Hay elementos que distinguen a un país de otro en múltiples planos y éstos se van asociando cada vez más a su identidad frente al plano internacional. En la presente nota, se vincula el concepto de Marca País con un componente marcadamente argentino: la carne bovina.
¿Qué es lo que identifica a un país en particular, haciéndolo diferente del resto? Es una pregunta bastante abstracta o más bien, sujeta a la libre interpretación de cada uno. Se podrían utilizar un sinfín de criterios válidos para dar una respuesta concreta, pero la falta de un marco de contención conceptual daría una sensación de ambigüedad a la cuestión.
Para solucionar este problema, en 1996 surgiría el concepto de Marca País de la mano del británico Anholt, proponiendo entrelazar el prestigio de un país con sus empresas, sus bienes y servicios, sus productos, etc. Sin embargo, va más allá de lo meramente tangible, porque para autores como De Roca, la Marca País constituye “la identidad distintiva de una nación” (2016). Y esto es fundamental, porque ahora no sólo las personas tendrían su propia identidad sino que, algo mucho más abarcativo y cohesionador como un país, también.
A partir de esta premisa, la inmensa mayoría de los Estados pondrían foco en cultivar dicha identidad frente al mundo. Argentina no fue la excepción: en 2005 presentaría su logo y comenzaría a esbozar los principales lineamientos de su Marca País.
Pero debemos frenar en una aclaración importante; la imagen que se desea lanzar y mostrar al mundo, debe ir en concordancia con lo que el país realmente es. La mera pretensión de camuflar la verdadera identidad es un sacrificio inútil, insiste Anholdt.
En este sentido, uno de los tantos elementos nítidos que caracterizan a la Marca País de Argentina y hacen a su identidad es la carne bovina (sin la intención de dejar de lado al resto de variedades). Es innegable el reconocimiento de esta materia prima en el mundo, pero sus respectivos altibajos tanto en lo comercial externo como en lo político interno, han acechado su continuidad como referente del país.
De esta forma, para conocer el impacto de la carne vacuna argentina en el fortalecimiento de su imagen a nivel internacional, vamos a analizarlo desde dos aristas convergentes. La primera, en función de los volúmenes de exportación y la segunda, en el grado de diversificación de los mercados de exportación. Por ende, no solo vamos a focalizarnos en los números en bruto, sino también en el alcance y la variedad de los destinos de consumo.
Vamos primero con los datos numéricos. En base a un gráfico elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario, abarcando los años 2000 al 2022, podemos observar la falta de estabilidad en los volúmenes de exportación en dichas fechas. No se logra apreciar una línea recta en sentido ascendente pero tampoco descendente; sino más bien altibajos que en algunos casos son fuertemente marcados. Por ejemplo en 2009, el volumen de exportaciones por toneladas lograba tocar las 600.000, para luego caer abruptamente en 2010 y mantenerse en un piso de un poco más de 200.000 toneladas hasta 2017. A partir de ese año, los volúmenes crecerían exponencialmente para dar con un récord en 2024: 966.122 toneladas, el volumen más alto en 57 años.
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario
Dejando de lado el brillo de la última estimación, se debe prestar seria atención al sector para dar con la solución al problema de la inestabilidad en materia de exportación, ya que para los primeros meses de 2025 los volúmenes volvieron a bajar. Para el Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), la fuerte caída en enero de este año se debe a motivos varios como el aumento del costo del ganado y la baja de la demanda por parte de China y otros mercados. Esto si bien marca una alerta para analizar con mayor profundidad la problemática, nos da pie para desarrollar nuestra segunda arista: la diversificación de los mercados.
Es en este punto donde podemos apreciar con mayor claridad el impacto de la carne argentina en su imagen a nivel internacional y en el desarrollo de su Marca País. Partimos de los destinos principales e indiscutidos: China absorbiendo más del 70% de las exportaciones, seguido (en muy menor medida) por Europa, Israel y Brasil. Si bien estos lugares son los que dejan mayor rédito económico a la Argentina, debemos destacar una tendencia de los últimos años. Cada vez más países son receptores de la carne argentina, de regiones tales como Centroamérica, África del Norte y del Sur y el Sudeste Asiático. Casos como los de El Salvador, Hungría, México, Marruecos, entre otros se suman a los mercados de carne aviar y porcina a Filipinas, Uruguay, Chile, Macedonia del Norte, etc. Además hay que agregar al exigente mercado de equinos en pie, con logros en Omán, Namibia y Malasia.
A pesar de que son países que en un principio no son demasiados relevantes en el saldo comercial externo para nuestra nación, constituyen una pieza fundamental en el largo plazo para colocar de manifiesto el nombre de Argentina en esos mercados internos. Esto de a poco va forjando una imagen que se solidifica con el paso del tiempo, tanto en dichos países como en el plano interno; guiando en la formulación de políticas para continuar potenciando la Marca País.
De este modo, mientras más concursos a nivel internacional se logre consagrar y a más países llegue; la carne argentina acompañada de otros elementos seguirá moldeando nuestra identidad frente al mundo. A medida que más cerca de nuestras raíces como nación nos encontremos, más precisa y distinguida se va a tornar la Marca País argentina.
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