Que decida el pueblo. Claves de la consulta popular sobre la Reforma Laboral en Colombia

 Autora: Florencia D. Vega

Reducir la jornada laboral, además de evidente incremento en la calidad de vida, es beneficioso para mejorar la productividad. Además de tratarse de una medida de bienestar social es una importante conquista del campo popular, dado que disminuye la brecha de plusvalía, ergo, de justicia social. Como externalidad positiva, se promueven otras actividades sociales, culturales e incluso económicas y se alienta la disminución del desempleo, posibilitando que mayor cantidad de personas ingresen al mercado laboral. 


Más allá de lo puramente económico, se trata de devolver de forma progresiva la humanidad a las personas, que desde la industrialización -y en nuestra región, alimentada por el colonialismo económico y cultural- han perdido la capacidad de reconocerse a sí mismas como propietarias de su tiempo y de su fuerza de trabajo. 

No está demás retomar el debate sobre el crecimiento como única vía de desarrollo en una sociedad, en el entendido de que consentimos esta idea de desarrollo. ¿Qué pasaría si no lo hiciéramos?. Esta es otra reflexión que nos interpela.

La democracia se expresa en las urnas, y se sobrepone a un congreso inmóvil que no ha logrado satisfacer el programa de gobierno por el que Gustavo Petro (economista y de fuerte impronta ambientalista) fue puesto al mando del país en 2022.

Después del intento fallido de aprobar en el congreso la Reforma Laboral en marzo de este año, el ejecutivo redobló la apuesta y decidió darle voz al pueblo, convocando una consulta popular ante el eventual rechazo de la Reforma en el Legislativo. De aprobarse la propuesta en este nivel, se respaldaría el proyecto y avanzaría la iniciativa.

En el clímax del debate, esta semana se han desencadenado varios hitos relevantes, y mientras que el proceso ha sido largo, y de gran despliegue político, aún restan pasos a seguir para que la Reforma vea la luz. El pasado 14 de junio estaba estipulado el inicio de sesiones plenarias del Senado, en el que la aprobación del proyecto de forma total o parcial -respetando las líneas clave definidas por el gobierno- daría paso a una aprobación, y detendría el avance de la validación vía consulta popular. Hasta el momento, la plenaria ha votado gran parte de los artículos, y se estima que alrededor del 80% del texto ha sido aprobado sin observaciones.  Son en total 77 artículos, de los que a la fecha resta discutir 12.

No queda más que esperar los acuerdos parlamentarios, que en caso de no derivar favorables a una aprobación contundente para el 20 de junio, darán paso al llamado a consulta popular que el presidente Petro ha impulsado desde distintas plataformas. Con ello, el próximo 7 de agosto los colombianos y colombianas deberán manifestar su voluntad en las urnas para aprobar o rechazar la propuesta.

Este camino será un acto bisagra en el gobierno de Gustavo Petro, a un año de llegar a su fin. El pueblo tendrá en sus manos la decisión y en sus bocas la palabra de lo que ha manifestado durante todo el proceso previo de discusión.

Un debate sobre este instrumento político -la Reforma- requiere entender que la consulta popular, como herramienta de una democracia representativa, se compone de diferentes interrogantes que se pondrán a disposición de la ciudadanía para expresar su opinión. En el caso que está aconteciendo en Colombia son 12 las preguntas que conforman el sondeo, y se requiere que al menos del 33% de la población habilitada para sufragar valide la propuesta, lo que se estima son cerca de 13.5 millones de colombianas y colombianos.

Si el pronóstico es acertado y se vota de forma favorable, el mandato popular facultará legalmente al ejecutivo para proceder a la emisión de decretos que reglamenten los aspectos aprobados, y el Congreso facilitaría la aplicación efectiva legislando en línea con lo admitido.

¿Qué significa tener una Reforma Laboral que ponga en el centro la reducción de la jornada laboral?

Es importante destacar que existe una importante crisis del mercado laboral en América Latina, y Colombia tiene lecciones que dar respecto a ello.

El porcentaje de informalidad laboral en el país es exorbitante. En los centros urbanos y rurales dispersos alcanza un 84.7%. Esto es una muestra de la profundización de la precariedad que se manifiesta en la ausencia de derechos laborales, seguridad social, y condiciones de trabajo dignas.

Si hablamos de dignidad y precarización, debemos mencionar el contrato de prestación de servicios (CPS), figura muy común en el mercado de trabajo colombiano. Un vínculo de este tipo no necesariamente implica una relación laboral, sino que más bien se caracteriza por una ausencia de subordinación y dependencia, lo que en contrapartida se traduce en ausencia de un salario -en lugar de él se reciben pagos por concepto de “honorarios”- y en que no existe una obligación por parte del contratante  -en lugar de empleador- de pagar prestaciones sociales, imposiciones, y otros beneficios como primas, cesantías, vacaciones remuneradas, o indemnizaciones por despidos.

El marco legal permite estas zonas ambiguas en las que una persona puede encontrarse durante toda su vida laboral bajo esta figura, que ni siquiera se encuentra regulada por el Código Sustantivo del trabajo, sino que se tipifica en el Código Civil o de Comercio. Una consecuencia común de ver en los centros urbanos del país son los adultos mayores trabajando en la informalidad en la vía pública, cruda expresión de un sistema que durante su vida laboral los enfrentó a condiciones precarias y flexibles que nunca les garantizaron prestaciones sociales ni un ahorro digno para la vejez.

Otro problema de los CPS es que al no tener un registro formal o sistema de medición, imposibilitan tener cifras exactas de la cantidad de personas que laboran bajo este esquema. No obstante, es vox populi que el sector público es pionero en este tipo de convenios, que se han multiplicado en la última década, y que prueban de forma clara la disminución en la calidad del empleo a nivel estatal. Estimaciones de 2017 apuntan a que cerca de 800.000 trabajadores del sector público se identificaban bajo esta modalidad laboral.

Así como este síntoma de un sistema estructuralmente en crisis, y entendiendo que la Reforma involucra diversos puntos que le entregarán calidad de vida al pueblo trabajador de Colombia, vamos a tomar uno de los ejes de la propuesta para analizar brevemente su impacto: la reducción de la jornada laboral, que es objeto de discusión en los parlamentos de distintos países, y ya se ha implementado exitosamente en otros. Chile y México ya están haciendo lo suyo.

Reducir la jornada laboral, además de evidente incremento en la calidad de vida, es beneficioso para mejorar la productividad. Además de tratarse de una medida de bienestar social es una importante conquista del campo popular, dado que disminuye la brecha de plusvalía, ergo, de justicia social. Como externalidad positiva, se promueven otras actividades sociales, culturales e incluso económicas y se alienta la disminución del desempleo, posibilitando que mayor cantidad de personas ingresen al mercado laboral.

Más allá de lo puramente económico, se trata de devolver de forma progresiva la humanidad a las personas, que desde la industrialización -y en nuestra región, alimentada por el colonialismo económico y cultural- han perdido la capacidad de reconocerse a sí mismas como propietarias de su tiempo y de su fuerza de trabajo.

No está demás retomar el debate sobre el crecimiento como única vía de desarrollo en una sociedad, en el entendido de que consentimos esta idea de desarrollo. ¿Qué pasaría si no lo hiciéramos?. Esta es otra reflexión que nos interpela. 

La paz en todos los terrenos

Del hartazgo de vivir en medio de enfrentamientos armados y daños colaterales de los grupos insurgentes no desmovilizados, paramilitares, disidencias, y otras expresiones del entramado de actores armados que ha perturbado a la población durante largas décadas, a la esperanza de alcanzar la dignidad y la soberanía por otros medios, la promesa de una Reforma Laboral cala en el imaginario de un pueblo que exige derechos y se sobrepone a la violencia estructural.

Lo que parece desmesurado es en realidad una combinación de medidas que ya se implementan en distintos países, muchas de las cuales se insertaron en contextos de neoliberalismo profundo, con una élite empresarial de derecha que absorbió -no sin críticas- las nuevas formas de trabajo que la sociedad actual requiere. En Chile, por ejemplo, en 2024 entró en vigor la ley de reducción de la jornada laboral a 40 horas, la que ha sido aplicada con bastante éxito y la connivencia de la población.

De tener luz verde la Reforma en Colombia, se aplicarán cambios como jornadas laborales de un máximo de 8 horas, recargos de remuneración de 100% por trabajo dominical y en días festivo, una extensión de las licencias de paternidad -lo que contribuye significativamente a la justicia de género-, y regulación laboral para quienes trabajan en el ámbito digital, así como también el incentivo a los contratos indefinidos.

A pesar de la informalidad imperante, y a contracorriente de un análisis económico clásico que teme a que la dignidad en el trabajo formal desaliente la contratación y presione aún más el mercado informal, es pertinente introducir la idea de que el contar con trabajo formal en condiciones dignas y competitivas es lo que efectivamente desincentiva la economía sumergida de la informalidad, ante todo. Experiencias en otros países han demostrado cómo el fortalecimiento de derechos laborales contribuye a la formalización si se acompaña de incentivos fiscales, u otros elementos como el acceso a crédito, la educación, y por qué no, el cuestionamiento de los patrones de consumo y producción.

En paralelo, un contexto de paz será muy relevante para incentivar un cambio de paradigma hacia la Reforma laboral, ya que la inseguridad, la violencia sistémica, la debilidad institucional, junto a otros factores como la baja productividad y la falta de acceso a seguridad social, han sido demostrados como responsables del crecimiento del trabajo informal. Incluso, para ir un poco más profundo en el análisis político de este escenario, autores de la economía, las ciencias políticas y la filosofía argumentan con elementos sólidos que los mercados laborales segmentados y la consecuente informalidad se corrigen no sólo con un marco normativo afín, sino que se necesita caminar hacia un rediseño del contrato social vigente que promueva empleos decentes, en lugar de competencia por la precariedad.

Si gana el No

El mandato de Gustavo Petro no ha sido sencillo, tanto por la agudización de los conflictos armados en algunos territorios del país, como por el contexto regional que se ha caracterizado por el florecimiento de los regímenes de derecha, pero más aún, por la expansión de los discursos de odio e individualismo que se han implantado en las sociedades desde que el retroceso en derechos sociales, económicos y ambientales se han convertido en la forma de ejecutar programas de gobierno de ajuste y de desregulación de los mercados, con un retroceso de la presencia del Estado. Este combo que busca aumentar el PIB, aumenta de forma exponencial la brecha de justicia social.

La Reforma Laboral impulsada por un gobierno abiertamente de izquierda y de marcada alineación con los intereses del campo popular y de los trabajadores, de no ser aprobada, le restaría fuerza al impulso social del país y de la región, y deslegitimaría la imagen del gobierno. Probablemente no faltarán quienes hablen de una crisis institucional.

Los costos políticos serían inminentes, agudizados en un contexto electoral que se aproxima, rutina frecuente en la política de nuestra región. Por otra parte, el congreso tiene en sus manos una apuesta importante, porque si la Reforma es rechazada en instancia legislativa, pero aprobada por voluntad popular mediante una consulta, el impulso a Petro, a su gobierno, y a su gestión, será también incontestable, y le brindará legitimidad de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Sin perder el foco y con la consulta popular en el horizonte, si la reforma laboral encuentra un nuevo escollo, el presidente Petro ha dejado claro que su compromiso no claudica; ya baraja opciones como la recolección de firmas para asegurar su futuro.


Comentarios

  1. Excelente punto de vista. Finalmente se aprobó la Reforma Laboral, Senado mediante. Un paso importante para el pueblo colombiano!

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