Por Juan Ignacio Melian
Dos Visiones, Una Guerra: Harris y Trump Frente al Conflicto Ucrani-Rusia
Introducción y contexto
La invasión rusa iniciada en febrero de 2022 en Ucrania sigue sin encontrar una solución pacífica. Ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder en cuanto a los territorios disputados, manteniendo posturas maximalistas. Kiev insiste en restaurar sus fronteras reconocidas internacionalmente y en la expulsión de las tropas rusas, mientras Moscú exige que Ucrania renuncie a entrar en la OTAN y acepte que los territorios anexionados pasen a formar parte de Rusia.
Desde el otro lado del Atlántico, Estados Unidos ha jugado un papel clave apoyando a Ucrania. La administración Biden ha adoptado una postura firme desde el inicio del conflicto, implementando diversas estrategias para contrarrestar la agresión rusa. Sin embargo, con las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 acercándose, el rumbo de los acontecimientos podría cambiar.
Kamala Harris, la actual vicepresidenta, ha surgido como la candidata demócrata tras la retirada de Joe Biden. Ante la guerra en Ucrania, su candidatura sugiere una aparente continuidad en materia de seguridad internacional. Es crucial preguntarse: ¿Cómo percibe Harris la amenaza rusa en este conflicto? ¿Y cuál es su relación con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski?
Por otro lado, el exmandatario y candidato republicano Donald Trump ha prometido negociar un fin a la guerra en menos de veinticuatro horas si gana las elecciones. Surgen preguntas sobre sus planes: ¿Podría realmente Trump convencer a Ucrania y Rusia para firmar la paz? ¿Qué efectos tendría un cambio en la postura estadounidense hacia Ucrania en los países europeos?
A continuación, se analizarán las posiciones de Harris y Trump para comprender mejor las posibles repercusiones de sus políticas en este conflicto.
Kamala Harris y su continuidad en el apoyo a Kiev: Evaluación de su Política Exterior
Para entender la posición de Kamala Harris, es fundamental examinar su historial en política internacional como vicepresidenta. Analizar su manejo de estas cuestiones y cómo sus decisiones han influido en los acontecimientos nos permitirá entender mejor su postura actual.
En su discurso durante la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, Harris subrayó la importancia de la participación de Estados Unidos en la OTAN y la cooperación con los aliados europeos para defender la soberanía de Ucrania. En junio, asistió a la Cumbre de Paz de Ucrania en Suiza, donde afirmó: “Estados Unidos está del lado de Ucrania no por caridad sino porque es nuestro interés estratégico”. Además, resaltó el compromiso de seguir apoyando a Ucrania, imponiendo costes sobre Rusia y trabajando hacia una paz justa basada en los principios de la Carta de Naciones Unidas.
En sus reuniones con el presidente Zelenski en Múnich y Suiza, Harris reafirmó el compromiso de la administración norteamericana de apoyar a Ucrania y continuar con los apoyos militares, a pesar de la oposición de un grupo republicano en el Senado.
Es razonable concluir que bajo una presidencia de Harris, es poco probable que haya cambios significativos en la política de apoyo a Ucrania. La firmeza y cooperación internacional fundamentada en la OTAN, característica de la administración Biden, se mantendrían constantes.
Donald Trump: ¿Una negociación realista o una ilusión?
El historial de Trump y su estilo característico de desafiar el statu quo sugieren una estrategia alternativa para el conflicto entre Ucrania y Rusia. Aunque no ha declarado públicamente si continuaría apoyando a Ucrania, ha prometido una “negociación” para el “fin de la guerra” en caso de ser elegido.
Su compañero de fórmula, J.D. Vance, se ha mostrado en contra de la ayuda estadounidense a Ucrania. Vance lidera el ala republicana que sostiene que Estados Unidos debería suspender esta ayuda y ha sido uno de los principales oponentes del paquete de ayuda militar de 61.000 millones de dólares. En la Conferencia de Seguridad de Múnich, Vance destacó que “el problema de Ucrania es que no hay un punto final claro y que Estados Unidos no fabrica suficientes armas para apoyar guerras en múltiples frentes”. Considera que nuevas ayudas no cambiarían esencialmente la situación en la zona del conflicto y que Rusia tiene incentivos para negociar la paz.
Se especula que el plan de Trump para negociar la paz podría incluir presionar a Zelenski para ceder territorios a Rusia y comprometerse a rechazar su ingreso en la OTAN. Desde la perspectiva de Putin, Rusia pondría fin a la guerra si Kiev entrega las regiones de Donetsk, Jersón, Lugansk y Zaporiyia. Sin embargo, para Zelenski es políticamente inviable afirmar la paz sin la retirada completa de las tropas rusas y la devolución de todos los territorios ucranianos.
El plan de Trump también tiene implicaciones para la OTAN y sus aliados. La retirada de la asistencia militar estadounidense representaría una tragedia para Ucrania y obligaría a Europa a redoblar sus esfuerzos para frenar a Putin. La posibilidad de un quiebre en las relaciones transatlánticas es significativa, especialmente considerando que la política de seguridad europea ha dependido en gran medida de Estados Unidos. Abandonar el principio de defensa cooperativa podría desestabilizar aún más a una Europa ya conflictiva internamente.
Opinión y conclusión final
La postura de Estados Unidos ante el conflicto ruso-ucraniano se encuentra en una encrucijada crucial con las próximas elecciones presidenciales. La administración de Kamala Harris o Donald Trump plantea dos escenarios muy distintos con profundos efectos en el conflicto y en las relaciones internacionales.
La propuesta de Harris podría ofrecer estabilidad y una política exterior predecible, beneficiosa para Ucrania y Europa. Su enfoque refleja la coherencia en temas de política exterior que ha caracterizado a la administración Biden. Sin embargo, la creciente oposición en el Congreso tras las elecciones podría influir en la implementación de su política exterior.
Por otro lado, la propuesta de Trump de negociar una paz rápida podría debilitar la posición ucraniana y fracturar las relaciones transatlánticas. Esto podría desestabilizar aún más a Europa, aumentando los conflictos internos.
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