Venezuela: Doctrina Monroe, edición “America First”

Autor: Daniel Ortega

En los últimos meses, Venezuela ha sido el foco de una escalada militar notoria que prácticamente ha asegurado el pronto fin al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, los motivos dados del narcotráfico del Tren de Aragua y de la faceta dictatorial del régimen no son para nada nuevos, y no dicen los motivos reales de la administración de Trump para, después de tanto tiempo, al fin intervenir directamente en el país. Lean la nota para ver un análisis geopolítico de los motivos qué llevan a la drástica escalada hacia un cambio de régimen en Venezuela, y el marco más grande de la aplicación MAGA de la Doctrina Monroe, estilo “America First”.

El 2 de septiembre de este año, el presidente Donald Trump anunció que las fuerzas armadas estadounidenses habían atacado un barco procedente de Venezuela que llevaba droga rumbo a los Estados Unidos de América. Desde entonces, las tensiones en el Pacífico no han hecho mas escalar, con un impresionante aumento militar y naval estadounidense en la región. Ya desde agosto se veía un incremento de presión al régimen venezolano, con el aumento de la recompensa ofrecida por el gobierno estadounidense por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro a 50 millones de dólares, sin embargo esta escalada militar ha sido algo sin precedentes recientes. Durante septiembre y octubre, el gobierno estadounidense destruyó más embarcaciones supuestamente pertenecientes al narcotráfico (del que a su vez se acusa al gobierno de Maduro de ser partícipe), así cómo aumentó notoriamente la presencia naval en la zona, anunció la movilización del portaaviones “Gerald Ford” al Caribe y la autorización de la CIA para operar clandestinamente en Venezuela. Por último, la última semana de octubre se movió el buque de guerra lanzamisiles “USS Gravely” junto con una unidad de marines a Puerto España en Trinidad y Tobago (a menos de 40km de la costa continental venezolana). Todo apunta a que el gobierno de Donald Trump no aceptará nada menos que un cambio de régimen en Venezuela, y consideran incluso una intervención militar para llevarlo a cabo. La pregunta sería, ¿por qué?

Si bien hay respuestas naturales y simples, como las conexiones del narcotráfico al gobierno de Maduro y la animosidad de este a Estados Unidos, no son características únicas del régimen venezolano, ni nuevas en sus relaciones con los Estados Unidos. La intención de un cambio de régimen en Venezuela parece ser en gran parte impulsada por los intereses geopolíticos de la administración Trump ante la región, esto es reafirmar la supremacía estadounidense que tanto se ha visto fracturada en la región. El siglo XXI en latinoamérica vió el surgimiento de una serie de movimientos de izquierda que se alinearon notoriamente con potencias en ascenso como China y se esmeraron en disminuir lo más posible la influencia estadounidense en sus países. Durante la década de los 2010s, China ganó muchísima influencia en las economías latinoamericanas, cosa que ya en la primera administración de Donald Trump fue una preocupación seria ante el reconocimiento de China como el principal rival geopolítico de la hegemonía estadounidense. En esta administración, Trump no solo ha criticado numerosas veces esta influencia, si no que ha acrecentado la competencia directa económica con el país que ya desde 2022 se había convertido en el principal socio comercial de América Latina. Desde 1823, la política estadounidense ante el continente americano ha sido evitar todo tipo de influencia de potencias no americanas en él, y esta política de “América para los americanos” se ha traducido, en práctica, en “América para nosotros”. La posición geopolítica de Estados Unidos es tan ventajosa, en gran parte, por su absoluta e indiscutida dominancia regional, y cualquier amenaza a esta ha sido visto como una amenaza directa a la seguridad de los Estados Unidos de América, siendo uno de los casos más infames la Crisis de los Misiles de Cuba. La política de Trump ante América Latina en esta gestión parece caracterizarse por reforzar la Doctrina Monroe estilo “America First”, siendo posiblemente también una de las principales razones para el enorme apoyo económico que ha brindado a la gestión de Javier Milei (desde el SWAP hasta las discusiones de un TLC), la más amigable de la región para Estados Unidos por un ancho margen. En este sentido, América Latina tiene dos casos opuestos de la política de “America First”, la “zanahoria” para Argentina, con respaldo económico total y trato preferencial (al menos discursivamente) en materia arancelaria, y el palo para Venezuela, con todo lo que hemos visto hasta ahora. De culminar esta crisis, como parece ser el caso, con el derrocamiento de Maduro y el chavismo en Venezuela, estaríamos ante el gobierno estadounidense más intervencionista en la región desde la Guerra Fría, siendo la última intervención así de directa en suelo latinoamericano la invasión de Panamá por parte de George H.W. Bush padre en el año 1989.

Existe, además, otro factor de análisis, sin dudas relevante, para la ecuación que vemos hoy en la crisis de Venezuela, el petróleo. El flujo global del petróleo es siempre una de las principales preocupaciones geopolíticas de los Estados Unidos, y suele ser una de las acusaciones más frecuentes tiradas hacia su política exterior. Sería bastante reduccionista interpretar la política exterior estadounidense como una perpetua búsqueda de petróleo, sin embargo hay algo de cierto en esta interpretación debido a la relevancia geopolítica de este bien, la dependencia económica del mundo de él, y sus inmensas cantidades provenientes de una zona tan volátil como es el Medio Oriente. La frágil paz que hay en estos momentos en Medio Oriente no hace sino resaltar cuán peligroso puede ser depender económicamente de un bien que se encuentra principalmente en dicha región. Durante el corto conflicto de este año que enfrentó a Irán con Israel y Estados Unidos, los precios del petróleo aumentaron de forma significativa, luego cayeron a precios más bajos que antes de la guerra, para finalmente volver a estabilizarse alrededor del mismo precio. Esto sólo evidencia lo que Estados Unidos sabe desde 1973, depender del petróleo del Medio Oriente es un riesgo económico y geopolítico enorme. Y justo en su “patio trasero”, las mayores reservas confirmadas de petróleo del mundo están en manos de un régimen anti-estadounidense y pro-chino. Seguramente este hecho ha jugado un papel importante en el análisis político que llevó a esta administración a comprometerse enteramente al cambio de régimen en Venezuela, posiblemente esperando que con una estabilización política del país y un régimen alineado hacia los Estados Unidos, sus inmensas reservas podrán servir de “seguro” geopolítico ante la eterna posibilidad de conflicto en Medio Oriente.

Toda la región se encuentra con su atención entera hacia Venezuela y lo que pueda suceder, y muy seguramente todos se imaginan que tras más de dos décadas en el poder, el chavismo tiene sus días contados en Venezuela. Los años y años de lucha del pueblo venezolano por terminar con la dictadura, la cuál ha visto casi 8 millones de venezolanos abandonar su patria, va a ser resuelta de forma victoriosa por un cálculo geopolítico de la potencia preeminente de la región ante un orden internacional que cada vez tiende más hacia la multipolaridad, siendo una consideración casi secundaria las personas de Venezuela qué han sufrido tanto estos años. Esperemos y recemos que esto sea también para ellos un desarrollo fructífero, y que el pueblo venezolano pueda volver a vivir en paz y libertad en su suelo.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor y no reflejan la postura de la revista.


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