Sin definiciones no hay diálogo ni soluciones

  Desde la escuela primaria, los maestros nos enseñan un sistema crucial para poder entender nuestras relaciones interpersonales cotidianas. Este es el sistema de comunicación. Como es sabido, existe un emisor (quien trasmite el mensaje) y un receptor (quien recibe el mensaje enviado) que forman una relación de necesidad mutua. No obstante, además de muchos otros elementos, se encuentra el código, que es un “sistema de señales o signos que se usan para transmitir el mensaje”. Con todo esto en cuenta, podemos afirmar que, sin un código previamente establecido, la relación emisor-receptor resulta de imposible realización ya que no pueden entenderse entre sí. De esta manera, los componentes comunicacionales podrían coexistir en realidades diferentes y nunca llegarían, juntos, a formar definiciones claras sobre la realidad que se presenta. Luego de esta sencilla explicación lingüística procederemos a desarrollar nuestro análisis.

  Hoy, la política argentina se encuentra en un estado de estancamiento. En otras palabras, en una situación en donde avanzar resulta imposible y, retroceder, no es una opción. Así, los dirigentes actuales se embarcan en discusiones públicas de fuerte tonalidad donde no se efectúa la recepción de sus mensajes. Por ello, escuchamos a la oposición, en el último tiempo, denunciar el vacunatorio VIP, la ruptura de derechos humanos en Formosa y la falta de un plan coherente de vacunación. Sin embargo, aún hoy, no hubo comunicados oficiales ni diálogos espontáneos de altos funcionarios proponiendo soluciones a estos problemas o, como mínimo, un pedido de disculpas frente a los “errores” producidos. Algo similar sucede con situaciones que involucran la cuestión acerca de lo sucedido con la deuda externa en los años macristas, lo cual Alberto Fernández, en su discurso de apertura legislativa, marcó como una fuga de capitales, pero por parte del Pro, se explica que aquel capital se destinó al pago de deuda pasada. Quizás, aún más grave es, como mencionamos, la situación en Formosa, donde algunos afirman que la gobernación de Gildo Insfrán es una dictadura y algunos que no, o donde algunos demuestran que los derechos humanos en esa provincia están siendo vulnerados y otros, afirmando que el gobierno provincial es un ejemplo para los demás mandatarios. Además de esto, declaraciones de políticos afirman que el presidente actual se encuentra en “una realidad paralela”.

  Tomando lo mencionado, y sin adoptar ningún color político, sino ilustrando lo que realmente se observa, podemos pensar que la situación es delicada. Esto es debido a que no sólo tenemos dos agrupaciones políticas (las más numerosas en cantidad de afiliados) totalmente en conflicto, sino que estas (y podemos sumar aquí a las demás) no pueden establecer definiciones claras de lo que sucede. Como explicamos anteriormente, unos dicen dictadura y otros democracia, violación a los derechos humanos y ejemplo a seguir, fuga de capitales y pago de deuda anterior, robo de vacunas y error ministerial, la mejor política de salud y la peor administración sanitaria, así pues, como vislumbramos, las contradicciones son tan abrumadoras que resulta imposible llegar a un diálogo real. Sin embargo, debemos decir que, de esta dualidad de opiniones, hay dos alternativas: ningún relato es verdadero o, sólo uno es real, es decir, no hay lugar para una convivencia de estas supuestas realidades que la oposición y el oficialismo nos intentan exponer.

  Como resultado de lo aludido, al no tener un código objetivo, el mensaje del emisor nunca puede ser acogido por el receptor, logrando inalcanzable la elaboración de descripciones auténticas del ambiente argentino. Siendo así, se aleja cada vez más el tan ansiado consenso político que necesita el país para salir adelante puesto que, sino podemos producir significados como dictadura, robo, error, derechos humanos, entre otros, lo único que podemos esperar no es una mesa política pacífica sino, una asamblea de palabras vacías, sin ninguna forma de traslado a la realidad.

Escrito por Valentín Olavarría 


Comentarios