Al vapor de las locomotoras: breve analisis del impacto del tren en pequeños pueblos y comunidades

Por Blas Rossi Lomonte

 Unidad de Trenes Argentinos en pleno viaje. Redacción: Blas Rossi Lomonte

Los agigantados avances del siglo XXI hacen parecer que tecnologías de cientos de años atrás, parecen obsoletas. Justamente este pensamiento no aplica para nada a los trenes en particular. Su importancia estratégica y sus formidables capacidades, lo han consolidado como una opción fundamental y privilegiada en la gran mayoría de los países más poderosos del mundo.
El caso argentino no deja de ser sorprendente como paradójico. De poseer una de las redes ferroviarias más importantes y complejas de la Tierra, a tener que resurgir este transporte cuasi de cero.
Sin embargo, más allá de las ventajas logísticas y económicas que pueda brindar el tren, deseo focalizar en un aspecto tal vez, poco relevante. Me estoy refiriendo a la creación y sostenimiento de pueblos a lo largo del país, centrando la atención a algunos ejemplos dentro de la provincia de Buenos Aires. Este es el punto fundamental al que hace hincapié la presente nota de opinión.

HAY un dicho popular que versa: "Los trenes son las venas de acero de una nación". Si extrapolamos este simple refrán a los países más poderosos actualmente, podríamos decir que se cumple casi en la totalidad de los casos. Pero la Argentina parece ir a contramarcha de esta premisa, a pesar de su larga y fructífera tradición ferroviaria, llegando a ostentar la mayor red de trenes de América Latina para mediados de 1957. Mí intención en estas líneas es, simplemente, realizar un breve paneo histórico y político del peso de los trenes en la Argentina, haciendo especial foco en el rol del ferrocarril dentro de pequeños pueblos o localidades. No se trata de llorar un pasado dorado, sino de apreciar la  historia para redireccionar nuestros esfuerzos.

Es más que conocida la inversión británica en los incipientes inicios de la historia ferroviaria argentina. Fue un factor clave y vital para que las vías empezaran a extenderse por todo el territorio nacional. Si bien podríamos explayarnos en el trasfondo económico que motivó a los británicos a la inversión en estas tierras, prefiero detenerme en una arista tal vez, poco difundida: el surgimiento de pueblos y áreas medianamente pobladas. Porque más allá del transporte de granos, carbón y otros elementos; lo que verdaderamente generaban las locomotoras a su paso era el poblamiento de zonas que, antiguamente, se volvieron desérticas por el accionar de los indios malones. 

Y nos vamos a limitar a conocer algunos casos en el interior de la Provincia de Buenos Aires, a efecto de que éste escrito sea más corto y ameno. En 1877 se crea un ramal del Ferrocarril Oeste que permite fundar en el centro-norte de la provincia de Buenos Aires, la hoy conocida estación de tren "Andrés Vaccarezza" en el partido de Alberti. Esto significó un impulso enorme a la industria y el desarrollo social y económico, permitiendo atraer a los primeros pobladores y consolidar a la ciudad tal cómo hoy se la conoce. Décadas más tarde, gracias a la creación de otro ramal de vías, se estableció la localidad de Pla, actualmente perteneciente al partido de Alberti, llegando a tener en su época dorada más de 1400 habitantes, contrastando con las pocas decenas de personas de hoy en día. La motivación en estos dos casos es sin dudas el aprovechamiento de las tierras para la agricultura, sustentado por el auge exitoso del modelo agroexportador y la estabilidad política. Si a ésto le sumamos la rentabilidad y fertilidad de la tierra, la seguridad dado a la expulsión de los malones hacia el sur y el progreso tecnológico, tenemos como resultado el caldo de incentivo perfecto para la inversión y el asentamiento humano. Y todo ésto gracias a la aparición del ferrocarril como medio de transformación de estos lugares.

De esta forma, estos dos ejemplos son perfectos para conocer cómo van variando los pueblos que toman como punto neurálgico y de sostén, la permanencia del tren. Porque durante las décadas en las que el tren circulaba, el flujo de personas y bienes eran extremadamente altos si los comparamos con la situación actual. Tomemos de nuevo el caso de la localidad de Pla: ya dijimos más arriba la cantidad de habitantes en su  época de esplendor, unos 1400 habitantes. Si hacemos la comparación con la actualidad, ya con varias décadas sin la presencia del tren, la localidad no logra superar los 200 habitantes y persiste gracias a la ayuda municipal y de privados. Casos similares se ven reflejados en más localidades dónde antes el tren era el motivo de impulso y ahora están al borde de convertirse en pueblos fantasmas: Coronel Mom, Coronel Seguí, Palantelen y Achupallas dentro del partido de Alberti; Warnes y Olascoaga dentro del partido de Bragado y Gorostiaga dentro del partido de Chivilcoy, por sólo colocar algunos ejemplos. 

Por lo tanto, se torna evidente la importancia del tren y la urgente necesidad de una política ferroviaria duradera. En todo el país vamos a encontrar más ejemplos, no es una realidad que atañe exclusivamente a la Provincia de Buenos Aires. Si bien contamos con la existencia de los trenes de pasajeros de larga distancia y muy tímidamente, los trenes de cargas, nos encontramos muy lejos de los niveles de hace bastantes décadas atrás. No es un llamado a un total descarte de su competencia directa, los camiones. Sino más bien de llegar a un equilibrio y de aprovechar las oportunidades estratégicas que brinda el ferrocarril en cuanto a capacidad de transporte, abaratamiento de costos, y recorrido eficiente de largas distancias. Todo ésto si le añadimos la revitalización de distintos pueblos (algunos antes mencionados) en sentido demográfico y laboral, permitiendo distribuir uniformemente la población. Además de la evidente descompresión de rutas provinciales y nacionales dada a la menor presencia de camiones.

Habrá que prestar suma atención al accionar de las nuevas autoridades de Trenes Argentinos, para intentar dilucidar el rumbo de la política ferroviaria en consonancia con el efervescente escenario de la política nacional. Se ha intentado plasmar en este escrito los beneficios que traería consigo una nueva apuesta a los trenes, más que nada desde el plano social y demográfico, ya que las discusiones en torno a los costos y sobre su naturaleza estatal o privada no han sido simplemente, el objeto de este escrito. Estos temas serán materia para otra ocasión. Llegará el día en que la cuestión del mejoramiento de los trenes sea colocada sobre la mesa y debatida, dejando de ser un anhelo. Porque tal vez el futuro argentino, al fin y al cabo, se traslade sobre vías.




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