A TRAVÉS de la obra Soy Roca del reconocido autor Félix Luna, recorreremos la historia de dos vidas, aunque por momentos parezca una sola. Es inconcebible entender la unificación nacional de la joven Argentina moderna, sin conocer la historia de uno de los estadistas más notables del país, como fue Julio Argentino Roca. General de la Nación, dos veces Presidente de la República Argentina, Conquistador del Desierto y militar excepcional.
Bajo esta biografía historiográfica en primera persona, el autor personifica con comprensión, coherencia y sensatez, la figura de Julio Argentino Roca. Pareciendo por momentos una novela, que muestra como protagonista un Roca humanizado relatando su historia, el autor nos incorpora a la tradición política del protagonista -aunque sea contraria a su propia tradición- al igual que nos permite conectar con sus pensamientos y comportamientos, virtudes y defectos. El objetivo de esta reconstrucción histórica es entender los pensamientos que llevaron a uno de los fundadores nacionales, por absoluta convicción, a poner no solo su prestigio y dignidad, sino también su vida en riesgo, por la construcción y sostenimiento de un régimen político que duró treinta años y confeccionó el destino del país.
La historia de Roca y de la Patria, son como dos vidas separadas al nacer, pero reunificadas en los momentos más determinantes, tanto para la vida personal de Roca como la de la Nación. Esto se demuestra en los diversos campos de batalla, disputas políticas, numerosas revoluciones que amenazaban con destruir la recién lograda unidad nacional, acuerdos partidarios, resoluciones diplomáticas, relaciones privadas y sacrificios personales que el protagonista tuvo que hacer por el bienestar nacional. Al leer esta obra, o más bien escuchar como el protagonista nos cuenta los acontecimientos que él vivió, daría la impresión de que es la misma Nación quien lo llama a socorrerla, guiarla y hasta gobernarla.
Como testigos de su cursus honorum, nos adentramos en los momentos más determinantes de la fundación y unificación de la República Argentina. Desde la batalla de Caseros, pasando por las batallas de Cepeda y Pavón -de las cuales fue partícipe- así como de la guerra con Paraguay; hasta sus misiones como encargado político y militar de los otros padres de la patria, con el objetivo de mantener la unidad nacional en los “13 ranchos”. Su protagonismo en la famosa Conquista del Desierto y la expansión territorial nacional. La relevancia de su participación en cumplir el último paso para la consolidación nacional -que lejos de ser pacífica- le proveyó finalmente de una Capital Federal a la Nación, además de su contribución para conciliar la relación -que hasta el día de hoy se mantiene pujante- entre las provincias del “interior” y la provincia bonaerense.
Observamos los efectos de la política en su vida y la vida nacional, desde traiciones personales de amigos y familiares, hasta distanciamientos con allegados suyos, y el ascenso del radicalismo que hizo temblar su obra política en más de una ocasión.
En paralelo a todos estos hechos históricos, Roca nos cuenta, manteniéndose fiel a sus valores e ideas, su visión sobre el avance de la nueva sociedad argentina en todas sus dimensiones. Compartimos sus reflexiones, celebraciones, arrepentimientos y dudas, contemplamos sus relaciones personales, amorosas y estrictamente políticas. Bajo su subjetividad, conocemos personalmente a otras figuras que conformaron la clase dirigente, igual de significativas en la vida nacional, como Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Torcuato de Alvear, Carlos Tejedor, Carlos Pellegrini y otras figuras políticas tanto nacionales como extranjeras, además de muchos empresarios, estancieros y hombres de negocio, a lo largo y ancho del país, así como en sus viajes por el mundo.
Sin más, la historia de Roca es la historia de una naciente Patria con ansias de progreso y un hombre que, desde los más pequeños escalafones de la jerarquía militar, atravesado por su vida personal, llegó en más de una ocasión al Primer Magisterio. Soy Roca, sin duda, es una obra para cualquier argentino o extranjero que quiera entender el pasado de una Argentina en construcción. Una obra que además de hacernos reflexionar sobre la vida de Roca, los errores y aciertos generacionales, deja a los lectores con una sensación de orgullo nacional, nos vuelve más patriotas por cada capítulo que leamos y puede convertirse en un faro de esperanza, para intentar volver a ser lo que el país alguna vez quiso y, aunque lejos de ser perfecta, pudo llegar a ser.
Y nos deja una última reflexión en relación a recientes acontecimientos…
El régimen roquista basado en los acuerdos entre Nación y provincias que entretejían la delicada unidad nacional, fue lo que le permitió a Roca gobernar durante sus dos presidencias sin mayores inconvenientes. Aunque también advertimos que cuando ese tejido de relaciones se erosionaba, como en los gobiernos de Juárez Celman o Figueroa Alcorta, derivaba en un desequilibrio de poder federal, provocando disputas entre los poderes provinciales y el poder central nacional, y amenazando con destruir al régimen. El debilitamiento del régimen político daba fuerzas y legitimidad al partido radical que entre golpes y abstenciones, ganaba adeptos entre la creciente población argentina mucho más instruida e ilustrada.
Como consecuencia de estos hechos, en aquella época, se abrió paso a un nuevo régimen que transformó la práctica política de las alianzas y sucesiones entre figuras de una clase dirigente cerrada, hacia una nueva lógica partidaria concentrada en la estructura de los partidos políticos y su capacidad de canalizar y concentrar a la masa de votantes, según los condicionamientos de la nueva reforma electoral.
Milei llegó al gobierno con una similar popularidad a la del radicalismo a principios del siglo XX. Lo interesante es que, aunque popular entre las masas de votantes, el actual presidente y su espacio político, no pueden encontrar el apoyo partidario que refleje el caudal de votos y legitimidad que recibió durante las elecciones. A lo largo del anterior año electoral, la campaña de los "outsiders políticos" reveló la creciente degradación de un régimen de partidos. El Palacio Legislativo, sede de todas las voluntades partidarias, mostraron con la caída de la “Ley Bases”, el fraccionamiento partidario, comprendido por una férrea oposición, un sector dialoguista ambivalente y una alianza del oficialismo con el Pro -que por los incidentes con el gobernador de Chubut- pareciera no estar tan asegurada. En el Congreso nos encontramos con un fuerte desequilibrio político que atenta contra la agenda oficialista.
En el presente, los partidos políticos -que en el primer cuarto del siglo XX constituían los canales políticos más poderosos- están atravesando una crisis de poder reflejado en internas partidarias en todos los frentes, alianzas antiguas rotas y nuevas inestables. Lo cual podría explicarse por los resultados electorales del año anterior, que muestran la incapacidad de los partidos de representar las necesidades de sus votantes y la falta de cohesión interna para consolidar un sólido frente político, que no pudo frenar el avance de La Libertad Avanza. La nueva coalición absorbió el caudal de votos de los tradicionales partidos políticos y terminó por romper en la práctica la alianza interpartidaria de Juntos por el Cambio.
Los acercamientos del Presidente a los gobernadores en los últimos meses, a través de ajustes, condicionamientos, arreglos y su reciente propuesta del Pacto de Mayo ¿podrá significar el resurgimiento de un antiguo régimen político basado en los acuerdos y alianzas entre Nación y provincia?
¿Estará el Presidente buscando construir relaciones con los gobernadores, independientemente de su procedencia partidaria, para establecer una base común de acuerdos con eje central en la distribución fiscal?
¿Podrá el Presidente obtener el apoyo para su agenda política en este nuevo esquema de poder, como hizo Julio Argentino Roca en el siglo XIX, entablando relaciones positivas con los gobernadores para lograr sus objetivos, y trasladando el eje de gobernabilidad del Congreso Nacional y el frente partidario a las relaciones federales con las provincias?
Preguntas que solo el tiempo nos ayudará a responder.
Por Augusto Nogués
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