Para poder entender por qué pasó lo que pasó, primero hay que ver un poco lo que estaba ocurriendo del otro lado del charco. Manuel Oribe había sido derrocado del gobierno de Uruguay en 1838, viéndose obligado a exiliarse en Buenos Aires, donde se puso al servicio de su gobernador, Juan Manuel de Rosas. Éste supo aprovecharlo, y fue así que Oribe, como general, enfrentó a los unitarios, llegando a derrotar al líder Juan Lavalle en 1841. Siguiendo con esta expedición militar, y como en Uruguay se encontraba en el poder un partidario de su enemigo Fructuoso Rivera - quién tampoco se llevaba con el Restaraudor - Oribe llevó adelante el Sitio Grande de Montevideo (1843-1851), contando con el apoyo de tropas de la Confederación Argentina.
Este hecho encendió la alarma de los unitarios exiliados que se encontraban en esa ciudad, y fueron ellos quienes pidieron la ayuda de Francia y de Gran Bretaña, confiando que esto ayudaría a desgastar el gobierno de Rosas (sí, fueron los mismos argentinos). Las potencias europeas temían de que el equilibrio regional se derrumbara, al creer que la intención de la Confederación era quedarse con Uruguay, sumado a que recibieron las presiones de comerciantes de Liverpool para que se abrieran “los ríos interiores de la Confederación a la navegación de ultramar”; por lo que el ministro inglés Aberdeen “exigió (...) del gobierno de Buenos Aires que se levantara el sitio a Montevideo y que se retiraran las fuerzas argentinas del territorio oriental” (Salvatore, 1998, pp. 373-374). Como Rosas se negó, el 29 de septiembre de 1845 empezó el bloqueo anglofrancés al puerto de Buenos Aires.
En noviembre de ese año, la flota anglofrancesa empezó a incursionar por el río Paraná para abrir sus pasos al mercado internacional. Viendo esto, Rosas mandó una expedición militar a cargo del general Lucio Mansilla para detenerla. Mansilla era consciente de la superioridad armamentística y demográfica de la nombrada flota, por lo que empleó el dicho que dice: “Más maña que fuerza”. Ordenó que a lo largo del río se colocaran tres pesadas cadenas (que quedarían como el símbolo más representativo de este hecho), con el objetivo de que al enredarse los barcos intrusos, ellos atacarían para generar la mayor cantidad de daños y bajas posibles. Así sucedió el 20 de noviembre de 1845 en Vuelta de Obligado (cúal es el nombre real del lugar); y durante todo el tiempo que les llevó cortar las cadenas, los argentinos fueron a la carga. Sin embargo, los barcos ingleses y franceses lograron pasar y seguir navegando por nuestras aguas. Por lo tanto, no significó LA batalla que defendió la soberanía, sino que fue una victoria pírrica que se tradujo en más gastos que beneficios. Francia e Inglaterra se fueron de nuestro territorio, no por el accionar de los patriotas, sino por diferencias de criterio entre las potencias.
Llegados a este punto, vale preguntarse: ¿qué soberanía? En una época en donde en el territorio existía una Confederación como sistema político - o sea, aún manteniéndose alianzas, cada Estado de un territorio mantiene su propia soberanía (RAE, 2023)-, y a esto hay que sumarle los enfrentamientos entre las facciones ideológicas que no permitía que pudiera establecerse un orden y una unidad. Prácticamente, no existía la soberanía nacional. Sería tiempo después que, con una mirada revisionista, se tomaría este día como el día en donde se había defendido nuestra autonomía frente a las potencias europeas, y se haría de Juan Manuel de Rosas, el personaje que llevó adelante dicha defensa. Hablando de Rosas, éste sería la persona que más favorecida salió de este conflicto. Era una figura política que mantenía varios frentes abiertos para fortalecer su imagen e imponer un mayor control, ya que demostraba tener potestad a la hora de actuar; y esta situación no fue la excepción, porque la reacción nacional estuvo de su lado. Hasta se ganó el reconocimiento del mismísimo José de San Martín, que le regaló su sable corvo con una carta, en donde aseguraba que “sus triunfos eran un consuelo en mi achacosa vejez”. Teniendo el apoyo de hasta el Padre de la Patria en ese momento, Rosas se pudo quedar en el poder por un tiempo más.
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