirnos a sistemas de partidos, la mayoría de los aportes giran en torno a la clasificación que esbozó Giovani Sartori en 1976. En esta, Sartori busca establecer cuáles son las relaciones e interacciones entre los partidos. Para ello, ampliará el enfoque de Duverger, quien solo utiliza el criterio numérico. De este modo, Sartori combinará cuatro criterios: cuantitativo (numérica), competencia (elecciones libres e iguales condiciones para participar), competitividad (que exista expectativa real de alternancia. Para que ésta exista debe haber necesariamente competencia, sin embargo, puede existir competencia sin competitividad, como es en el caso del partido predominante que después veremos) y, una cualitativa (distancia ideológica) la cual funcionará como variable de control “a fin de establecer cuando la variación en el número de partidos afecta a la dinámica de la competencia, con efectos sobre el sistema político” (Malamud, 2003, p. 15)

De esta manera, Sartori subdivide la categoría de Duverger y propone siete sistemas de partidos.

Para nuestro análisis, nos detendremos en aquellos sistemas que él toma como competitivos.

 

 

Breve historia del sistema de partidos en Argentina

 

Normalmente, tendemos a asociar a Argentina como un sistema bipartidista. La mayoría de las elecciones que recordamos se han disputado en torno a dos ofertas electorales de partidos o coaliciones. Piénsese en UCR y PJ, Cambiemos y Frente Para la Victoria, la Alianza y Concertación Justicialista. Sin embargo, es necesario realizar un paneo histórico para definir mejor cómo fue nuestro sistema de partidos y como podría llegar a ser a día de hoy. Para la brevedad, realizaremos el análisis desde el retorno de la democracia.

Siguiendo a Sartori, se considera bipartidista a un sistema cuando existen solo dos partidos importantes, y, ambos cuentan con expectativas reales de ser gobierno.

 

En la historia de nuestro país, hasta el 1999 observamos un bipartidismo con el enfrentamiento y la alternancia entre la UCR y el PJ. La puja era anti peronismo-peronismo. Claro que había otros partidos: la UCEDE de Alsogaray o hasta el conservador PD competían, sin embargo, estos partidos no llegaban a ser competitivos. La disputa, entonces, era entre los dos partidos centrales antes mencionados, ambos, ya sea mediante sus partidos tradicionales o por la formación de coaliciones (Alianza, Concertación Justicialista) tenían iguales expectativas de llegar al poder.

 

Luego, en las elecciones del 2003, que posiblemente fue una de las de mayor polarización y fragmentación hasta el momento. Fue el año del que se vayan todos, donde la sociedad descreía en gran parte de la clase dirigente para resolver sus problemas. Tras que Carlos Menem se bajara del balotaje, Néstor Kirchner se consagró con la victoria, mediante un partido que estaba fuera del justicialismo oficial: el Frente para la Victoria. De esta manera, la pareja santacruceña dará inicio, a lo que yo asemejo un sistema de partido predominante. Este sistema Sartori lo define como aquel en donde hay competencia pero no competitividad[1]. Hay un partido que es más fuerte que el resto (en este caso el FPV), pero no por un tema vinculado al fraude o la transparencia del sistema. Simplemente porque la gente así lo prefiere. Veamos, por ejemplo, en las elecciones del 2011, en las que Cristina Kirchner se impuso por una mayoría abrupta de 54%, frente a los demás candidatos que lograron resultados no mayores al 20%.

 

Siguiendo, quizás uno de los factores que facilitó que el kirchnerismo se imponga como un sistema de partido predominante es que se encontraba ante una oposición dividida.

En el periodo 2015-2019, observamos un cambio (valga a la redundancia del término): 

Frente al kirchnerismo la oposición tomará dos formas: Cambiemos con Mauricio Macri (PRO, junto a UCR y Coalición Cívica) y el Frente Renovador con Sergio Massa. Deja de ser un bipartidismo puesto que ahora hay un tercer actor de gran relevancia y con expectativas reales de llegar a ser gobierno. Recordemos que en las elecciones del 2015 Sergio Massa obtuvo casi un tercio de los votos, lo cual tuvo un papel determinante en la definición del balotaje entre Scioli y Macri. Al no caracterizarlo como bipartidismo, y siguiendo el criterio de Sartori, este periodo lo encierro como un principio de pluralismo moderado, en el que ninguno de los partidos principales puede obtener la mayoría por si sola, y necesita de la ayuda de un tercer partido para lograrla (el cual fue lo que ocurrió, donde la mayoría de los votos de Massa fueron a parar a Cambiemos). Sin embargo, no quiero caracterizarlo como pluralismo moderado total, puesto que Massa terminaría dando por terminada cualquier intento de coalición con Cambiemos, y pasaría a formar parte de la oposición al gobierno junto al kirchnerismo.

Lo cual nos permite entender el periodo 2019-2023, en donde vuelve la lógica bipartidista. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio disputarán la mayor parte del electorado. El Frente de Todos fue una coalición la cual aglutinó a la mayor parte de la oposición (FPV, PJ y FR) contra el oficialismo de Juntos por el Cambio (ex Cambiemos).  Alberto Fernández consiguió la victoria y Juntos por el Cambio se posicionó como líder indiscutido de la oposición, liderazgo reforzado posteriormente en las elecciones del 2021.[2] Basta con ver la composición de las Cámaras en ese momento para entender que se retoman ciertas características del bipartidismo. Y con esto, se intensifica la polarización de la sociedad entre un lado o el otro. Ahora, la dicotomía será entre anti kirchnerismo – kirchnerismo.[3]

 

Sin embargo, y este es un enorme sin embargo, ante la falta de respuestas del sector de la política a la sociedad, en 2020 emergerá un nuevo sector que le disputará el lugar de oposición a Juntos por el Cambio. Hablamos de los liberales: liderados en un principio por José Luis Espert, Luis Rosales y un outsider de la política Javier Milei, desafiarán a Juntos por el Cambio sobre quien representaba a la verdadera oposición. Esto surge, como afirmamos, de años en los que Juntos por el Cambio no pudo dar respuestas o ser el contrapeso de un electorado que estaba descontento con la política kirchnerista. Sumado, además, a una posición “tibia” que tuvo esta coalición cuando le toco gobernar o de haber acompañado en muchas de sus propuestas al kirchnerismo en el Congreso. La de Milei y el sector liberal era una nueva opción, una opción que se quería mostrar por fuera de la grieta. Era, en definitiva, un nuevo espacio que “iba contra la vieja política” y a disputarle el lugar a ambos partidos tradicionales. 

 

Es así como llegamos a las elecciones del 2023, en un escenario de total polarización en la sociedad, en el que ya la dicotomía no es peronismo - anti peronismo, ni kirchnerismo - anti kirchnerismo. Ahora, se disputaban unas elecciones de tercios. Eran tres actores, los cuales los tres contaban con expectativas reales de ser gobierno. Es claro que esto rompe con la lógica bipartidista (ya no son dos partidos) y pareciera encerrarnos en un nuevo ordenamiento del sistema de partidos, parecido a un pluralismo moderado en su forma, pero con hasta algunos elementos propios del pluralismo polarizado. Sin embargo, antes de adentrarnos en este reordenamiento del sistema producto del triunfo del libertario, es preciso que desarrollemos el porqué de la irrupción de Milei.



El problema de las coaliciones. Su heterogeneidad y su difícil institucionalidad.

 

César Tcach escribe en “Pensar las coaliciones en la Argentina contemporánea” sobre la inestabilidad y el fracaso de las coaliciones electorales en convertirse en efectivas coaliciones de gobierno. Sostiene que, “la Alianza careció de una instancia política desde la cual se tomarán las decisiones clave de la gestión y que hiciese posible un proceso de toma de decisiones con algún grado de institucionalización”. (2011, p. 2) Y es algo que no solo ocurrió en el gobierno de la Alianza, la cual la fractura producida por la renuncia del “Chacho” Álvarez y demás produjo la ingobernabilidad de la coalición. Lo podemos observar también en coaliciones como Cambiemos o el mismo Frente de Todos. 

 

En el caso con Cambiemos, esta fue una coalición que gobernó en 2015, compuesta principalmente por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica. Fue un gobierno marcado por el gradualismo y por el casi nulo cumplimiento de los objetivos políticos planteados. Es, dice el sector liberal, el fracaso del gobierno de Cambiemos lo que permitió que el kirchnerismo regresará al poder. A día de hoy, algunos dirigentes cómo Mauricio Macri reconoce que su gobierno debió haber tomado otro rumbo y se debió haber “asesorado de una mejor manera” (en el sentido de no haber escuchado a la UCR y la Coalición Cívica).

Otro ejemplo es el de la coalición del Frente de Todos. Una coalición igual de heterogénea que Cambiemos que surge de la oposición esta. Quizás la diferencia con la anterior coalición fue que esta[4] rozó con la institucionalidad en su gobierno. Tan solo recordemos el día después de las elecciones del 2021, que medio gabinete entrego su renuncia al presidente Fernández como señal de desaprobación de las políticas tomadas.

 

Ahora, piénsese en si Juntos por el Cambio hubiera ganado las elecciones del 2023. Una coalición aún más heterogénea que su antecesor (Cambiemos) en la que se vio, primero en la disputa entre Larreta y Bullrich en las PASO, que los integrantes de la coalición no estaban de acuerdo en los mismos fines a perseguir. Una coalición, como mucho, puede tener divergencias en la utilización de los medios para la consecución de un fin; pero de ninguna manera puede haber una discrepancia en los fines. Este punto de vista nos permite entender la fragilidad que hubiera representado la coalición de Juntos por el Cambio en caso de ser gobierno. Lo mismo podemos mirarlo con Unión por la Patria: ¿Cómo hubiera gobernado Massa con la Cámpora, cuando estos piensan totalmente distinto?

Estos casos ilustran la imposibilidad, y posterior necesidad, de materializar la coalición electoral (que tiene como fin ganar las elecciones) en una coalición efectiva de gobierno. Las coaliciones y alianzas políticas de hoy parecen surgir únicamente para llegar al poder; son coaliciones de vasta heterogeneidad, que luego, debido a la misma, se les imposibilita gobernar.

Parto de este punto porque el fracaso de los gobiernos de coalición permiten entender la irrupción de Milei. Aunque el libertario pertenezca a una coalición, esta es más verticalista que las demás, lo que simplifica mucho más la toma de decisiones. Sumado a esto, el carácter personalista, casi mesiánico, de Milei permite que la toma de decisiones pase por él, salteando el problema de la materialización de una efectiva coalición de gobierno y de la heterogeneidad.

 

El nuevo reordenamiento ideológico en Argentina. 

 

“No puedo hablar con los radicales, que son la Internacional Socialista, o con la Coalición Cívica, que es un desprendimiento por izquierda. No puedo convivir con el ala blanda del Pro, que son kirchneristas de buenos modales. En la lógica de la democracia eso debería estar separado. No tienen que estar juntos. Esa es mi impresión, porque si no, vos no tenés mandato. En definitiva, es mentirle a la sociedad para tratar de ganar la mayor cantidad de votos posibles.”

Javier Milei (Sofía Diamante, 2023)

 

“Juntos por el cambio ya fue”

Patricia Bullrich (La Nación, 2024)

 

Habiendo aclarado la difícil institucionalidad y heterogeneidad de las coaliciones, entendemos que Argentina necesitaba un reordenamiento ideológico, el cual coincida con la realidad. 

La difícil pregunta por responder ahora es: ¿cómo es ese nuevo ordenamiento? Siempre está presente la dificultad de encasillar un caso práctico, como el de Argentina hoy, con la teoría. Sin embargo, haré el humilde intento de responder a esta pregunta.

Considero, tomando como siempre el criterio de Sartori, que el sistema de partidos de Argentina, producto del reordenamiento ideológico, actualmente gravita en dos polos: el pluralismo moderado y el polarizado. Para ello vamos a detenernos en cada una de las características de estos dos tipos de sistema.

 

Para empezar, y una distinción básica: este es un sistema multipartidista, ya no hay dos partidos con expectativas de gobernar como en el sistema bipartidista. Las elecciones del 2023 fueron unas elecciones de tercios, había tres partidos que se repartían, en mayor medida, el total del electorado. Una de las características del pluralismo moderado es que a ninguno de los partidos les alcanza para ganar por su cuenta, por lo que deben formar alianzas. Es decir, para hacer gobierno se necesitan formar coaliciones. Hoy, esto se encuentra evidenciado en la coalición, ya prácticamente materializada, entre LLA y el PRO. En donde el PRO representó ser un aliado importante del Gobierno en la votación de la Ley Bases.

Siguiendo, por otro lado, una de las características que define al pluralismo polarizado es la presencia de oposiciones bilaterales. Cuando una oposición es unilateral, solo existe esa oposición al gobierno, sin importar el número de partidos. Esta es característica del pluralismo moderado. Estaba claro, por un lado, que Juntos por el Cambio debía dejar de ser considerada cómo coalición a esta altura. La definición sobre qué candidato apoyar en el balotaje de 2023 terminó por sellar el destino de la coalición. De esta manera, el Congreso se volvió uno fragmentado y cambiante. Veamos con la Ley Bases. Encontramos dos oposiciones: por un lado, la dialoguista, conformada por el PRO, la Unión Cívica Radical, Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal, la cual su apoyo terminó por definir la media sanción de la Ley. Por otro lado, la oposición más dura, conformada por Unión por la Patria[5] y el Frente de Izquierda.

Siguiendo con este punto, otra característica del pluralismo polarizado es que el centro se encuentra ocupado (en este caso, por la oposición dialoguista) lo que da lugar a posturas más centrípetas (de derecha, LLA y de izquierda UxP)

 

En segundo lugar, no hay duda de que las elecciones del 2023 lograron un nivel de polarización tal que no se habían visto en décadas.  Por un lado, se empezaba a hablar de un nuevo que se vayan todos caracterizado por Javier Milei, como consecuencia del desencanto de la sociedad con la política. Se consideraba esta elección como histórica: en la que, en síntesis, se definían dos modelos distintos de país. Asimismo, debemos considerar la denominada “campaña de miedo” por la oposición para restar apoyo a estos. Nunca se observó tal nivel de polarización en la sociedad. 

En palabras de Bobbio, Sartori considera oportuno diferenciar los sistemas con limitada fragmentación, que representan una competencia centrípeta y en la que media cierta distancia ideológica entre los distintos partidos y los sistemas con elevada fragmentación, que presentan una competencia centrifuga con la máxima distancia ideológica. (2005, p. 1511)

Es un hecho que Argentina desde hace tiempo transita por una grieta, la cual obstaculiza el ponernos de acuerdo sobre cuál es el fin que debemos perseguir. Podemos categorizar de varias maneras esta grieta, pero, al fin y al cabo, se trata de dos modelos de país irreconciliables entre sí. Es por eso que hoy Argentina la podemos ubicar con una alta distancia ideológica. Nos basta con ver el ejemplo en las elecciones del 2023: en un eje izquierda a derecha, podemos ubicar a Massa como una centro izquierda, Bullrich centro derecha y Milei como una derecha hasta extrema derecha. 

Sin embargo, considero oportuno realizar este análisis en campaña y tras las elecciones generales. Antes, durante la campaña, Milei cada discurso nuevo que enunciaba lo extremaba cada vez más. Por ejemplo, en el debate presidencial relanzó el tema sobre la última dictadura militar y la cantidad de desaparecidos, algo que ningún candidato cuerdo se animaría a hacer debido a la polarización que esto generaría, a menos, que se busque radicalizar el discurso.

 

Pero, encontramos un -enorme- cambio discursivo de Milei la misma noche que se dieron los resultados y este perdía contra Massa. En él, llamó a un acercamiento con “aquellos que quieren el cambio”, buscando simpatizar con el electorado de Bullrich y Schiaretti.

Ahora, vemos reflejado la moderación de Milei previo al balotaje. Toma una postura más centrípeta (de acercamiento al centro en lugar de alejarse, no como hizo antes en campaña, más centrifuga). Entonces, Milei buscará atraer el voto del centro, característica del pluralismo moderado. El “abrazo” y cierre de campaña con Bullrich en Córdoba es un ejemplo de esto. Lo mismo podemos decir de Massa. Recordemos su ministro Katopodis en los trenes dialogando con los transeúntes buscando el voto del centro. En ambos casos, los candidatos buscan el voto indeciso del centro, acercándose a este y no extremándose como sucedió en campaña.

 

Esto nos coloca en una encrucijada. El sistema argentino como tal es polarizado, producto de la grieta, lo que nos sugiere que podría tratarse de un pluralismo polarizado. Sin embargo, el camino al balotaje nos indica que ambos candidatos modificaron sus discursos hacia el centro, buscando el voto indeciso. También, cabe mencionar que el intento de Milei de introducir el Pacto de Mayo es otro acercamiento al centro, en el sentido de establecer una pauta mínima de condiciones en la que la clase dirigente este de acuerdo. Sin embargo, este acercamiento se da en una sociedad fragmentada en dos modelos de país totalmente distintos.[6] Se busca al centro, pero es uno que ya se encuentra sustancialmente polarizado.

 

Siguiendo, una de las características del pluralismo moderado es que no existen partidos antisistema, a diferencia del polarizado, en la que si existen y son importantes. El tema de debate es, entonces, si Milei es o no un antisistema. Él se hace llamar orgullosamente alguien que viene a romper el statu quo, pero, con eso no nos basta. Remontándonos a Sartori, este define a estos sistemas como aquellos que buscan únicamente deslegitimar el régimen político y socavar su base de apoyo o legitimidad. Estos partidos van contra la democracia como tal. Milei, sin embargo, juega en los límites de la democracia y acepta las reglas de juego de esta, por lo que, no engloba la categoría de antisistema que propone Sartori.

 

Haciendo un repaso, tenemos hasta aquí dos elementos que caracterizan el pluralismo polarizado (la presencia de oposiciones bilaterales y que el centro se encuentra ocupado), dos al moderado (necesidad de formar alianzas para ser gobierno y que no existen partidos antisistema, o, al menos, Milei no representa uno de ellos). Finalmente, tenemos la encrucijada sobre la polarización de nuestra sociedad, la cual, por un lado, tras la campaña se buscó el voto del centro (correspondiente a un sistema pluralista moderado), pero que, por el otro, este es un centro que de por si se encuentra polarizado, marcado por dos modelos de país distintos e irreconciliables (este nivel de fragmentación debemos caracterizarla como un sistema polarizado).

 

Conclusión

 

Empezamos este ensayo señalando que el sistema de partidos en Argentina parece asemejarse a un bipartidismo. O, al menos, así lo fue durante la mayor parte del tiempo. Haciendo un repaso, siempre existieron en nuestra historia dos bandos contrapuestos: unitarios y federales, conservadores y radicales, radicales y peronistas, anti peronistas y peronistas, kirchneristas y anti kirchneristas. Hoy, sin embargo, estamos transitando un reordenamiento ideológico en el sistema de partidos.

Explica Milei, que la división será entre quienes “quieren el cambio y los que se oponen a este”. Sin embargo, sería contraproducente definir por esta razón al sistema como uno bipartidista. Siempre todo es plausible a reducirse a dos opciones. Al final, porque se implementó el balotaje uno no debe decir que existían solo dos opciones en las elecciones del 2023. Sin embargo, no debemos caer en esa simplificación, y debemos mirar el total de la foto. Esa foto, parece indicarnos hoy que el sistema de partidos en Argentina tiene elementos característicos tanto del pluralismo moderado como del polarizado. El difuso límite entre uno y otro sistema nos imposibilita decidirnos cual es el sistema que predomina en la actualidad. Sin embargo, todo parece indicar que estamos en la antesala de un pluralismo polarizado. Un concepto clave para entender este alejamiento de uno en favor de otro es la polarización o la distancia ideológica.

 

Este nivel de fragmentación alcanzó niveles nunca antes vistos en la historia de nuestro país en las elecciones presidenciales de 2023. Esto se debe a que se postulaban dos modelos de país totalmente disimiles en sus fines e irreconciliables entre sí. Esa es la grieta que hoy conocemos. La causa de este pluralismo polarizado, entonces, refiere justamente, a su polarización. Por lo que nuestra actual clase dirigente -y también la venidera, es decir, nosotros- debe trabajar en vistas del bien común, dejando de lado sus intereses sectoriales, para de esta manera postular un proyecto sugestivo de vida en común, como quería Ortega y Gasset. Este proyecto nacional no debe alcanzar la unanimidad de todos los argentinos, dado que eso es imposible en una democracia, que se alimenta de la pluralidad de voces. Se trata solo de ponernos de acuerdo en cual es el país que queremos, una pauta de coincidencias básicas y mínimas que todos compartamos.[7] Un país con semejante división en sus fines es uno inviable. A manera de reflexión, Alberdi lo sintetizaba de la siguiente manera:

 

“Sin la unión de los intereses argentinos, habrá Provincias argentinas, no República Argentina, ni pueblo argentino: habrá riojanos, cuyanos, porteños, etc., no argentinos.”

 

 

 







Bibliografía y lista de referencias

 

-       BOBBIO, Norberto: (2005) “Diccionario de Política”, Buenos Aires, Siglo XXI (Cap. Sistemas de partido)

 

-       DIAMANTE, Sofía: (2023) Foro Llao Llao: la definición de Javier Milei frente a los empresarios. La Nación. En: https://www.lanacion.com.ar/economia/foro-llao-llao-la-definicion-de-javier-milei-frente-a-los-empresarios-nid18042023/?R=0e0d89

 

-       Ministerio del Interior de la Nación: (2023) Sistema Electoral Argentino. Cuadragésimo Aniversario Democrático 2023. Buenos Aires. (Cap. 3)

 

-       PINTO, Julio: (2003) “Introducción a la Ciencia Política”, EUDEBA. (Cap. 7: Partidos Políticos, por Andrés Malamud)

 

-       SARTORI, Giovanni: (1980) “Partidos y sistemas de partidos”. Madrid, Ed 

Alianza (Cap. 5, 6 y 7).

 

-       TCACH, Cesar: (2011) “Pensar las coaliciones en la Argentina contemporánea”. Revista Temas y Debates. ISSN 1666-0714, año 15, numero 24, p. 43-52

-        

-       Xama Señal UNSJ: (2023). El sistema de partidos políticos en Argentina 06/09/2023. Álvaro Olmedo. YouTube. En: https://www.youtube.com/watch?v=-o3dOlptKmo

 

-       (2024) En un acto con libertarios, Patricia Bullrich advirtió que “Juntos por el Cambio fue” y pidió acompañar a Milei. La Nación. En: https://www.lanacion.com.ar/politica/en-un-acto-con-libertarios-patricia-bullrich-advirtio-que-juntos-por-el-cambio-ya-fue-y-pidio-nid18052024/



[1] Pero, hay quienes sostienen, como Álvaro Olmedo, que aún en este momento existió una suerte de bipartidismo (Xama Señal UNSJ, 2023). Es verdad, señala Sartori, que este sistema se puede asemejar al bipartidismo. Sin embargo, tomando a Sartori, me parece pertinente recalcar, por un lado, cuál sería el segundo partido (puesto que por ejemplo en las elecciones del 2011 hubo una proporción muy parecida en los resultados), y asimismo, que ninguno de estos partidos que le disputaba el poder al kirchnerismo en verdad tenían posibilidad reales para ser gobierno, como si existía en el sistema bipartidista que vimos.

[2] Pese a que había otros candidatos como Lavagna, Centurión o Espert, estos no lograron una mayoría que les permitiera disputar el título de la principal oposición. Juntos por el Cambio, en su lugar, seguía teniendo gran peso en ambas Cámaras.

[3] No será como antes entre anti peronismo y peronismo. Juntos por el Cambio es una coalición en esencia anti kirchnerista, razón de ello es la gran heterogeneidad que esto supuso. Esta coalición electoral no logró materializarse en una coalición de gobierno.

[4] Aunque bien tuvo sus discrepancias internas a la hora de tomar las decisiones, producto de su heterogeneidad, como cuando fue la votación del acuerdo con el FMI en la que una parte de la coalición, liderada por Máximo Kirchner, votó en contra.

[5] Caso curioso, el bloque no sufrió fragmentaciones como JxC debido a que ellos prefirieron prevalecer la unidad. Sin embargo, esto no evidencia la falta de internas: hubo declaraciones por parte de Aníbal Fernández de que había que disputar el lugar de la coalición a la Cámpora, liderada por Máximo Kirchner.

[6] Solo el tiempo nos dirá si el Pacto de Mayo actúa como un acuerdo fundacional que muestre el camino para empezar a hablar de la unidad de todos los argentinos.

[7] El del Pacto de Mayo es un gran intento de esto. Diez puntos tan básicos para que en el que todos puedan estar de acuerdo. Una pena que por intereses particulares este sea dejado de lado.


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