Por Franco Occhipinti
@fran_occhipinti
La rebeldía llegó al poder. Si Javier Milei logra sentarse en el Sillón de Rivadavia el diez de diciembre, eso es posible gracias a un discurso que tuvo como punta de lanza un significante vacío, en términos de Laclau, llamado “casta”. Esta concepción demostró la plasticidad necesaria a lo largo del tiempo para englobar, o no, a quien fuera necesario oponerse según las circunstancias, sin romper los lazos entre quienes, con puertas abiertas de par en par, se identificaban y unían al grupo; un grupo jacobino en palabras de él, los anticasta. El romanticismo, profecías de Parravicini y Fuerzas del Cielo mediante, pareció vencer a un peronismo que pecó de sobreactuar radicalismo iluminista, ajeno tradicionalmente a un justicialismo más sentimentalista, entre otras cosas. El problema ahora es, que una vez en el poder, mostrarse rebelde es un poco más complicado, pero parece ser inevitablemente necesario al fin ante lo que asoma en el horizonte. Esta nota pretende echar un poco de luz sobre el futuro discursivo en la política de la República Argentina.
COMO si fuera por generación espontánea, el balotaje desencadenó el llamado inmediato a la resistencia por parte del oficialismo de turno y la izquierda, que con ansías esperan su rol como nueva oposición. Así, en un giro narrativo extraordinario, todo el espectro de izquierda empieza la carrera por ser el rebelde oficial de turno, antes del pitido inicial del diez de diciembre. Así, se llama a movilizaciones en estas semanas por parte del Partido Obrero, se convocan asambleas en los medios públicos o se llama a depurar el movimiento de Camioneros de los traidores no aptos para la tarea de la resistencia, como circulaba en un comunicado extraoficial de la gente de Moyano.
La Provincia a cargo de Kicillof, y el leal Conurbano peronista/kirchnerista, ya se está alistando para liderar la resistencia. En La Plata son conscientes de las dificultades que puede imponer el gigante bonaerense cuando es ajeno al signo político de la Casa Rosada. Y lo más importante de esto, es que será el ala más dura de La Cámpora la elegida para llevar a cabo la tarea; la misma Cámpora que desde el riñón de Massa es acusada de “no jugar a fondo” en el balotaje desde la comodidad de sus cargos ya electos, con garantía de poder conformar la opción opositora en el 2025 y 2027. ¿Significa esto que vuelve a tomar preponderancia Cristina? Todo indica que, ante las, por ahora supuestas, enérgicas reformas de Milei, mientras más drástica sea la oposición, mejor podrá canalizar la decepción, en un país que se caracteriza por esas pendularidades. Lo cierto es que la resistencia se organizará desde el Conurbano. Y no, el Conurbano no está muerto. Aunque ciertos especialistas, periodistas y twitteros quieran verlo así con los últimos resultados electorales, el Conurbano todavía puede dar cuenta de su envidiable peso. ¿Acaso no necesitó Milei ganar toda la Provincia de Buenos Aires para seguir perdiendo aún por poco más de un punto contra un grupo de municipios suburbanos pintados de celeste? Y esto se dio incluso con muy buenos resultados relativos en arenas de las más duras, como puede ser la victoria en Moreno o perder Ezeiza por menos de tres puntos. Además, sin desmerecer el excelente resultado libertario en el interior, las fuerzas que pueden seguir organizando incesantes cortes en la capital del país e incidir en la agenda gubernamental, siguen siendo las de la nueva oposición lindantes a Buenos Aires.
¿Cuál será el discurso de la renovada rebeldía opositora? Podemos decir que nos dieron la primicia hasta antes de saber si existía la posibilidad de ir a una segunda vuelta el pasado domingo: la defensa los derechos (mientras más entren en el genérico mejor), la lucha contra la represión, el modelo neoliberal y tanto derivados como encontremos de esta familia discursiva. Seguramente nos encontremos ante un renovado Perón que, dejado de lado intencionalmente desde algunos sectores en los últimos tiempos, vuelve a la escena para ayudar a un Néstor ahora insuficiente y poco representativo para acaparar tanto electorado. La lucha será contra la libertad como concepto; libertad falsa, para sus detractores, la que plantea Javier Milei & Asociados, pero un concepto que, al fin y al cabo, este ha logrado asociar a su partido de tal manera que ya no puede ser apropiado por otros, como tampoco los derechos humanos nunca sonarán del todo genuinos, por lo menos en el futuro inmediato, cuando salgan de la boca de Victoria Villaruel. Porque en el marco mental de las personas, por ahora se asocia a algo diferente. Por lo tanto, la estrategia más fácil de adoptar de la izquierda y el peronismo será profundizar aún más en sus armas discursivas, si no es que, mediante hechos de gestión y extraordinarias habilidades de oratoria, se logra conformar nuevos marcos conceptuales.
Ahora, desde el círculo del presidente electo, se debe prever la respuesta que se dará cuando comiencen las primeras reacciones negativas a las políticas que pretende implementar, o incluso las movilizaciones que ya están naciendo antes de su asunción. Uno de los objetivos primordiales es, sin lugar a duda, tratar de mantener separados al piquete de la cacerola. ¿A qué nos referimos con esto? El piquete y la movilización de organizaciones sociales ya será moneda corriente en los meses que se avecinan. Sin embargo, todavía existe todo un electorado pendular, expectante por el momento, cuya reacción ante las medidas que se proponen todavía es en parte incierta. Estamos hablando de votantes de partidos como la UCR, el PRO y otros sectores predominantemente anti-kirchneristas, votantes de Milei por la negativa, que, generalmente ante el descontento, suelen recurrir al denominado cacerolazo. Si no me equivoco, y el lector me puede corregir, la última vez que el piquete y la cacerola, elementos tradicionalmente excluyentes, marcharon juntos, fue en el 2001. Y ante situaciones como esta, nadie de la oposición pierde la oportunidad para sacar provecho. Por ahora, el hecho de que se afirme que el ajuste se haga sobre la “casta política” actúa como uno de los diques de contención de cierta incertidumbre que sobrevuela a este electorado.
Y aquí vuelve a encontrarse la clave. El término “casta” volverá, y quizás sea una de las pocas opciones viables en lo discursivo, para señalar la causa de ciertos errores a los cuales no le es ajeno cualquier gobierno. Es más, se deberá buscar a la casta en cada rincón del Estado, ahora reducido, en cada pasillo de un Ministerio y en cada partida del presupuesto, cuando algo salga mal. La rebeldía en el poder debe seguir siendo tal para contraponerse a la nueva que surge desde las filas del adversario. Así se dará explicaciones cuando, por ejemplo, los números no sean los suficientes en el Congreso. No se debate si esto es lo correcto o no. Se afirma, nada más ni nada menos, que así será.
Si hablamos del Congreso, estamos hablando de uno de los principales frenos con los que se toparán las piezas libertarias del tablero legislativo nacional. Al mismo tiempo, allí se están dando, probablemente en el mismo momento que se digitan estas palabras, negociaciones que olvidan por un momento a la “casta” y a los “anti-derechos”, y como pares, se ocupan de los más intrincados menesteres del futuro legislativo, intentando dar forma al “poroteo” y la “rosca” de los próximos meses. Si hay una llave que abra la puerta a un buen visto parlamentario sobre las reformas del león libertario, es esta. Si no es así, la casta inevitablemente volverá a condensarse en la Avenida Entre Ríos y DNUs, referendos y plebiscitos serán las nuevas herramientas de la libertad.
Por el momento, Milei invita en su discurso del domingo diecinueve a sumarse a las ideas de la libertad y, en vez de “casta”, va por el positivo y suavizado colectivo de “argentinos de bien”. Pero la “casta” está siempre disponible en el inventario de la retórica. Será cuestión de esperar qué deparan las negociaciones legislativas, entre otras cosas. Mientras tanto, las manifestaciones por adelantado llamando a la resistencia no hacen más que tirar leña al fuego desde sectores que tampoco parecen tener otra opción para con su electorado, al cual Milei les parece, e hicieron parecer, una figura tétrica desde el principio. Y del otro lado, no hay nada más claro que estos siempre serán la “casta”. La confrontación parecía ser inevitable y por ahora, parece que lo seguirá siendo, a menos que tengamos un milagro legislativo, lo que tampoco asegura que las bases no se deslinden de sus representantes, lo que augura solo mayor confrontación. Está mermara solamente si el éxito de las reformas es tal que sea harto difícil encontrar excusas para confrontar, o mismo las cúpulas no tengan necesidad, por razones propias, de hacerlo. Por el momento, paradójicamente, desde La Libertad Avanza y el kirchnerismo y la izquierda, parece ser que todo va hacia una especie de “revolución permanente” en lo discursivo: La “casta” quizás nunca encuentre un fin, y el gobierno de Milei será un eslabón más de una serie de hechos como la Revolución Libertadora, el Proceso de Reorganización Nacional, Menemismo, etc. Este encadenamiento, a la luz de la lógica de ciertos sectores, parecen ser parte de un plan atemporal conjurado en contra de un proyecto que, cuando más cerca estaba de tocar la gloria permanente, esta le fue arrebatada por aquellos. Y así, una vez más, se debe pasar a la nostálgica y cómoda resistencia. Porque, sea para quién sea, cuando hay una confrontación discursiva, la opción romántica de la rebeldía y la lucha contra el sistema orquestador tras oscuras bambalinas, parece ser la más rentable.
Comentarios
Publicar un comentario
Dejanos tu opinión acerca del tema.