El 17 de junio se cumplen 204 años del paso a la inmortalidad del gaucho que defendió el norte. Martín Miguel de Güemes fue uno de los líderes más importantes en la victoria militar de la Guerra de Independencia, y a más de 2 siglos de su fallecimiento es bueno poder siempre recordar y reivindicarlo. Involucrado desde el inicio en la independencia, su defensa del norte fue instrumental en el éxito del Plan Continental y en asegurar la integridad de la frontera del norte durante más de una década. En esta nota los invitamos a repasar con nosotros su vida y muerte.
Martín Miguel de Güemes nació en Salta el 8 de febrero de 1785, e inició su carrera militar a la edad de 14 años. Fue en Buenos Aires dónde coincidió con las invasiones británicas al Río de La Plata, y participó no sólo en la defensa de Buenos Aires sino en un evento curioso durante ellas. El 12 de agosto de 1806, el buque británico “Justine” se vió afectado por las bajantes aguas del Río de La Plata y terminó encallado, dónde un grupo de jinetes a caballo, al mando del joven Güemes, cargó y capturó al navío. Güemes continúo su servicio durante la reconquista y segunda defensa de Buenos Aires, siendo trasladado de nuevo a su natal Salta en 1808. Con la Revolución de Mayo y el nacimiento de la Primera Junta, Güemes integró el Ejército del Norte y tuvo un rol importante en la victoria de Suipacha en 1810. La Primera Junta buscaba establecer su gobierno sobre la totalidad del Virreinato, por lo que la primera expedición del Ejército del Norte tenía como objetivo dominar totalmente el Alto Perú. La expedición llevaría al Ejército del Norte hasta La Paz, sin embargo el bien denominado “desastre de Huaqui” daría fin a cualquier aspiración de dominación del Alto Perú por esta primera expedición. Las fuerzas del Virreinato del Perú salieron totalmente victoriosas, y el Ejército del Norte abandonó a lo largo del año casi la totalidad del Alto Perú, en parte también por la hostilidad de los habitantes de la región. La campaña rápidamente se convirtió de una ofensiva a una netamente defensiva, en uno de los territorios más incómodos posibles para la logística militar como lo es Jujuy. Güemes fue trasladado a Buenos Aires por Manuel Belgrano, quién asumió en reemplazo de Pueyrredón el mando del Ejército del Norte. Allí Güemes formó parte del Estado Mayor General y colaboró en el sitio de Montevideo mientras Belgrano llevaba a cabo el “Éxodo Jujeño” y la defensa de la fuerte invasión realista. La campaña de Belgrano fue un éxito rotundo en la defensa y reconquista de Salta y Jujuy, pero el contraataque al territorio altoperuano fue un fracaso forzando al ejército a retroceder nuevamente a Jujuy. Güemes es ascendido a teniente coronel, y enviado a servir en el Ejército del Norte. Es en este momento que Güemes asume el mando de las partidas de gauchos que serían luego los protagonistas de la “Guerra Gaucha”. Con los fracasos constantes de las expediciones al territorio del Alto Perú, San Martín empezaría a envisionar su “Plan Continental” con el fin de atacar el Virreinato del Perú sin pasar por el Alto Perú. Dicho plan, sin embargo, requeriría la desviación de recursos hacía dicha campaña y lejos del Ejército del Norte, por lo que una guerra defensiva con recursos escasos era una necesidad. La “Guerra Gaucha” por la que Güemes fue inmortalizado en la historia fue una guerra de guerrillas brutal de desgaste, lejano al combate directo de las expediciones anteriores. Güemes fue electo gobernador de Salta en 1815 y organizó los recursos de la provincia hacía la creación de las milicias que defenderían el territorio, creando la famosa “División Infernal de Gauchos de Línea”, que serían conocidos como los “Infernales”.
Güemes recibió bastante escepticismo por parte del gobierno de Buenos Aires y sectores del ejército como fue el caso de Rondeau, principalmente por la situación con el también caudillo José Gervasio Artigas que ya se había convertido en un problema serio para las Provincias Unidas con la creación de la Liga de los Pueblos Libres. El conflicto con Rondeau tuvo su inicio ante la negativa de Güemes de ceder las armas de la provincia para el ejército que iría a la lucha de Artigas, ya que Güemes se rehusaba a desarmar Salta aún más con la situación de la Guerra Gaucha. Aún así, contó con el apoyo de Pueyrredón, ya Director Supremo, y de San Martín, quién confiaba en él desde que lo tuvo bajo su mando en el Ejército del Norte. En 1817 la Guerra Gaucha se intensificó por la invasión de La Serna, retrocediendo con tierra arrasada y hostigamiento constante a la invasión realista. Las fuerzas realistas lograron llegar hasta Salta, pero la falta de provisiones por la tierra arrasada, la nula cooperación de la población, los constantes ataques relámpago a las fuerzas realistas y finalmente las noticias de la victoria de San Martín en Chacabuco, obligaron a la total retirada de las fuerzas realistas hacia el Perú. Se esperaba lograr un ataque simultáneo del desembarco en Lima y una nueva ofensiva por el Alto Perú, sin embargo San Martín tuvo que esperar a la llegada de recursos y la ofensiva al Alto Perú se vió dificultada por la convocatoria del Directorio a Belgrano para combatir a las provincias del litoral. En 1819 tuvo lugar una nueva invasión realista, pero esta vez las fuerzas de Güemes contaron con casi nulo apoyo del nuevo Director Rondeau, por su enemistad con Güemes pero principalmente por la crisis con los artiguistas del litoral. Salta se encontraba prácticamente destruída, su campo arrasado por los años de guerra y la población, principalmente las clases altas, estaban exhaustas de las guerras constantes y la movilización total del gobernador Güemes. El Ejército del Norte fue ordenado por Rondeau a moverse al litoral, pero la sublevación de Arequito sucedió antes y desapareció al ejército, los grupos de soldados volviendo a sus provincias e iniciando la desunión de las Provincias Unidas y el auge del caudillismo. La Batalla de Cepeda de 1820 destruyó el gobierno central, dejando a cada provincia por su cuenta. La nueva invasión realista llegó, y nuevamente consiguió ocupar Jujuy e incluso Salta, viéndose nuevamente desgastado, aislado, sin provisiones y finalmente obligado a retirarse al Alto Perú. En 1821 la crisis de todo el territorio afectó a Salta, la nueva “República de Tucumán” de Bernabé Aráoz amenazaba con invadir desde el sur, con apoyo de algunos sectores de la clase alta salteña para deponer al gobierno de Güemes. El cabildo de Salta lo depuso después de su derrota ante las tropas tucumanas, pero el militar gaucho reconquista la ciudad de Salta con represalias a los que intentaron deponerlo como permitir el saqueo de sus negocios, todo mientras una nueva invasión realista se movía hacía la provincia. Salta fue nuevamente ocupada por los realistas, y Güemes, sorprendido por las tropas, se vió obligado a huir, pero fue herido en la espalda. Logró llegar a un campamento para organizar su defensa, pero al estar muy malherido se vería incapaz de continuar. El 17 de junio de 1821, con 36 años de edad y tras varios días agonizando, Martín Miguel de Güemes pasó a la inmortalidad en la Cañada de la Horqueta. Si bien no vivió para ver el fin de la guerra de independencia, el trabajo de su vida permitió defender con firmeza y entrega la frontera del norte, y fue instrumental en poder llevar a cabo el “Plan Continental” sin dejar desprotegida la frontera ni desfinanciar la campaña. Sus acciones han sido reconocidas y reivindicadas después de su muerte, más incluso que en vida, y nunca está de más recordar a aquellos que defendieron algo de lo que no verían el fin.
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