"¡Oh Americano Sud! ni las memorias del despotismo vil deben quedarte. En su lugar levanta el estandarte. El estandarte augusto del alma libertad..." Estas líneas de la "Oda al vencedor del Alto Perú" , un elogio en verso al General Manuel Belgrano, capturan la esencia de su espíritu libertario y su incansable lucha por la independencia. Aunque sin firma ni fecha, se le atribuye su autoría a Ignacio Álvarez Thomas , y resalta la figura de Belgrano como el "valiente Jefe que ha vencido la gloria, y el honor que le es debido". La oda continúa elogiando su "profundo juicio", sus "talentos varios y virtudes", y cómo aseguró un "glorioso resultado" en su carrera. También predice que "sus hechos inmortales nunca se borrarán".
Belgrano, Brigadier de los Ejércitos de la Patria, Coronel del Regimiento N°5 y General en Jefe del Ejército del Perú, demostró su valentía y compromiso en momentos cruciales. Un ejemplo de su determinación se encuentra en el "Exhorto al pueblo jujeño ordenando el éxodo de la población", conocido como el Éxodo Jujeño. En este documento, fechado en el Cuartel General de Jujuy el 29 de julio de 1812 , Belgrano se dirige a los "Pueblos de la Provincia de Salta" (refiriéndose a la antigua jurisdicción que incluía Jujuy), instándolos a unirse a su ejército para defender la libertad, la propiedad y la seguridad frente a las fuerzas de Abascal al mando de Goyeneche, quienes se acercaban a Suipacha. Con firmeza, ordenó a los hacendados apurarse a sacar sus ganados (vacunos, caballares, mulares y lanares) de sus estancias y enviar chasquis hacia Tucumán, advirtiendo que, de no hacerlo, serían declarados "traidores a la patria". A los labradores les exigió asegurar sus cosechas extrayéndolas hacia el mismo punto, bajo advertencia de "igual desgracia". A los comerciantes les instó a enfardelar y remitir sus efectos y pertenencias ajenas, sufriendo penas y la quema de los bienes si no lo hacían. Asimismo, Belgrano fue enfático en las consecuencias para quienes permanecieran fuera de las guardias avanzadas del ejército sin pasaporte, o intentaran atentar contra la causa de la Patria con conversaciones o hechos, estableciendo que serían "pasados por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso". Incluso aquellos que inspiraran desaliento serían castigados con la misma pena, con solo la deposición de dos testigos. Su firmeza se extendía a quienes no estuvieran prontos a marchar a su primera orden, considerándolos "traidores a la patria". No obstante, Belgrano expresó su esperanza de no tener que aplicar tales penas, confiando en que "los verdaderos hijos de la patria" lo ayudarían.
Pero la visión de Belgrano trascendía lo militar. Su compromiso con la nación se reflejó en la creación de nuestra bandera nacional. En un oficio dirigido al gobierno de Buenos Aires, fechado en Rosario el 27 de febrero de 1812 , Belgrano comunicó la necesidad de enarbolar una bandera y que, no teniéndola, mandó "hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional". Esta decisión, tomada para "entusiasmar las tropas y estos habitantes", marcó un hito en la construcción de nuestra identidad. La carta destaca que la salva se había realizado en la Batería de la Independencia y que se había dispuesto de la dotación y municiones necesarias.
Además de su rol como estratega y creador de símbolos patrios, Belgrano fue un ferviente promotor de la educación. Tras su victoria en la Batalla de Salta , el gobierno le concedió un premio de 40.000 pesos. Belgrano, con un altruismo ejemplar, solicitó que este dinero se destinara a la fundación de cuatro escuelas de primeras letras en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Esta iniciativa, aprobada por el gobierno el 27 de abril de 1813 en Buenos Aires, evidencia su preocupación por el futuro de la juventud y el desarrollo cultural del país. El gobierno expresó su aprobación por el destino que Belgrano dio a los fondos y estableció que el Estado pagaría un rédito anual del 9% desde la fecha de la donación para la "mejor y más pronta ejecución" de las escuelas.
Incluso en la búsqueda de una forma de gobierno para la recién declarada nación, Belgrano demostró su espíritu innovador. En un oficio a Juan Martín de Pueyrredón del 12 de julio de 1816 desde Tucumán , Belgrano celebró la Declaración de Independencia del "Soberano Congreso" de los Reyes de España y su Metrópoli. Propuso la necesidad de definir la forma de gobierno y sugirió la adopción de una "monarquía constitucional". Lo que es aún más notable, propuso la elección de "la casa de los Incas" para representar la Soberanía Nacional, "única porque anhelo". Esta audaz propuesta, que buscaba legitimar el poder en una figura con raíces americanas, muestra su visión de una patria con identidad propia, lejos de las dominaciones extranjeras. Belgrano también manifestó su preocupación por el estado de "disolución" y "anarquía" del país, señalando que las autoridades estaban "poco menos qué a merced de los que las quieren obedecer". También expresó la imposibilidad de "mandar y sostener Ejército sin auxilios pecuniarios" y la necesidad de que se le indicara cómo y con qué contar para la subsistencia de las tropas. Pidió reglas y leyes para gobernar el ejército, que consideraba debían ser "más amplias para los premios y castigos".
El legado de Manuel Belgrano perdura en la memoria colectiva como el de un verdadero arquitecto de la nación. Sus acciones, desde el sacrificio del Éxodo Jujeño hasta la creación de la bandera y su apuesta por la educación y una monarquía incaica, revelan a un líder excepcional que dedicó su vida a forjar una patria libre, justa y con una identidad propia. Como bien lo expresa la oda, sus "hechos inmortales nunca se borrarán".
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