Siendo una estudiante de relaciones internacionales, me pregunto: ¿cómo puede ser que la política exterior del país tenga tan poca importancia? Y sobre todo, ¿cómo puede ser que los roles diplomáticos sean ocupados por personas acomodadas? Realmente no me sorprende. Viendo el desarrollo de la política nacional, no se puede esperar más que los políticos establezcan a alguien de confianza -o a alguien a quien le deben un favor- en los distintos roles de gobierno. Sin embargo, con esto no me refiero a que no haya diplomáticos de carrera en el servicio exterior, si no que dentro del mismo, haya una élite a las cuales solo ciertos “afortunados” con los contactos adecuados pueden llegar.
En 2021, el ex ministro de Relaciones Exteriores Solá, se enteró que había sido desplazado del rol en El Salvador cuando tenía que representar a la Argentina en la cumbre de la CELAC. El actual canciller Santiago Cafiero fue recientemente criticado por no saber hablar ingles de manera correcta -lengua básica para un buen manejo en el ámbito internacional- en la Expo Dubai 2020. Finalmente, en 2015 se tuvo por primera vez en 30 años un diplomático de carrera como canciller del país. ¿Acaso los gobernantes comprenden que el rol de estas personas es representar a la Argentina en el exterior? ¿Comprenden que hay una carrera de 9 años, que únicamente personas que tomaron un examen minucioso, pueden llevar a cabo?
A diferencia de otras profesiones, la carrera diplomática constituye un cuerpo estatal diferenciado y privilegiado dentro del propio estado. Sin embargo, como la mayor parte de los empleos que forman parte de la administración pública, se ve afectado por las tensiones y enfrentamientos políticos. Es decir, los procesos de elección diplomática se politizaron.
Creo que un gran problema de la política exterior argentina -además de su incoherencia a lo largo de los años- es que esta llevada a cabo por individuos que se dedicaron la mayor parte de su vida a la política nacional. Sin embargo, hay una división entre los ámbitos políticos por una razón: se organizan y manejan de diferente manera. No se puede hablar de otro diplomático o país, como si se estuviera hablando de un político del partido opositor. Las consecuencias de las palabras de los diplomáticos, tienen un impacto enorme en cómo el mundo ve a la Argentina.
Lamentablemente esto no se reduce únicamente a la política exterior. La falta de consenso, la falta de unidad en objetivos y valores generales crean una grieta que no le permite al país desarrollarse. Frena cualquier posible evolución. Sin embargo, yo veo una esperanza en la juventud argentina que ésta decidiendo hacer un cambio. Que comprende que no todo es blanco o negro. Por ello invito a que nosotros creemos hoy, la base de un consenso de valores y objetivos para la Argentina de mañana.
Azul María Leali
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