El frío llegó. Con él, aparecen imágenes cada vez más frecuentes en las calles de nuestras ciudades: cuerpos tapados con mantas, cartones improvisados como colchones, puertas de negocios convertidas en refugio nocturno. Es la postal cotidiana de una crisis que, lejos de resolverse, se profundiza
En la ciudad de Santa Fe, según datos actualizados del propio municipio, hoy alrededor de 250 personas viven en situación de calle. Esta cifra representa un incremento considerable respecto a los relevamientos realizados a fines de 2024, que registraban 160 personas, y los de marzo de este año, que hablaban de 114. El crecimiento es constante, visible y alarmante. Detrás de estos números, hay historias de exclusión, de rupturas familiares, de desempleo, de enfermedad, de abandono.
Pero el problema no se limita a la capital provincial. En Rosario, la ciudad más populosa de Santa Fe, los operativos municipales asisten durante todo el año a personas en situación de calle, con mayor intensidad en los meses de bajas temperaturas. Se ofrecen viandas, abrigo, atención sanitaria y espacios para pernoctar, aunque la demanda no deja de crecer. Las organizaciones sociales —no solo en Rosario, sino en toda la provincia— advierten un fenómeno alarmante: cada vez hay más jóvenes, e incluso familias enteras, que se ven empujadas a vivir a la intemperie.
En mayo se realizó un censo en los municipios de Rosario, Santo Tomé y Villa Gobernador Gálvez. Aún no se han publicado los datos finales, pero la incorporación de estas ciudades al operativo ya revela una realidad extendida: la situación de calle no se limita a las grandes urbes. En Santo Tomé, por ejemplo, los equipos locales de asistencia reconocen un crecimiento preocupante en la cantidad de personas que duermen en plazas, terminales o bajo techos improvisados.
Cuando hablamos de "personas en situación de calle", no nos referimos solamente a la pobreza. Hablamos de desprotección absoluta. De la falta de un derecho básico: el acceso a una vivienda digna. Y cuando el termómetro baja, la urgencia se vuelve extrema. Porque el frío no solo incomoda. Puede matar.
Refugios, paradores y operativos nocturnos son respuestas necesarias, pero claramente insuficientes. Mientras no se transformen las condiciones estructurales que empujan a estas personas a la calle —la desigualdad, el desempleo, las adicciones sin tratamiento, la falta de contención y la ausencia de políticas públicas sostenidas—, la intemperie seguirá siendo el único destino posible para muchos.
La cifra puede ser 114, 160 o 250. Puede tratarse de Santa Fe, Rosario, Santo Tomé o cualquier localidad de la provincia. Pero lo verdaderamente importante es entender que detrás de cada número hay una persona. Y hoy, cada una de ellas enfrenta sola el invierno crudo que llegó.
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