Autor: Matías Gonzales
En la última semana
el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, realizó una serie de visitas
a los países del golfo pérsico, siendo estos Arabia Saudita, Catar y Emiratos
Árabes Unidos. Inversiones, el sinfín de conflictos, el posible acuerdo nuclear
con Irán y otros asuntos internacionales que se contradicen con el discurso del
líder republicano de enfocarse en “América primero”, ¿es este viaje una señal
de futura intervención de Estados Unidos en Medio Oriente o es una iniciativa
para un mayor aislacionismo en el porvenir?
La visita de Estado
En la última
semana, la agenda del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha estado
marcada por su visita de cuatro días a distintos países de Medio Oriente.
Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos con sus respectivos jefes de
Estado han recibido al mandatario norteamericano para tratar distintos temas
que involucran tanto a este como a los gobiernos orientales, con el fin de
afianzar su cooperación.
El día martes 13 de mayo
llegó a Riad, la capital saudí, para reunirse con el príncipe heredero del país
Mohamed bin Salman y firmar nuevos acuerdos, uno de ellos en materia de defensa
basado en una inversión de Arabia en Estados Unidos por una cifra próxima a los
600.000 millones de dólares. Relacionado al acuerdo de defensa, en un foro de
inversiones árabe-estadounidense en Riad habló de una posibilidad de levantar
las sanciones económicas sobre Siria en un futuro no muy lejano, tras la caída
del régimen de Al-Assad en dicho país.
Un día más tarde, el
republicano siguió su itinerario dirigiéndose hacia Doha, en la que estableció
una reunión bilateral con su par catarí, el emir Tamim bin Hamad al Thani,
donde se habló de asuntos como las inversiones estadounidenses en Catar y, como
había ocurrido el día anterior, de defensa. Trump y su par oriental firmaron
una serie de acuerdos entre los que se estableció que el gobierno
estadounidense haría una potencial inversión de más de 35.000 millones de
dólares con el fin de reforzar los lazos en materia de seguridad entre ambas
naciones. De este gran monto, la mayor parte sería destinada para ampliar y
reformar la base aérea conjunta en Al Udeid, una de las tantas bases conjuntas
que tiene la potencia norteamericana con los distintos países de Medio Oriente.
Con la visita y los
acuerdos, ambas partes se vieron satisfechas, llegando el emir de Catar a
declarar: “Creo que con la firma de estos documentos estamos llegando a otro
nivel de la relación entre Catar y los Estados Unidos”. Tampoco se ausentó en
las conversaciones bilaterales entre los jefes de Estado el asunto vinculado a
un posible futuro acuerdo nuclear con Irán. Ante esto, el presidente
norteamericano se ha mostrado optimista y que el acuerdo funcionará, en gran
medida porque Washington está seguro de que el gobierno iraní no puede
conseguir un arma nuclear.
Terminada su corta
estadía en Catar, llegó a su última parada en dicho viaje, Emiratos Árabes
Unidos. Al arribar en Abu Dabi, fue recibido por el presidente de dicho país en
un gran ceremonial y, una vez todo listo para comenzar con las reuniones
bilaterales, se ha formulado una agenda diversa para estas, aunque con temas
más que relevantes.
El primer gran tópico
de importancia que se ha hablado en estas reuniones ha sido más ligado a la
tecnología, debido a que Emiratos Árabes a partir de esta visita ha manifestado
intereses de atraer más inversiones norteamericanas en inteligencia artificial
a su país, sumado un acuerdo que permita que en el futuro el Estado del golfo
pueda tener acceso sin restricciones a microchips estadounidenses avanzados,
aunque cabe destacar que este último objetivo no se ha podido cumplir.
En cuanto a otros
ámbitos, también se ha hablado de un futuro pacto nuclear con Irán, ante lo que
Trump ha dicho que su gobierno tenía una propuesta para dicho acuerdo. Pero el
acuerdo parece estar lejos hoy, debido a que el enviado especial de Trump para
Medio Oriente, Steve Witkoff, habría llevado esta propuesta a las reuniones
bilaterales en Omán con el ministro de relaciones exteriores de Irán. Teherán
también llevaría su propuesta de este posible acuerdo nuclear, y una vez
esbozadas las dos posturas y versiones del acuerdo se entraría en una ronda de
negociaciones que acabaría sin ningún resultado positivo para ninguna de las
dos partes.
Más allá de esta
versión presentada por Estados Unidos, y que efectivamente no se pudo llegar
aún a un acuerdo nuclear entre ambos, el gobierno iraní ha sostenido que no
recibió una propuesta por escrito de Washington sobre este asunto. Esto llevó a
las autoridades de la misma Irán a decir que los mensajes que ellos han
recibido han sido confusos y contradictorios.
Conclusión
Tras abarcar estos
temas en las reuniones bilaterales, Trump emprendió el retorno hacia su país,
finalizando así sus días en Medio Oriente. Este ha sido su primer gran viaje
desde que asumió su segunda presidencia, en enero del presente año, y el cuál
si bien ha tocado asuntos como la tecnología o la cooperación, no hay duda que
tuvo puesto su eje central en la defensa y la seguridad regional. En relación a
esto, muchos teóricos, periodistas y hasta ciudadanos han sostenido casi como
si se tratara de un consenso tanto fuera como dentro de Estados Unidos, que el
presidente Trump ha sido y es un presidente aislacionista. Bajo el slogan de America
First (o “América primero” en español) y con el frecuente argumento de que
llegó a la presidencia para frenar conflictos y no para empezarlos, el
republicano se ha caracterizado por una filosofía aislacionista en su política
exterior, la cual en la práctica se ve reflejada en su baja intervención en
conflictos armados internacionales, retirada de tratados y organismos
internacionales de diversa índole, además de pocos viajes al exterior.
Esta visita de Estado
a Medio Oriente deja entrever a un Trump mucho menos aislacionista que en su
primera administración, en principio. Pero a su vez, el hecho de realizar
viajes a otras regiones del mundo también puede significar una postura
aislacionista de Trump, ya que distintas situaciones como anunciar una gran
inversión con el fin de reforzar una base aérea conjunta en Catar o la
intención de un futuro acuerdo nuclear con Irán, eventos que se han visto en
este último paso del republicano por el golfo pérsico, hablan quizá también de que
en el largo plazo se busca un escenario de seguridad en Medio Oriente que
no cuente con un Estados Unidos como protagonista interviniendo en sus
conflictos.
Por ello, es válido
preguntarse lo siguiente: este viaje de Trump hacia Medio Oriente, ¿muestra una
postura menos aislacionista del presidente estadounidense con respecto a su
primer mandato, o simplemente está buscando un futuro escenario en el que
Estados Unidos no intervenga ni en Medio Oriente ni en otras regiones del
mundo?
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