Por Brenda Muchiani
@brenmuchiani
LA RÁPIDA evolución de la tecnología y el crecimiento de la inteligencia artificial están remodelando las dinámicas globales tales como las conocíamos hace algunos años. Actualmente, todos los países buscan de alguna manera incorporar este tipo de tecnologías en distintos ámbitos, tales como la economía, su seguridad y defensa y también que las distintas innovaciones contribuyan con una mejora en las condiciones de vida de sus ciudadanos. Países como Estados Unidos, China y demás países dentro de la Unión Europea son los pioneros en esta materia, y se han lanzado en una competencia en la cual han invertido millones de dólares en investigación y desarrollo de este tipo de tecnologías, y comienzan a establecer políticas y estrategias nacionales dirigidas a la adopción de estos nuevos métodos en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Sin embargo, estos avances también presentan grandes desafíos debido a que las lagunas legales que existen respecto a la regulación de este tipo de tecnologías y también muchas veces el desconocimiento de la población con respecto a su uso hace que existan grandes preocupaciones respecto a la privacidad de los datos otorgados, la seguridad cibernética y la posibilidad de hackeos, o la automatización de los procesos.
Con respecto a esto, el pasado 13 de Marzo de 2024, y después de años de discusiones y modificaciones, el Parlamento Europeo ha sancionado la primera ley de Inteligencia Artificial, con 523 votos a favor y 46 en contra. Esta ley no busca regular la tecnología íntegramente, sino garantizar que su empleo en el mercado sea seguro y que garantice los derechos de los ciudadanos. Uno de los puntos más controvertidos del debate sobre la ley fue el punto de la identificación biométrica en espacios públicos, la cual mediante los rasgos faciales permite identificar y monitorizar a los ciudadanos ante actitudes sospechosas para predecir la comisión de delitos, pero el uso de esta ha quedado totalmente prohibido luego de que se acordó que esta práctica puede llevar a que se establezcan grandes sesgos.
Además, esta normativa dispone ciertas obligaciones especiales para algunos sistemas de IA, como por ejemplo su empleo en infraestructura, en herramientas que otorguen acceso a la educación o ayudas públicas y privadas, las cuales deberán contar con protocolos de evaluación y mitigación de posibles peligros, o el estricto cumplimiento de derechos de autor en aplicaciones de IA como por ejemplo ChatGPT. Las normas por el incumplimiento a las disposiciones que se recogen en la normativa pueden ascender hasta 35 millones de euros.
Si bien esta ley no será efectiva en su plenitud hasta el año 2026, algunas de sus obligaciones comenzarán a verse mucho antes. Seis meses después de su entrada en vigor, los estados deberán eliminar progresivamente todos aquellos sistemas prohibidos, y estos deberán empezar a cumplir las estrictas normas de transparencia y debido uso.
"La Ley de IA es
un punto de partida para un nuevo modelo de gobernanza construido en torno a la
tecnología. Ahora debemos centrarnos en la aplicación práctica de la
legislación".
-Dragos Tudorache, miembro del Parlamento Europeo
No hay dudas de que la tecnología avanza a pasos agigantados y que muchas veces es difícil seguirle el ritmo, pero no hay dudas de que estas atraviesan todos los aspectos de nuestras vidas, por lo que será un desafío para todos los estados gobernar teniendo en cuenta estas nuevas realidades, asegurando que los avances se utilicen efectivamente para el beneficio de los ciudadanos.
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