La política para los políticos

  Durante fin del siglo XVII y principios del XVIII sucedía una peculiaridad en el mundo europeo. En aquel entonces, la monarquía española reinaba sobre Nápoles y, la casa reinal inglesa anexaba Escocia. De esta forma, ambas naciones pasaban a ser partes de un todo, aunque de forma secundaria ya que los ingleses y españoles miraban poco el territorio “conquistado”. Así lo afirma J. Robertson: en ambos casos se trataba de “reinos gobernados como provincias”. Es decir, estos reyes no se enfocaban en beneficiar a esta nueva población por lo que sería obligación de otros tomar las riendas de estas tierras poco poderosos. ¿Quién podría ser? Si el gobernante no está, la única salvación es la sociedad civil. La intención de esto es hacer una similitud con la Argentina actual, donde los funcionarios y dirigentes políticos se están alejando, desde hace tiempo, de la realidad de los argentinos, como lo hacían hace tres siglos los españoles e ingleses con los napolitanos y escoceses. Por lo tanto, como concluirán intelectuales de aquella época, la actitud no es esperar sino, que el pueblo ponga en movimiento al país.

  En julio del 2020, Fernández proponía la reforma de la Justicia, es decir, una modificación teniendo en cuenta las cuestiones federales como la corrupción. Ante esto, R. Frigerio dijo: "La reforma judicial es para los políticos, no para la gente". A su vez, el 1° de marzo, el presidente anunció una “querella judicial” contra Macri por el endeudamiento con el FMI. Tomando esto, la única justificación que se le puede dar a estos dichos, estemos o no de acuerdo, en medio de la pandemia y la crisis económica es la intención de gobernar entre políticos. Todavía hay más, no debemos olvidar que el oficialismo y la oposición llegaron a un acuerdo para postergar las elecciones legislativas. Esta negociación política se hace a las espaldas de los votantes de la oposición que meses antes habían escuchado a la presidente del Pro decir que no era aceptable un cambio de fecha en las elecciones del corriente año.

  Asimismo, a finales de abril Fernández dijo que propondrá un proyecto de ley que faculte a él “y a los gobernadores a tomar restricciones y medidas de cuidado durante esta situación excepcional”. Sin embargo, parece olvidar que esto no sólo ya lo viene haciendo desde el 2020 sino que está prohibido por la Constitución y que los Congresos nacionales y provinciales están funcionando correctamente, por lo que no sería necesaria una ley de tales características. Adicionalmente, desde el comienzo de la pandemia, sólo unos pocos políticos se bajaron el sueldo. Esto no es “demagogia” como dijo el presidente (ya en muchos países se hizo) sino que es una muestra de simpatía o un símbolo hacia el pueblo que, mediante las medidas restrictivas, cayó en la pobreza, en el desempleo y en el cierre sus empresas. También esto se observa cuando Alberto dijo “estamos preparados para la Copa América” mientras las clases presenciales en muchos lugares continúan suspendidas. O, cuando en su gira a Europa afirmó que había que cambiar “reglas del sistema financiero internacional” cuando en el país continúa habiendo inflación, problema resuelto hace décadas por la mayoría de los Estados.

  Por último, es importante mencionar la constante tensión en la que se manifiestan los políticos, generando que toda la sociedad argentina este expectante a las disputas entre los dirigentes. Todo esto sin dejarnos tranquilos, sin que circule una bala de un lado a otro en menos de un día. En otras ocasiones se lo vio al presidente en fotos sin barbijo y en aglomeraciones, imagen contradictoria con lo que pretende de la sociedad. Tampoco hay que mirar para otro lado los innumerables DNUs: más de 76 a lo largo del 2020, generando expectativas sufridas por la sociedad. De estos ejemplos que dimos hay muchos más, pero no es nuestro objetivo aburrir a la audiencia.

  Teniendo esto en cuenta, queda claro que la política actualmente es de y para los políticos. Obviamente que existen medidas y decisiones con respecto a las necesidades de la gente, pero no son el centro frente a la crisis sanitaria, económica, social e institucional. Por ello, volviendo a lo que establecía en el primer párrafo, cuando los políticos usan la política para ellos, los ciudadanos deben movilizarse ya que finalmente no queda nadie más para ayudarlos. No obstante, podrán ver que hacemos una diferencia entre política y políticos. Esto se debe a que el medio que debería usar el pueblo para hacerse escuchar es por medio de esta, no por modos revolucionarios. Son las constantes denuncias al poder, la desobediencia civil pacífica que proclamaba Gandhi, las manifestaciones incesantes en todo el país, la viralización de las situaciones en la que están sumergidos los ciudadanos de a pie o, simplemente, la elección de candidatos con verdadera vocación de servicio, que estén limpios, que no se contradicen, que no son oportunistas y que no hacen oídos sordos. La política es el instrumento más poderoso para cambiar la realidad, pero si el poder lo usan entre ellos y no lo tiene el pueblo, lo única solución es ser verdaderos ciudadanos y valer el sistema representativo que establece la Constitución en su artículo primero.

  Concluyendo, no son sólo políticas públicas las que hacen falta sino un verdadero cambio de actitud donde la rosca política no puede ser algo de todos los días. La verdadera grieta no es entre JxC y el Frente de Todos, sino entre los políticos y la gente. La sociedad acepta el lobby, pero no hay que abusar de ello. Con cifras de pobreza, desocupación y estancamiento económico indescriptibles, parece ser que la población necesita más de ustedes. La política si no cambia será cambiada a largo plazo, con o sin los políticos.

  Los escoceses muchos años después pudieron tener su propio Parlamento, y ahora hay perspectivas de salida del Reino Unido. Los napolitanos tendrán un rey propio allí y se unirán a Italia. Los argentinos no están exentos de este proceso, lo único que se necesita es que la unión del pueblo haga observar a los políticos que, con o sin ellos, se gobernará para toda la patria.

Por Valentín Olavarría






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